Hace una semana contábamos por esta vía la historia de los veintitrés niños y niñas awajún que escribieron un libro de cuentos en su lengua y que consiguieron registrarlo en Indecopi, un hecho tan poco visto que obligó al organismo estatal a viajar hasta ellos, hasta la comunidad urakusa, en la provincia de Condorcanqui (Amazonas), para darles sus certificados de autores.
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No fue esa la única actividad importante que desarrolló la institución: también estuvieron de viaje en julio por las selvas de Madre de Dios y Cusco para visitar a tres comunidades nativas y otorgarles sus certificados por haber inscrito 337 saberes colectivos. Las comunidades en cuestión fueron Infierno (Madre de Dios), Shintuya y Santa Rosa de Huacaria (Cusco) que pertenecen a las etnias originarias Ese Eja, Harambut y Wachiperi y Machigenga,
Antes de seguir, hay que repasar conceptos: los conocimientos tradicionales o saberes colectivos, como su nombre lo deja entrever, son aquellas técnicas y prácticas comunitarias que los pueblos originarios han desarrollado a través de los siglos y que transmiten entre ellos de forma espontánea y generacional, muchas veces solo por vía oral por lo que no se lleva un registro adecuado de cuántos son.
Ejemplo de estos saberes, que son parte de sus costumbres e identidad cultural, son la medicina tradicional, su culinaria local, sus cosméticos y hasta sus rituales mágicos y religiosos. En Madre de Dios, por ejemplo, la señora Manuela Ramos, curandera del lugar, aprendió de los sabios de sus comunidades los valores medicinales de las plantas. Usa la chilca o la caña caña para tratar la varicela o fiebre interna. Como ella, hay muchos sabios cuyas conocimientos merecen ser preservados.
Todo esa fuente inagotable de saberes ancestrales puede ser protegidos por la propiedad intelectual gracias a una ley como la 27811, llamada como “Ley que establece el régimen de protección de los conocimientos colectivos de los pueblos indígenas vinculados a los recursos biológicos”. Esta existe desde el 2002 y sirve para que las pueblos tengan control sobre sus productos culturales y puedan beneficiarse si es que, de darse el caso, terceros quisiera explotarlos de manera comercial. En el pasado ha sucedido mucho, como en el caso de la uña de gato que ahora se explotar en otras partes del globo.
A la fecha, el Indecopi ha otorgado 6681 registros de conocimientos colectivos correspondientes a 73 comunidades nativas de todo el país. La semana pasada se realizó en la comunidad nativa de Infierno, en Madre De Dios, una ceremonia de reconocimiento de registro de estos “nuevos” 337 saberes colectivos, en el campo de la medicina (cicatrizantes, analgésicos, digestivos, para la fertilidad), de la cosmética (tratamientos naturales para la caída del cabello, el acné), de la alimentación (energizantes a base de plantas( y en el campo de la magia y religión (remedios para aliviar el “susto” de los niños y más).
Entres las entidades que participaron estuvieron el Indecopi y su presidenta ejecutiva, Hania Pérez de Cuellar, la directora de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, Silvana Baldovino Beas; el presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y A fluentes (FENAMAD), Julio Ricardo Cusurichi Palacios; la presidenta de la Comunidad Nativa Infierno, Hilda María Cordero y el presidente de la Comunidad Nativa Shintuya, Edwin Quendive Bario, entre otras autoridades.
En la ceremonia, la presidenta de Indecopi manifestó la necesidad de proteger saberes tan valiosos. “Queremos protegerlos a través de este registro que es como un título de propiedad y evitar así que ajenos a la comunidad extraigan esa sabiduría y se beneficien de ella sin brindarles ningún tipo de reconocimiento”, dijo. “El mundo está cambiando, pero no hay que dejar que estos saberes tradicionales se pierdan. Se debe involucrar a los jóvenes en su defensa”.
Durante la visita a la comunidad Infierno, la comitiva del Indecopi se reunió con los sabios de las comunidades reconocidas para conocer sus necesidades y socializar con ellos la protección al consumidor y acciones a favor de la propiedad intelectual en el marco del programa “Ancestros”. Este programa promueve el uso y aprovechamiento de las herramientas de la propiedad intelectual por parte de las comunidades indígenas, debido a que cuentan con gran riqueza cultural y de recursos naturales. //