Los buscadores potenciados con IA se están convirtiendo en el futuro de Internet. Las empresas están apostando por esta tecnología debido a que ayuda a los usuarios a obtener resultados de forma más rápida y concreta. Sin embargo, la inteligencia artificial aún no es perfecta, por lo que debe resolver algunos problemas antes de tomar su lugar como el próximo monarca del ciberespacio.
Microsoft ya ha presentado el nuevo Bing, el cual está potenciado por la tecnología usada en ChatGPT, pero mejorada. Esta apuesta de la compañía, que también la incluyó en su navegador Edge, está revolucionando la manera en que buscamos información. Por ello, otras empresas también están desarrollando una competencia directa. Google, por ejemplo, está trabajando en Bard para seguir en la carrera.
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¿Cuáles son los problemas que enfrentan los buscadores potenciados con IA?
1. Resolver preguntas con la “verdad”: es imposible para un humano dar una respuesta que sea calificada como la verdad absoluta, lo que implica que la inteligencia artificial tampoco podrá hacerlo. Si bien hay hechos que no pueden refutarse, como que el agua hierve a los 100° C, cuando se trata de temas más complejos, la IA podría terminar dando respuestas equivocadas.
De por sí ya hay ejemplos actuales donde una IA no da la respuesta correcta. Por ejemplo, recientemente, Bard dio un dato inexacto sobre un hito histórico del supertelescopio James Webb de la NASA, lo que le costó millones a Google en la bolsa.
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2. Discernir entre lo bueno y lo malo: una IA no tiene la capacidad humana de diferenciar entre correcto e incorrecto. De por sí, las personas tienen diferentes puntos de vista con respecto a temas que siguen en el debate público, como la eutanasia o el aborto.
Cuando se le pregunta a motores de respuesta, como ChatGPT, estos buscarán información relevante sobre el tema, pero en muchas ocasiones otorgarán respuestas que podrían no ser las correctas. Un caso es el de Galactica, una IA de Meta que dio frases racistas y algunas noticias falsas ante las preguntas de los usuarios.
3. Regulaciones: Internet y las leyes no siempre van de la mano. El ciberespacio suele ser más libre que el mundo real y la libertad de expresión suele rayar en el borde del libertinaje. Sin embargo, como toda tecnología, la IA que potencia dispositivos o plataformas debe ser regulada. El problema es conocer hasta qué punto.
Una regulación no significa que se prohibirá el uso o desarrollo de la inteligencia artificial. En cambio, debe procurar que no ocurran los puntos anteriores. Es decir, las autoridades tienen que procurar que se respeten los derechos básicos de las personas, sin importar el tipo de tecnología. La creadora de ChatGPT, Mira Murati, incluso asegura que ya es momento de hacerlo y que debería involucrar actores de todas las profesiones. “Es muy importante que todos empiecen a involucrarse, dado el impacto que van a tener estas tecnologías”, dijo en una entrevista con la revista Time.
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4. Ciberataques: la ciberdelincuencia evoluciona al par de la tecnología. Es normal que se vean nuevas formas de ciberestafas o de esparcir malware. Sin embargo, imaginemos si en algún momento Google, el buscador, tiene una vulnerabilidad que es aprovechada por un cibercriminal. Si un malware es inyectado en esta herramienta, millones de personas en todo el mundo resultarían afectadas.
En el caso de la IA, no solo significaría que se descargue archivos maliciosas en los dispositivos, sino que también podrían llegar a manipularla a su antojo. “Jailbreak” es el término que se utiliza para quitar los permisos de iOS y, esencialmente, hacer lo que se desee con el sistema operativo. En el caso de un motor de búsqueda potenciado en una inteligencia artificial, utilizar estos métodos de “hackedo” significaría que cualquier persona podría hacer que esta dé respuestas malintencionadas, spam, o hasta “consejos” peligrosos. Si hay personas que se automedican utilizando Google, imaginémos cuántos lo harán preguntando a una IA.
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