En julio del año pasado, Emiratos Árabes Unidos (EAU) se convirtió en uno de los primeros países en autorizar a la farmacéutica Sinopharm la realización de ensayos clínicos de fase 3 de su candidata a vacuna contra el coronavirus. A partir de entonces, EAU fue considerado “como una piedra angular” en los ensayos de eficacia de la entonces candidata a vacuna china.
En setiembre, y con la investigación aún en curso, las autoridades reguladoras aprobaron el uso de emergencia de la fórmula para personal sanitario que atiende a pacientes con COVID-19 después de asegurar que es “segura y efectiva”.
En un gesto de confianza y de respaldo a la vacuna china, el controvertido primer ministro Mohammed bin Rashid Al Maktoum, fue inoculado con la fórmula de Sinopharm en un acto que él mismo hizo público en sus redes sociales. “Deseamos a todos seguridad y buena salud, y estamos orgullosos de nuestros equipos que han trabajado sin descanso para que la vacuna esté disponible en los EAU”, escribió mientras compartía una imagen suya con la manga derecha de su kandura enrollada.
Era noviembre del 2020, Al Maktoum no formaba parte de los ensayos clínicos, era -hasta donde se sabía- la primera alta autoridad en inocularse con una vacuna que no había sido registrada en su país y de la que tampoco se conocía su eficacia. Otros dos funcionarios del gobierno, el jeque Abdullah bin Zayed Al Nahayan, ministro de Asuntos Exteriores, y AbdulRahman bin Mohammed Al Owais, ministro de Salud y Prevención, también fueron vacunados sin formar parte de la investigación clínica. Nada de esto se ocultó.
En un artículo de diciembre del 2020, la prestigiosa revista científica Science, se refirió a la participación de las autoridades de EAU en la inoculación con una fórmula aún sin registro y fuera de los ensayos clínicos, un caso calificado como “controversial” pero que -indica la publicación- China ha promovido desde hace meses.
“Los EAU se han convertido en la piedra angular de los ensayos de eficacia de Sinopharm y están siguiendo el controvertido liderazgo de China al permitir que las personas reciban la vacuna fuera de los ensayos clínicos”, indicó Science.
El artículo destaca que las primeras personas en el mundo en recibir una vacuna contra el COVID-19 no formaron parte de ningún ensayo clínico: la viróloga Chen Wei, un general de división del ejército de China, y seis científicos militares de su equipo, recibieron el 29 de febrero del año pasado unas dosis de la candidata a vacuna de CanSino Biologics en Wuham, epicentro por varios meses de la pandemia.
En noviembre, Sinopharm informó que casi un millón de personas recibieron su vacuna experimental contra el COVID-19 como parte de un programa de uso de emergencia autorizado por Beijing.
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Vacunación a escondidas en Perú
La vacunación de funcionarios públicos en el Perú desató un enorme escándalo en plena segunda ola de contagios. El caso salió a la luz con la revelación de que el expresidente Martín Vizcarra fue vacunado en Palacio de Gobierno en octubre del año pasado, pero esa fue solo la punta del iceberg.
En días sucesivos se conoció que las ministras de Relaciones Exteriores y de Salud, Elizabeth Astete y Pilar Mazzetti, respectivamente, también fueron inoculadas con las vacunas de Sinopharm. Ambas dimitieron a su cargos, y reconocieron que incurrieron en un error al haber ocultado esta información. El ex presidente Vizcarra también ofreció disculpas por no hacer pública su vacunación.
En el marco de las indagaciones sobre el escándalo, la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) -responsable de los ensayos clínicos de Sinopharm en Perú- reveló la lista de casi medio millar de personas que se vacunaron fuera de la investigación clínica. El presidente Francisco Sagasti indicó que la nómina será puesta a disposición de las autoridades pertinentes y que el Poder Ejecutivo sancionará a los funcionarios público que se vacunaron irregularmente.
El investigador Jon Cohen, autor del artículo “La táctica de vacunas de China” de Science, declaró a El Comercio que desconocía si la entrega de vacunas a funcionarios públicos era una táctica de la farmacéutica Sinopharm para promocionar sus productos en el mundo. Sin embargo, señaló que “a los funcionarios públicos, se les ha dado un estatus de prioridad en casi todas partes, aunque esto no se hizo en secreto”.
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“No sé si es una táctica de la empresa. Las agencias reguladoras del gobierno deciden si emiten una autorización de uso de emergencia, y eso es lo que sucedió en los EAU. China inmunizó a los fabricantes de vacunas y al ejército con CanSino fuera del uso de emergencia, y Rusia emitió el uso de emergencia para la vacuna Gamaleya antes de comenzar una prueba de eficacia. En cuanto a los funcionarios públicos, se les ha dado un estatus de prioridad en casi todas partes, aunque esto no se hizo en secreto” señaló.
En diciembre, EAU registró la vacuna e hizo público los resultados de la fase 3 de desarrollo: 86% de eficacia contra el virus. Perú otorgó a fines en enero la autorización para que la vacuna contra el COVID-19 de Sinopharm pueda ingresar al país y el mes siguiente recibió 1 millón de dosis en dos tandas. Aún no se ha revelado la eficacia de esta vacuna en los ensayos realizados en Perú.
El 9 de febrero pasado, el presidente de Perú, Francisco Sagasti, recibió su primera dosis de la vacuna de Sinopharm contra la COVID-19 en el Hospital Militar Central. El acto se llevó a cabo luego de que el presidente fuera incluido vía resolución ministerial en la primera fase vacunación contra el coronavirus (COVID-19) por ostentar el cargo más alto al que puede aspirar un funcionario público.
Hoy se sabe que no fue el primer funcionario del Estado en ser vacunado y que viceministros, ministros, entre otras autoridades, se vacunaron antes que él sin alguna norma de por medio.