Han pasado poco más de 21 meses desde que los primeros casos de una nueva enfermedad infecciosa –bautizada luego como COVID-19– fueron anunciados en la ciudad de Wuhan, en China, y es muy poco probable que en ese momento alguien haya avizorado que esa infección pudiera convertirse en la gran pandemia del siglo XXI.
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Ahora, ya terminando el segundo año de pandemia, mucha gente se pregunta: ¿qué pasará en los próximos meses? ¿Cuál será su comportamiento? ¿Esta terminará pronto? Las noticias no son buenas. Todo parece indicar que la pandemia se extenderá muy firmemente en su tercer año.
—Múltiples pandemias—
En primer lugar, es muy importante entender que, lo que al inicio puedo haberse interpretado como la pandemia, ha evolucionado a convertirse en múltiples pandemias, en las que cada país –y dentro de cada país, cada región– ha desarrollado su propia versión de la pandemia. Eso porque la pandemia no solo es un fenómeno biológico, sino también es un fenómeno político y social.
Partiendo de esa premisa, es muy fácil darse cuenta de que la pandemia tiene características completamente diferentes en Norteamérica, Sudamérica, Europa, Asia, África u Oceanía. Del mismo modo, es fácil también comprobar que la pandemia no tiene las mismas características en cada uno de los países de esos continentes. Pero yendo más allá, tenemos que aceptar también que la pandemia no tiene las mismas características en las diferentes regiones dentro de un mismo país. Esta última afirmación nos permite entender que todo evento de salud pública es un fenómeno local.
La lógica conclusión de saber que la pandemia es diferente en diferentes continentes, en diferentes países y en diferentes regiones dentro de cada país es que no habrá ningún anuncio universal del final de la pandemia, y que cada país tendrá –en diferentes momentos– su propio “fin de pandemia”.
Ese “fin de pandemia” estará, sin duda, señalado por la apertura económica de la sociedad, la cual deberá aceptar con qué grado de infección desea aprender a vivir en el futuro.
“Todo parece indicar que la pandemia se extenderá muy firmemente en su tercer año”.
Hay ya varios ejemplos de cómo algunos países están procediendo a abrir sus sociedades. Por ejemplo, países como Dinamarca y Singapur, que han logrado controlar la infección gracias a sólidos programas de salud pública y coberturas de vacunación completa cercanas al 80%, ya han entrado en un futuro pospandémico. Otros, como Estados Unidos, Reino Unido y otros países europeos, están abriendo sus sociedades a pesar de altas cifras de infección, indicando que no esperan al control absoluto de la infección para abrir la sociedad. En nuestra región, Argentina –que muestra algunas cifras favorables, pero aún no ha alcanzado el 50% de cobertura de vacunación completa– acaba de disponer, para muchos temprana y políticamente motivada, la apertura de su sociedad.
Casos especiales son los de China, Hong Kong y Nueva Zelanda, que han basado su estrategia de control de la pandemia en un extraordinario esfuerzo de vigilancia epidemiológica y aislamiento de casos para eliminar el virus de sus territorios. Al seguir esa estrategia de búsqueda activa de casos, es probable que esos países tengan todavía por algún tiempo, severas perturbaciones en el funcionamiento de sus sociedades.
—Variantes y vacunas—
Sin duda, la aparición de la variante delta y la disminución de efectividad de las vacunas en neutralizar a esta variante han cambiado el curso y pronóstico de la pandemia.
La esperanza de alcanzar la inmunidad de rebaño a una escala global, en opinión de varios expertos, se está esfumando por la variante delta, la disminuida capacidad neutralizante de las vacunas y la reticencia vacunal.
Por otro lado, la severa inequidad en la distribución de las vacunas, que permite millones de infecciones en países sin acceso a la vacuna, solo aumenta la probabilidad de tener nuevas variantes resistentes a las vacunas, con lo que se corre el riesgo de que surja una nueva pandemia.
—Corolario—
Sabiendo que la pandemia de 1918 tuvo un curso de aproximadamente cinco años, con tres años de pandemia activa, si alguien espera que la actual pandemia termine este año 2021 se llevará una sorpresa. En opinión de varios expertos, la pandemia continuará durante el 2022 y, para muchos países, quizás hasta el 2023, 2024 o más allá.
Al menos durante los próximos seis meses, las diferentes sociedades tendrán que aprender a convivir con la enfermedad endémica en que se irá convirtiendo el COVID-19, abriendo y cerrando escuelas y centros de trabajo de acuerdo al avance de la infección en sus territorios.
Según el Dr. Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota en Minneapolis, al menos durante los próximos años, y a medida que se desarrollen más vacunas, veremos subidas y bajadas en la frecuencia de la enfermedad, de frecuencias e intervalos impredecibles.
“No habrá ningún anuncio universal del final de la pandemia. Cada país tendrá su propio fin de pandemia”.
Dice el Dr. Osterholm “que la pandemia es como un incendio forestal que no se detendrá hasta que el virus encuentre toda la madera humana que pueda quemar”.
En otras palabras, y en una opinión compartida por muchos expertos, al igual que ocurrió en 1918, el nuevo coronavirus infectará en el planeta a todos aquellos a quienes tenga que infectar, pero, a diferencia de esa gran pandemia del siglo pasado, gracias al avance de la ciencia en términos de tratamientos de soporte en hospitales y unidades de cuidados intensivos, la actual no causará la gran mortalidad de su antecesora.
En camino al tercer año de la pandemia y hasta que no sepamos qué va a ocurrir con ella, es muy importante recordar que nuestra responsabilidad personal es vacunarnos y evitar el contagio.
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