Mientras un sector de la teleaudiencia peruana parece vivir un romance trasnochado con el “Marilyn Manson” de YoSoy, en los Estados Unidos, el personaje que lo inspira -léase el Marilyn Manson firme- sigue cayendo por la pendiente de la infamia. La infamia de verdad, se entiende, esa que cuesta dinero y contratos, no la que vende discos o trae nuevos fans. Los noventas terminaron hace mucho, la depresión no se romantiza más y un noticiero da más miedo que cualquier video suyo. El miedo es ahora real. Fue lo que reconoció la actriz Evan Rachel Wood al anunciar que Manson, su ex pareja, el autoproclamado “anticristo superestrella”, era un demonio de verdad. Su demonio. Lo fue en los tres años que anduvieron juntos.
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El nuevo escándalo que ha sacudido al autor de The Beautiful People es realmente grave, y no se parece en nada ya a los cuentos que esparcía para asustar a los beatos, como aquel que decía que se había quitado algunas costillas para poder hacerse una autofelación. Wood lo ha acusado de abuso sexual, violencia física y psicológica, además de manipulación y “lavado de cerebro” que empezó cuando ella era muy joven (iniciaron relación cuando la actriz tenía 19 y él el doble). Lo que en otros tiempos hubiese sido una leyenda negra más para alimentar su calculada imagen repelente ahora es un misil dirigido a su linea de flotación.
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La denuncia más reciente fue hecha el miércoles por la actriz Esmé Bianco, recordada por su papel de “Ros” en la serie Juego de Tronos. En declaraciones a The Cut, recogidas por La Vanguardia, ella ha confesado que el músico la cortó repetidamente con un cuchillo, la mordió, la azotó e incluso la persiguió con un hacha, entre otros actos de tortura y control mental a los que la sometió durante la relación intermitente que sostuvieron en la década pasada. “Entré en modo supervivencia y mi cerebro me enseñó a hacerme pequeña y agradable. Básicamente me sentía una prisionera”, dijo.
No hay que olvidar que el músico, nacido como Brian Warner en 1969, ya ha confesado innumerables veces haber protagonizado episodios de violencia contra mujeres. Los casos más infames están recogidos en su autobiografía de 1998, en la que confesaba haber emborrachado con tequila a mujeres para someterlas luego a juegos sexuales. En esa época, declaraciones de ese calibre solo servían para rentablizar su imagen y solo incomodaban a los aludidos. Su entonces amigo y productor, Trent Reznor, por ejemplo, cortó palitos con él luego de ser mencionado en ese libro. El ex Nine Inch Nails negó haber tomado parte de esos actos.
En la era del #MeToo las consecuencias a testimonios así son tangibles Tras la confesión de Evan Rachel Wood, a la que le siguieron otros cinco testimonios de chicas, su disquera Loma Vista dio por terminado el contrato que los unía. Su manager hizo lo propio. Y dos series de televisión, American Gods y Creepshow informaron que eliminarían las participaciones especiales de Manson en dichas ficciones. Músicos que lo acompañaron de gira, como el guitarrista Wes Borland, de Limp Bizkit, han confirmado lo dicho por las acusadas: que se trataría de un hombre violento y abusivo con las mujeres: “No es un buen tipo. Todo lo que la gente ha dicho sobre él es jodidamente cierto”.
Esta semana, la revista Billboard reportó un descenso notorio en las transmisiones radiales de la música de Manson, más comprobó un repunte leve en la demanda de su catálogo antiguo por streaming y ventas digitales. Era lo que se esperaba aunque la experiencia indica que esos repentinos brotes, tras escándalos, suelen ser bastante efímeros.
Desde las revelaciones de Wood y las cinco denunciantes, Manson ha sacado un comunicado en los que niega las acusaciones y afirma que todas las relaciones en su vida han sido consensuadas. Sus ex parejas Rose McGowan y Ditta Von Teese sin exculparlo han dicho que los recuerdos que tienen de él como novio o persona no se parecen a lo contado por las denunciantes.
ALGUNOS MÚSICOS QUE AFRONTARON DEMANDAS DE ABUSO EN AÑOS RECIENTES
R. Kelly
La ex estrella de R&B, en el ojo de la tormenta desde hace décadas bajo sospecha de ser un depredador sexua,l fue acusado formalmente el 2019 de diez cargos de abuso sexual agravado, incluidos varios con menores de edad, y crimen organizado. Se lo ha acusado además de tener a mujeres como esclavas a su servicio. Al día de hoy se encuentra recluido en una prisión de Chicago a la espera de su juicio.
Plácido Domingo
En agosto del 2019 casi una veintena de mujeres denunciaron al tenor español de acoso sexual, por hechos ocurridos a lo largo de décadas. La noticia hizo que muchas salas de teatro, especialmente en los Estados Unidos, de inmediato cancelaran al tenor. Luego de negarlo muchas veces, en febrero del 2020, el músico lanzó un comunicado en el que se disculpaba por “el dolor causado”. Luego volvió a decir que no se trataba de una admisión de culpa.
Ryan Adams
El cantante y compositor de alt-country fue sindicado por el New York Times de haber cometido abuso psicológico, acoso y conducta sexual inapropiada en contra de seis mujeres que declararon para el diario, entre ellas su ex esposa Mandy Moore. Al menos una de las acusaciones, la de haber texteado contenido sexual con una menor de edad, fue investigada por el FBI quienes cerraron al caso no encontrar evidencia de lo dicho. En julio del año pasado, el músico publicó una carta de disculpas en la que pidió perdón “por el dolor ocasionado” a sus denunciantes.
Cristian Aldana (El Otro Yo)
El músico argentino fue sentenciado en julio del 2019 a 22 años de prisión por “abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores”. La voz y guitarra en la banda alternativa El Otro Yo fue acusado por siete mujeres que contaron al juez una serie de prácticas aberrantes a las que Aldana las sometía, cuando estas eran menores de edad. El músico aseguró ser inocente y que lo querían como trofeo.
ARMANDO VEGA GIL
El compositor, músico y escritor mexicano, que fuera fundador de la banda de rock Botetilla de Jerez, fue acusado dentro del movimiento #MeToo de haber abusado y acosado a una niña de 13 años. La denuncia fue hecha de manera anónima. La respuesta de Vega Gil fue colgarse de un árbol: “Es un hecho que perderé mis trabajos pues todos ellos se construyen sobre mi credibilidad pública (...) más vale un final terrible que un terror sin final” escribió en su carta de suicidio, que colgó en redes y a la que llamó una “radical declaración de inocencia”.