Así como los varones deben someterse en la adultez al incómodo pero necesario chequeo de próstata, lo mismo ocurre con nuestros engreídos desde que cumplen los cinco años.
Los problemas en la próstata pueden ocasionar a nuestro perro o gato complicaciones como infecciones o quistes. A diferencia de los humanos, los tumores de próstata no son muy frecuentes en canes y menos en gatos. Sin embargo, con los años y por el efecto de las hormonas, si la mascota no ha sido castrada puede presentarse el aumento de su tamaño, lo que se conoce como hiperplasia benigna de próstata.
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Según la situación, se utilizan antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos o se recurre a la cirugía. Otro tratamiento que es muy usado es la castración.
La próstata agrandada puede ser muy molestosa para la mascota, ya que presionará los órganos cercanos y podría provocar síntomas como: dificultad para defecar, estreñimiento, heces aplanadas, sangre en la orina o en el excremento, dolor para orinar, cojera en las patas traseras, fiebre, decaimiento, poco apetito, malestar general y hasta vómitos.
Aunque el examen es también desagradable para ellos, no es doloroso y no será necesario dormirlos. Solo el médico veterinario deberá sujetarlo para que no se mueva durante la palpación rectal. Si el profesional detecta un aumento anormal de la próstata te recomendará que le hagas una ecografía para determinar el tratamiento que se deberá seguir para evitar complicaciones.