Carlos Galdós alista su próximo espectáculo por fiestas patrias: “Yo también puedo ser presidente”, en el que revisa con humor parte de nuestra historia política de los últimos 30 años. Esto nos respondió en el test de Proust.
La última vez que fui absolutamente feliz fue cuando compré unas acciones mineras. Mi agente de bolsa me hizo una proyección a cinco años, riesgo moderado.Acto seguido, entró Castillo y mi plata se fue a cero.
La felicidad perfecta sería tener la certeza de que quienes nos gobiernen de aquí en adelante no nos van a desfalcar.
El rasgo que más me define es la terquedad de querer quedarme en el Perú. Me resisto a regalarles mis sueños, mis metas, mi país, a los delincuentes que nos gobiernan.
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Mi mayor extravagancia es creer en la buena fe de los candidatos cada cinco años… Les creo todo y caigo como un pelotudo. Por lo visto, soy un chico fácil de engañar...
Los amores de mi vida son todas las personas que he invitado a vivir conmigo. Son amores que me han acompañado por tramos. Hoy mi pasajera estrella es Marita y nos está gustando mucho nuestro viaje. Mis tres hijos son mis amores más puros.
No me identifico con nadie, estoy en mi propia construcción. No quiero parecerme a nadie. Trabajo en mi propia fórmula, con todo completo, lo bueno y lo malo.
Mi mayor logro es haber sobrevivido a todos los gobiernos, desde 1980 a la fecha. De hecho, lo que trato de encontrar en mi show Yo también puedo ser presidente es la razón por la que los peruanos elegimos siempre tan mal.
Mi mejor plan de sábado por la noche es tener función de mi show. Hermoso pretexto para salir despavorido de mi casa y liberarme del barullo de mis hijos por un par de horas.
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La experiencia me dice que nunca hay que decir nunca… aunque a lo que sí me resistiría es a la política. Hay gente muy despreciable en ese espacio y yo cuido mucho mi entorno.
Lo más raro que me ha pasado es que en algún momento me ofrecieron ser candidato a alcalde del distrito donde nací. Acto seguido a mi negativa, me preguntaron: “¿Por qué no quieres aceptar?”. Respondí: porque a mí no me gusta robar y no quiero que me menten la madre en la calle por pertenecer a ese partido (no diré cuál).
Mi vida está marcada por todas las veces que me dijeron “no”. Cada “no puedes”, “no es para ti”, “no tienes cómo”, “no sabes”, me regaló un “sí puedo” muy personal.
La televisión es para mí un espacio donde puedo conectar con una audiencia interesada en los mismos temas que a mí me interesan. Por dios y por la plata se ha convertido en eso, un bonito club con mis televidentes.