Apretados en el sofá de un estudio de grabación de La Molina, los miembros de la formación original de Libido están listos para su primera entrevista con Somos en años. La estampa de verlos reunidos a los cuatro, con Salim Vera y Toño Jáuregui en el centro, y Manolo Hidalgo y Jeffry Fischman a los lados, ciertamente sorprende. En el ambiente reina una cordialidad que podría resultar inesperada, considerando las conocidas diferencias que enfrentaron al menos dos de sus miembros durante más de diez años; diferencias que se trasladaron a los medios, convirtiendo el tema en algo aún más tóxico. En 2024, si Libido discute algo es únicamente para decidir qué foto, de las tomadas por el fotógrafo de Somos, les favorece más. Intentar resolver este desacuerdo les lleva varios minutos y en un momento parece que la banda podría separarse nuevamente. “Es que las fotos que a mí me gustan a él no le gustan”, se excusan. Finalmente, optan por la decisión salomónica de permitir que la revista decida qué imágenes utilizar, y así comienza la conversación.
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Libido está de vuelta aunque, en sentido estricto, nunca se fue. La banda no se disolvió y, de hecho, hasta hace un tiempo estaba operativa, con el cantante Salim Vera y el guitarrista Manolo Hidalgo como sus dos únicos miembros en actividad. Esta reunión se vende con ese nombre porque marca dos retornos importantes. El primero es el del baterista original y compositor, Jeffry Fischman, quien los dejó hace veinte años para irse a estudiar a Estados Unidos. El otro retorno, el más impensado quizás, es el de Toño Jáuregui, el bajista original de la banda y compositor de varios de sus mayores hits. Las conocidas discrepancias entre Vera y Jáuregui llevaron a que en algún momento de la década pasada existiesen dos Libidos conviviendo en el mismo espacio- tiempo, uno a cargo de Salim y el otro de Toño. Ambos, como se sabe, eran amigos y compinches desde la adolescencia, cuando echaron a andar este barco musical desde el jirón Huallaga, en Barrios Altos, en los años 90. Luego su relación se agrió por problemas de carácter llegando a límites legales, cuando uno le prohibió al otro tocar sus canciones. Hoy reina la calma entre ambos.
¿Cómo se rompió el hielo de su relación después de eso? Las primeras maniobras efectivas de descongelamiento empezaron a manifestarse a mediados del año pasado, con un oportuno intercambio de mensajes. Lo explica Salim a Somos: “Todo empezó con un mensaje que me envió la esposa de Toño. Me acuerdo que fue un mensaje lleno de cordialidad, de buena onda, y realmente eso a mí, en lo personal, me hizo pensar bastante. Me hizo darme cuenta de que no había por qué continuar dejando a la deriva algunos aspectos personales”. Vera recuerda que la frase que lo movió fue una en la que se afirmaba que la vida era muy corta y efímera para estar dejándose llevar por el rencor. No hay tiempo que valga eso.
El efecto de la misiva fue detonante como una bomba y al poco tiempo se creó un grupo de WhatsApp en el que los cuatro miembros originales empezaron por fin a reencontrarse y a tratar de recuperar parte del tiempo perdido. “Me acuerdo que las primeras conversaciones todavía eran un poco frías. Al menos, esa fue mi percepción”, asegura Jáuregui. “No es que de la noche a la mañana todo se volvió de maravillas y nos llevamos bien. Creo que calculamos bien lo de volver a conversar porque se tenía que dar de una forma natural y positiva”, asegura el bajista.
“La vez pasada nos dijeron que nuestra reunión era ‘fake’; es decir, algo que solo hacemos esto por márketing, y no es así”, complementa Salim. “Nosotros no nos odiábamos antes. Simplemente, no podíamos estar juntos si no había buena onda. Buena vibra. Yo no voy a desperdiciar mi tiempo si es que hay mala vibra. Si ese fuese el caso, me voy. Igual haría el resto. Lo mejor que está pasando ahora es que las cosas se sienten bien”.
Dentro del folklor rockero, son bastante conocidas las reuniones de bandas veteranas que estuvieron enemistadas por mil motivos, así como también aquellas que no volvieron a unirse porque no supieron manejar sus diferencias. Aunque los Beatles nunca se juntaron después de su separación en 1970, siempre circularon rumores de posibles reuniones, los cuales eran sistemáticamente desmentidos por los miembros. Estos bulos solo llegarían a su fin con la muerte de John Lennon en 1980. Del otro lado, están las bandas con conflictos personales enormes que juraron no volver a tocar juntas, como The Sex Pistols, The Police, The Stone Roses o Guns N’ Roses. Todas juraron no volver a compartir escenario, hasta que la nostalgia y el poder de las billeteras lograron lo impensable.
El guitarrista Manolo Hidalgo recuerda que siempre hubo intentos de reunir a la formación original, y hubo uno muy concreto hace seis años, pero no se logró porque no estaba madura la propuesta. Ahora sienten que los lazos que los unían se han renovado y mucho tuvo que ver con eso la oferta que les hizo una empresa local. “Parece mentira pero la negociación del contrato nos unió bastante, porque ahí nos tenías a todos de un mismo lado”, dice Jáuregui. Y Salim acota: “Es verdad. Tuvimos que unir fuerzas ahí”. Aunque no dan muchos detalles del contrato, dan a entender que hay pretensiones de salir de gira nacional, aunque de momento es solo una posibilidad.
La meta principal, y en lo que están concentrados, es en agotar su primera fecha en el Estadio Nacional, un hecho sin precedentes en la historia del rock peruano. Ninguna banda local ha tocado sola en una plaza así. “Lo conversamos con el empresario, para nosotros era muy importante poder llegar ahí, porque es como un lugar simbólico, para nosotros y para el rock peruano”, dice Fischman. Libido en el pasado ha lle- nado lugares grandes como la Plaza de Armas de Cusco, en 2006, y la Avenida de la Peruanidad, en Jesús María, a la que fueron 70 mil personas. Pero esos fueron eventos gratuitos. Un estadio es una ambición que denota cuán confia- dos están en esta fase de sus vidas. La meta es llenarlo y poder anunciar una posible segunda fecha.
Lo que nos lleva a una pregunta de cierre: ¿es el mejor momento para una reunión cuando el rock, como género, está en franco retroceso? Las nuevas generaciones tienen otros intereses, las canciones con guitarras han desaparecido de los ránkings radiales y en los Grammy, las categorías de rock no son televisadas. Salim no comparte esa visión: “No creo que eso sea un retroceso. La música avanza. Yo no me considero un rockero, me considero un músico. Prefiero la exploración. Aunque es cierto que empezamos haciendo rock, creo que ahora estamos abiertos a otras vertientes musicales”.
El guitarrista Manolo Hidalgo, por otro lado, piensa que este retorno de Libido podría significar un resurgimiento local del género y adjunta pruebas. En su cuenta de Instagram, comparte decenas de videos de personas de todas las edades grabándose mientras cantan canciones de Libido. Desde chiquillos hasta señores de cuatro décadas que, con la noticia de la reunión, han desempolvado las guitarras que compraron hace veinte años, cuando Libido era una fuerza imparable en la radio y una máquina de éxitos. Haber contribuido a este aparente renacimiento, a este resurgir de un gigante dormido, lo hace muy feliz. //