Científicos de la Alianza para la Vida Silvestre del Zoológico de San Diego, en Estados Unidos, informaron este mes la primera eclosión confirmada de dos polluelos de cóndor de California a partir de huevos no fertilizados.
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Se trata del primer caso de partenogénesis, una forma de reproducción asexual, documentado en una especie aviar en la que la hembra tenía acceso a un macho, señalan los investigadores en un artículo publicado en Journal of Heredity, la revista oficial de la Asociación Americana de Genética,
El caso se da en la especie catalogada en peligro crítico de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. La confirmación del hecho se dio mediante pruebas genéticas moleculares.
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El descubrimiento
Durante un análisis rutinario de muestras biológicas, los científicos descubrieron que dos polluelos de cóndor estaban relacionados genéticamente con su respectiva madre, pero que no tenían ningún nexo con un macho.
Para verificar que no se trataba de un error, los investigadores repitieron el análisis a los ejemplares que vivían en cautiverio y formaban parte del programa de cría gestionado por la Alianza para la Vida Silvestre del Zoológico de San Diego.
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Los múltiples resultados confirmaron el primer hallazgo. De este modo, pudieron determinar que ambos representaban los dos primeros casos de reproducción asexual, o partenogénesis, que se daba en la especie.
Además, las dos hembras se alojaron continuamente con parejas masculinas fértiles. Así pues, este descubrimiento de la partenogénesis no solo es el primero que se documenta en los cóndores, sino que también es el primero que se descubre mediante el uso de pruebas genéticas moleculares, y el primero en cualquier especie aviar en la que la hembra tuvo acceso a una pareja de otro sexo.
“Se trata de un descubrimiento realmente asombroso”, afirmó Oliver Ryder, director de genética de la conservación del Zoológico de San Diego y coautor del estudio.
“No buscábamos exactamente pruebas de partenogénesis, sino que simplemente nos golpeó en la cara. Solo lo confirmamos gracias a los estudios genéticos normales que hacemos para demostrar el parentesco. Nuestros resultados mostraron que ambos óvulos poseían los cromosomas sexuales masculinos ZZ esperados, pero todos los marcadores solo se heredaron de sus madres, lo que verifica nuestros hallazgos”, añadió el científico.
La salud de las crías era frágil, según los investigadores, y vivieron pocos años, a diferencia de lo que sucede con aquellos ejemplaron que fueron producto de la reproducción sexual.
¿Qué es la partenogénesis?
La partenogénesis es una forma natural de reproducción asexual en la que un embrión no fecundado por los espermatozoides sigue desarrollándose, conteniendo únicamente material genético de la madre. Las crías resultantes se denominan partenotas.
Aunque este fenómeno es bien conocido por los biólogos, es relativamente raro en las aves, y normalmente se observa en hembras que no tienen acceso a los machos.
Los partenotes de cóndor de California fueron producidos por dos ejemplares diferentes, cada una de las cuales se alojó continuamente con un macho fértil. Ambas hembras también habían producido numerosas crías con sus compañeros: una tuvo 11 polluelos, mientras que la otra estuvo emparejada con un macho durante más de 20 años y tuvo 23 polluelos. Esta última pareja se reprodujo dos veces más tras la partenogénesis.
“Creemos que nuestros hallazgos representan el primer caso de partenogénesis aviar facultativa en una especie de ave silvestre, en la que un macho y una hembra se alojan juntos”, dijo Cynthia Steiner, directora asociada de la división de investigación de la conservación en la Alianza de Vida Silvestre del Zoológico de San Diego, y coautora del estudio.
“Aun así, a diferencia de otros ejemplos de partenogénesis aviar, estos dos sucesos no se explican por la ausencia de un macho adecuado”, agregó.
Sin motivo conocido
La partenogénesis ha sido documentada en las hembras de distintos animales. Existen dos tipos: la partenogénesis obligada y la facultativa. La primera de ellas se da, por ejemplo, en algunos reptiles que no requieren la intervención de un individuo macho para el desarrollo de una cría. En el segundo caso, que es el de los cóndores californianos, se da en animales que por lo general se reproducen sexualmente, pero dejan de hacerlo por motivos que los científicos todavía desconocen.
“La partenogénesis obligada es un proceso reconocido ampliamente en los reptiles, pero en años recientes se ha documentado la partenogénesis facultativa en hembras de diferentes especies de lagartijas y serpientes que han sido criadas en cautiverio [...] A diferencia de lo que ocurre en la partenogénesis obligada, las hembras que se reproducen facultativamente suelen dar origen a descendientes machos”, detalla la investigadora del Área Académica de Biología de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
¿Ha ocurrido antes?
Históricamente, el estudio de la partenogénesis en las aves dependía de una cuidadosa observación que dificultaba su confirmación, y los casos se limitaban principalmente a las aves domésticas. Por ejemplo, estudios hechos en 1965 y 1968 identificaron el desarrollo partenogenético en pavos, y en 1924 y 2008, los científicos observaron lo mismo en pinzones y palomas domésticas, aunque los huevos no llegaron a la fase de eclosión en estos últimos casos.
En la actualidad, los investigadores han podido confirmar este nuevo hallazgo en la Alianza para la Vida Silvestre del Zoológico de San Diego gracias a los datos exhaustivos recogidos en el exitoso Programa de Recuperación del Cóndor de California.
Durante más de 30 años, los conservacionistas han llevado a cabo una amplia investigación genética y genómica, utilizando muestras de sangre, membranas de cáscara de huevo, tejidos y plumas para recopilar datos hereditarios de 911 cóndores individuales.
Pudieron cruzar los registros genéticos históricos antes de confirmar el resultado de este caso distintivo de partenogénesis. El equipo de conservación del Zoológico de San Diego cree que, aunque estos resultados solo representan dos casos documentados en la población de cóndores, el descubrimiento podría tener importantes implicaciones demográficas.
Aunque uno de los polluelos falleció en el 2003 a la edad de 2 años y el otro en el 2017 a los 8, edades relativamente cortas para esta especie, el equipo planea continuar con futuros esfuerzos de genotipado con la esperanza de identificar otros casos de partenogénesis.
“Estos hallazgos ahora plantean preguntas sobre si esto podría ocurrir sin ser detectado en otras especies”, dijo Ryder.
Con información de El Tiempo, Colombia
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