Perros y gatos tienen temperamentos distintos. Si bien cada uno tiene maneras diferentes de demostrarnos su amor, en lo que sí coinciden nuestras mascotas es que su cariño no se puede comprar. No les importan nuestros defectos, ni el humor en que andamos. No se quejan, no exigen, no critican; te aceptan tal como eres y, a cambio, solo nos piden nuestro afecto. Sin duda, son la compañía perfecta.
En el caso de los perros, su apego al humano es por instinto. Recordemos que provienen de los lobos y al vivir en manadas reconocían a alguno de su especie como el alfa. Con la domesticación, tú pasaste a ser su líder y sentirá una obediencia natural hacia ti si le enseñas con cariño a seguir las reglas que le impones en casa.
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Seguro te preguntarás ¿cómo sabe el perro a quién seguir?. La respuesta es sencilla: se apegan a la persona con la que pasa más tiempo, juega con él y lo alimenta. Para el can, ese miembro de la familia será el más especial.
Las principales demostraciones de amor en los perros son seguir a esa persona por todas partes, menearle la cola, lamerlo, saltarle, dormir juntos y hasta sonreírle, pues algunos canes pueden tener expresiones faciales. En el caso de los gatos, ronronean y maúllan a su dueño, se suben a su cama o quieren estar cerca de él. Le llevará juguetes o lo que considere que haya cazado, y frotará su cuerpo con el suyo.
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Eso sí, los extremos son malos. Algunas mascotas son muy dominantes y territoriales y pueden agredir a los extraños que se acercan a su dueño. Si es tu caso, no lo tomes como una demostración de amor excesivo, más bien considéralo como un problema de conducta que sería mejor resolver con la guía de un experto.
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