Mueven la cola de lado a lado efusivamente cuando llegamos a casa para demostrar que están contentos o emocionados. También la esconden entre las piernas cuando hacen una travesura que les costará un regaño, o la ponen tensa cuando están a la defensiva. Los movimientos de la cola en nuestras mascotas no solo transmiten emociones, como podemos creer; resulta que también tienen otras funciones.
La cola es la continuación de la columna vertebral y su movimiento les proporciona cierta estabilidad, impulso y equilibrio cuando realizan actividades de mayor esfuerzo, como saltar, trepar o caer. También les ayuda al nadar para dirigir su dirección, como si se tratase de un timón.
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La posición de la cola también les sirve para liberar feromonas de las glándulas anales. Es decir, aquellas sustancias químicas que al ser segregadas influyen en el comportamiento de otros de la misma especie. Por eso, cuando alzan la cola y la mueven se disipa en el ambiente el aroma de las feromonas para marcar territorio o atraer la atención del sexo opuesto. Al ocultarla entre las piernas, lo que buscan es esconderse al sentirse amenazados.
A la colita también hay que cuidarla. Los accidentes más comunes con esta parte de su cuerpo se deben a fracturas por pisadas o por cierres de puertas.
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Todo en la naturaleza tiene un por qué. De hecho, algunas razas originarias de zonas muy frías tienen la cola gruesa y tupida, como el chow chow o el Alaska malamute, porque les sirve para abrigarse cuando se acuestan sobre la nieve o el hielo. Cada detalle cumple una función.
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