Felipe Pomar (78) se consagró campeón mundial de surf en 1965, cuando ni siquiera asomaba la posibilidad de que el deporte de la tabla sea olímpico. Tuvo que pasar casi medio siglo para que otra peruana, la gran Sofía Mulanovich, obtuviera un título de esa categoría. Felipe ha seguido a la campeona y al equipo peruano de surf en los Juegos Olímpicos “gracias a las bondades del Internet”, desde su condominio en la isla de Kauai, en Hawái, donde el coronavirus no ha causado mayores estragos y apenas habitan 80 mil personas. Esta conversación ocurrió vía Zoom en medio de la participación de los surfistas peruanos en Tokio.
- ¿Qué le pareció la inclusión del surf como deporte olímpico?
Que el surf sea un deporte olímpico es un sueño hecho realidad de Duke Kahanamoku, el padre de la tabla moderna. Pero que se haya logrado su inclusión es gracias al trabajo que ha venido haciendo la Asociación Internacional de Surf. A mí me alegra un montón porque así cada vez más personas conocerán nuestro deporte.
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- ¿Le habría gustado competir en unos Juegos Olímpicos?
La experiencia debe ser muy buena, pero yo siempre fui corredor de ola grande. Hay gente que se especializa en ola grande y ola chica. Y yo creo que es muy difícil que se realicen olimpiadas de ola grande, porque se encuentra en pocos lugares y solo por temporadas.
- ¿Cómo ha visto al equipo peruano de surf?
A quien más conozco es a Sofía Mulanovich. A los otros chicos los he podido seguir recién, cuando aseguraron su pase a los Juegos Olímpicos en el campeonato que se realizó en El Salvador. Veo en ellos muchas cualidades en su desempeño en mar.
-¿Qué tiene que pasar para conseguir una medalla en surf?
Considerando la cantidad pequeña de surfistas que hay en nuestro país, vamos por un buen camino. Sin embargo, un factor importante para nuestros tablistas es la condición del mar. En Perú tenemos olas de primera y de gran tamaño, por eso los peruanos estamos acostumbrados a correr en buenas olas. Hay países con olas pequeñas y malas y parece mentira pero la gente que crece en esos lugares acaba siendo buena corriendo olas malas. Tenemos todo para obtener una medalla, sea ahora o en el futuro, pero nunca está demás tener un poco de suerte.
- Usted suele compartir la teoría de que el surf inició en el Perú gracias al uso del caballito de totora por los antiguos peruanos. ¿Cómo llega a esa conclusión?
En 1988, por un tiempo corto, fui presidente de la Federación Peruana de Tabla y durante ese momento visité un club deportivo de Huanchaco, en Trujillo. Aquella vez vi a los pescadores correr olas con caballitos de totora y decidí investigar su origen. Cuando llegaron los españoles, no se referían a ellos como botes, que era la utilidad que se le daba. Fui con un arquitecto que además es ingeniero naval y llegó a la conclusión de que los caballitos de totora no son ideales para la pesca, sino para surcar olas. En Hawái sucedió algo parecido: se utilizaban las tablas para pescar, pero no fue hasta mucho tiempo después que se le dio una connotación deportiva.
-Entonces, ¿cuándo diría que se comenzó a practicar el surf?
El surf no comenzó en Hawái hace 100 o 110 años como se cree. Lo que se inventó aquí fue la tabla moderna como la conocemos hoy en día. El surf se empezó a practicar en tablas de totora hace más de dos mil años atrás. Hay pruebas de ello. A mí me da gusto compartir la historia no solo con los peruanos, sino con los tablistas del mundo.
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-¿Con cuánta frecuencia usted sigue surfeando?
Trato de hacerlo todos los días. Yo hago lo posible por acostarme temprano, entonces me despierto muy temprano. Hago calentamiento, tomo líquido y me voy a buscar olas. Si no hay olas, camino y corro. De ahí regreso a mi condominio, normalmente es a las 10 u 11 am, y me dedico a labores que me dan entrada para cubrir mis gastos aquí en Hawái. Por estas épocas siempre viajaba a Indonesia, pero no lo podré hacer porque la cosa está complicada por allá por el virus.
-¿Qué significa para usted el surf?
El surf para mí ha significado distintas cosas en distintos momentos de mi vida. Hoy la tabla es algo que me llena de mi vida, es muy bueno para mí, para mi salud. Es posiblemente lo que más alegría me da en mi día a día. //