Oportunista e indeseable como un virus, Dennis Angulo (Casma, 1969) vuelve. El poeta que ha hecho de la intrascendencia un estilo ha desaprovechado una magnífica oportunidad para guardar silencio publicando un poemario virtual intitulado “Poemas de la pandemia”. Circula por Whatsapp entre fake news del COVID-19
Angulo informa, para quien le pudiera interesar, que sobrelleva la cuarentena en su centro laboral, la fábrica de hielo de Casma. El lugar le queda oportunamente próximo a la cabina de internet Sputnik 2000. Esta opera a puerta cerrada para que el pueblo casmeño pueda comunicarse con sus seres queridos y/o ver porno. Angulo aprovecha las facilidades para seguir su voz interior: rimar hasta morir.
El poeta inicia el libro utilizando las medidas de aislamiento social como una metáfora del desencuentro amoroso en que vive hace años. Dorita Cabellos, su musa esquiva, le puso una orden de restricción cuando Harvey Weinstein aún era casto. Dice así:
La distancia social eres tú
Todo de ti me provoca
Tu cuerpo es una pantalla
Se mira pero no se toca
Virus: ¡maldita muralla!
¡Ingrata, castigadora!
¿no ves que un poeta te adora?
Me ignoras hace seis meses
Distraída en la bohemia
Yo te llamaba mil veces
¡No te me escondas ahora
tras una triste pandemia!
No soy doctor ni portento
este horroroso momento
del dolor es monumento
Confiesa, Dorita, ¡tormento!:
La distancia social es tu invento.
En un siguiente poema Angulo busca tender un puente entre las desigualdades sociales que han quedado relievadas por la enfermedad. Hablamos de un puente colgante deshilachándose sobre un abismo insondable:
Mismo virus, diferente menú
Tu desayunas blueberry
Yo vivo de pan con huevo
Alivias la sed con cranberry
A mi me basta un guargüero
Tu con Barba y Rey
Yo con Vizcarra y pizarra
me banco con mi guitarra
Tu con Tik Toks en Huawei
La epidemia nos resalta
Que muy diferentes no somos
Yo con mi atún con palta
Tu con tu pasta al pesto
Esto es un juego de tronos
No importa, vale el gesto:
Desde el Golf hasta los conos
¡estamos juntos en esto!
Acto seguido Angulo apela a su munición pesada para emprenderlas contra los privilegiados que sin ninguna necesidad de supervivencia salen a la calle en cuarentena. La procacidad reaparece:
Querido Covidiota
Si quieres salir a trotar no le compliques la vida
A ese noble policía que a otros debe cuidar
Esta es más fácil vía: organiza esa carrerita
Siempre pensando en mamita
Toma esa ruta bonita
Así vayas cual carcocha
(escúchame bien compadre)
Que es la trocha de tu madre.
El siguiente poema si bien comienza auspiciosamente luego deriva en una confusa crítica al sistema:
Virus maldito
¡Virus yo te rechazo!
Te robaste los abrazos
Hiciste el mundo pedazos
Destruiste un verano
Opacaste tanta infancia
Aunque forzaste, a distancia,
El saber vernos hermanos
De un mundial lavado de manos
Pero mi odio se aplaca
Mi desprecio por ti agoté
Al ver mi barriga flaca
Pues mis ahorros gasté
El virus que más me ataca
Es peor que mil resacas:
¡Es el de mi aefepé!
Finalmente, el pretencioso título del último poema, posible copy paste de algún trabajo ajeno, es engañoso. El final es inclasificable.
El ocaso de los paradigmas individuales o el amanecer de una nueva normalidad social
Tengo un recuerdo distante:
Se llama desodorante
Antes salía al jirón y saludaba a las muchachas
Bajo mi son picarón les daba mi verso galante
En este momento adverso
Solo me queda un rincón
Donde todos los días converso
Me conforto, me refuerzo
(ay si me vieran la facha)
De una presencia importante:
La cucaracha gigante.
Vivo de ideas sueltas,
de todo me maravillo
Yo confío en el martillo
Las dudas han sido absueltas:
¡Resistid como un castillo!
Pero ojo, ya van diez vueltas
Que le doy al calzoncillo
Felizmente no habrá presentación virtual del libro. Zoom declinó prestarse a eso. //