En estos meses he reflexionado sobre el significado de muchas cosas en mi vida. Supongo que este tiempo durísimo para todos nos han hecho repensar conceptos, rutinas, profesiones y hasta nuestras relaciones, no solo con personas, sino con determinadas cosas que creíamos importantes. Nos hemos distanciado de la gente que amamos, pero también de los que creíamos amar porque la convivencia obligada puso las relaciones en una lupa.
Así, también hicimos un break con esos objetos que nos habían acompañado en el día o en la noche mientras soñábamos despiertos: esa casaca súper de marca, ese auto último modelo, los zapatos ‘fichos’ de suela roja. Lo cierto es que este año un cómodo buzo y una medias de buen algodón han sido tus mejores compañeros.
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Pero, sin duda, el mayor distanciamiento que hemos sufrido ante el COVID-19 es hacia la tonta idea de que tienes la vida comprada, porque ya nos demostró la enfermedad lo democrática que es para llevarse vidas sin importar tu estatus social. Nunca antes había pensado tanto en qué es lo que hace realmente rico a una persona. Y si bien hay infinidad de definiciones, aquella que más me ha inspirado en estos días se desprende de la canción cumbiambera y con toques de chicha Vida de rico, del cantante Camilo.
Camilo Echeverry dice en una de sus estrofas que “pa’ sacarte yo tengo poquito, pero es gratis bailar pegaíto...”, y me pregunto si es eso no es, además, delicioso. Como también señala que “él no tiene pa’ abrirte champaña pero sí cervecita en la playa” y apostaría que la mayoría cambiaría el champán más caro del mundo por la libertad de sentir la brisa del mar, la arena quemándote un poquito los pies, las risas con amigos conversando de cualquier cosa mientras compartes una rica cerveza con unos choritos a la chalaca.
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Pero si ya su canción me había conquistado, cuando vi el videoclip quedó claro que aquella letra se convertiría en la aspiración que tengo para pasar mis días. Este muestra al artista implementando su nueva casa de la mano de contratistas, su esposa y sus amigos, mientras bailan, se abrazan, juegan, vacilan, gozan. El clímax es verlo ‘pata al suelo’, con los pies sucios de tanto bailar y transitar por su hogar, cómodo, relajado, presente, celebrando con amigos de verdad y al lado de a quien con todas sus letras le dice sin guardarse nada ni por falso orgullo ni para la tumba “Todo lo que tengo es tuyo”. Así es: cada vez que lo veo reafirmo que esa es la vida de rico que quiero tener, por la que quiero esforzarme todos los días y la que te deseo para este 2021:
1. Pata negra. No me refiero al jamón fino, sino a ti con abundancia de salud, comiendo tus 12 uvas, bailando descalzo en el suelo en tu casa hasta que acabes con los pies realmente sucios recordando este 31 de diciembre.
2. Una cama nueva, para darle un uso un poquito distinto del que le dabas. Menos ‘paltas’ por cosas que no valen la pena en la almohada, más revolcones sin culpabilidad ni toxicidad. Más apachurradas y dormir en ‘cucharita’, más invitados amaneciendo contigo. Como hoy tempranito, que tenía a Feroz a un lado; a mi esposo, en el otro; a Chacal, en mis pies; y Fernanda pasándose tempranito para zambullirse en el medio.
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3. Dolor abdominal, pero de reírte a carcajada limpia y con ojos llorosos. Ya tuviste tiempo de hacer un inventario de lo que tienes que eliminar de tu armario y de tu vida. Este año que viene depura el drama y amplifica el gozo.
4. Paz. Como dice el coach Igor Alegría, aquel es el clímax del amor. Así que cambia el villancico de tu vida. Ya no aspires solamente a una noche de paz, sino a toda una vida con ella. //