Hubo un tiempo en que los antibióticos no existían. Las personas fallecían por infecciones que hoy son fáciles de controlar. Así, con el surgimiento de la penicilina a inicios del siglo XX y los antimicrobianos que le siguieron, se salvan millones de vidas cada año. De ello han pasado décadas, pero el panorama ha comenzado a cambiar y los actuales fármacos -en varios casos- están dejando de funcionar como antes.
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La resistencia a los antimicrobianos se da cuando los microorganismos (bacterias, hongos, virus y parásitos) sufren cambios debido a que están expuestos constantemente a medicamentos antimicrobianos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos). Entonces, estos patógenos se vuelven resistentes y el efecto de los fármacos utilizados comúnmente cae con el tiempo.
Esta es una de las 10 principales amenazas a la salud pública que enfrenta la humanidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero es un problema que pasa casi desapercibido para la mayoría de las personas, y más ahora en que todas las luces apuntan a la pandemia de COVID-19.
La resistencia a los medicamentos “hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de enfermedades y de muerte”, advierte la OMS.
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Así, cada vez más, los antibióticos utilizados cotidianamente dejan de ser efectivos para diversas enfermedades. Los efectos de este problema ya se registran en todo el mundo. La Revisión sobre la Resistencia Antimicrobiana (AMR, por sus siglas en inglés) calcula que cada año 700 mil personas mueren debido a la resistencia a los antibióticos.
Y la situación se agravará mucho más: en su informe para las Naciones Unidas, el Grupo de Coordinación Interinstitucional (IACG) afirma que, de no tomarse medidas, para el 2050 la resistencia a los antimicrobianos causará 10 millones de muertes al año, lo que la convertiría en la principal causa de fallecimientos en el mundo, superando al cáncer.
Los expertos y las agencias internacionales apuntan al uso excesivo e indebido de antimicrobianos como el principal factor para la aparición de patógenos resistentes a los fármacos. ¿Qué hacer? ¿Qué medidas tomar ahora para que la situación no se agrave? ¿Cuál es la situación del país?
El Comercio conversó sobre ello con el Dr. Ronnie Gavilán, secretario técnico de la Comisión Multisectorial sobre Resistencia a los Antimicrobianos, encabezada por el Ministerio de Salud.
“Durante la pandemia se ha usado de manera masiva los antibióticos, casi el 80 o 90% de la población ha consumido antibióticos”, alerta el experto.
- La resistencia a los antimicrobianos es tal vez uno de los grandes problemas que pasan desapercibidos para la mayoría de las personas…
Sí, yo creo que es básicamente un problema de percepción. Los efectos de este problema parecen no notarse en la población. Sin embargo, ahora, en medio de la pandemia, ya estamos viendo un poco estos efectos: se ha registrado que la resistencia a los antimicrobianos ha aumentado con notoriedad.
- Se ha reportado que muchos pacientes que llegaron a ser hospitalizados por COVID-19 habían usado antibióticos antes. Y esto es tal vez muestra de que estos fármacos son víctimas del prestigio que tienen: se cree que pueden curarlo todo.
Así es. Definitivamente, el mal uso de los antibióticos está generando este problema. Y si te das cuenta muchas de las personas los usaban de manera profiláctica [como prevención] durante la pandemia, y eso se debe tal vez a una mala información que le llega a la población, porque los antibióticos se utilizan cuando conocemos que tenemos una infección, no para prevenirla. Entonces, la consecuencia de esto lamentablemente la vamos a ver en los próximos meses y años; es un efecto que no es inmediato, sino progresivo.
- Hoy algunos fármacos de primera o segunda línea en algunos casos ya no funcionan para ciertos patógenos que se han vuelto resistentes.
Durante la pandemia se han utilizado antibióticos que se usan cuando otros no han surtido efecto sobre alguna infección. Eso ha sido bastante difícil, y precisamente el problema de la resistencia antimicrobiana es que este mal uso está promoviendo que emerjan nuevos patógenos resistentes. Ya lo estamos viendo en el mundo. Ya estamos observando que hay patógenos multirresistentes postpandemia que están emergiendo.
“Podemos ir a una farmacia y adquirir [antibióticos] sin receta médica”
- Se apunta mucho a la automedicación, al rol que tienen las personas, pero ¿cuál es el papel de la sobremedicación?, ¿cuál es la responsabilidad de los médicos al recurrir mucho a los antimicrobianos?
Un gran problema es que [en el país] los antibióticos y todo tipo de antimicrobianos se puede adquirir de manera directa. Podemos ir a una farmacia y adquirirlo sin receta médica. Creo que ese es uno de los principales problemas que promueve el uso discriminado de los antibióticos. Lo otro es que a veces compramos más de la cantidad que nos prescribe [el médico], entonces siempre tenemos un antibiótico de reserva en la casa; esta también es una forma de automedicación. Finalmente, algo en lo que estamos luchando también desde la comisión multisectorial es que se identifiquen adecuadamente las infecciones. A veces, utilizamos -y mal utilizamos- los antibióticos, por ejemplo, para infecciones virales en las cuales los antibióticos no tienen ningún tipo de acción. La identificación correcta de los agentes que producen infecciones permite un adecuado tratamiento con antibióticos.
- Hay pocos datos respecto a esta problemática en el país. ¿La comisión ya sabe el porcentaje de personas que usan antibióticos sin prescripción en el Perú?
No tenemos todavía datos exactos, pero estamos en ese proceso. Estamos construyendo todo un sistema para conocer cuál es el uso indiscriminado de los antimicrobianos mediante programas, por ejemplo, de uso racional de antimicrobianos. Esto es todo un proceso. Hay instituciones que se encargan de este trabajo y para los próximos años vamos a tener información del país.
- Esos datos van a permitir conocer la verdadera situación en el país, pero ¿se está contemplado investigar de manera más integral, considerando la salud de los animales y el ambiente?
El abordaje involucra vigilancias, que son monitoreos que se realizan a nivel nacional sobre dos aspectos en particular: uno es el uso racional de antimicrobianos y lo otro es la vigilancia de los patógenos, de las bacterias, los microorganismo que son resistentes. En ambos casos estamos realizando estudios bajo el enfoque ‘One Health’ (una salud), que considera la investigación tanto en la salud humana, animal y del ambiente. Estamos trabajando con diferentes sectores como los ministerios de Agricultura y Producción para enfocarnos en lo que es la sanidad animal, la inocuidad alimentaria; y con los ministerios del Ambiente y Vivienda en lo que respecta al medioambiente, como las aguas servidas, cuerpos de agua, a donde llegan microorganismos resistentes debido al uso de antibióticos en la ganadería y en otro tipo de actividades.
“Los antibióticos son difíciles de degradarse en ese camino, tienen un periodo de vida bastante largo”
- Lo consultaba porque muchas veces el tema de la resistencia a los antimicrobianos se limita a la salud humana…
Sí. Durante la pandemia se ha usado de manera masiva los antibióticos, casi el 80 o 90% de la población ha consumido antibióticos, y estos finalmente se excretan, se eliminan en nuestras excretas. El antibiótico no desaparece, sino que se trasladan hacia el medioambiente, y llegan a los cuerpos de agua, a los océanos, a los ríos, y finalmente llegan a los animales silvestres. Los antibióticos son difíciles de degradarse en ese camino, tienen un periodo de vida bastante largo, son metabolitos muy estables y se mantienen en la naturaleza. Entonces, estamos viendo el efecto del uso no solamente en la salud humana, porque se utilizan mucho en la ganadería. Eso es lo que estamos trabajando en la comisión para evidenciar este uso de los antimicrobianos en la ganadería y en agricultura que, aunque no lo creas, es bastante grande. Inclusive, a nivel global, se sabe que la mayor cantidad de antimicrobianos que se produce no van para la salud humana, se utilizan en la ganadería, en la agricultura, en la producción.
- En ese sentido, cómo estamos en la regulación sobre uso de antibióticos en la industria.
Es un tema importante, y es tarea de un grupo de trabajo dentro de la comisión. Por ejemplo, en el 2019, gracias a estos trabajos, iniciamos la prohibición de algunos antimicrobianos como promotores de crecimiento. En la industria avícola o bovina, por ejemplo, se utilizan antibióticos para el crecimiento rápido de algunos animales. En el país se utilizaba un antibiótico que es sumamente importante para los humanos: la colistina, que es considerada un medicamento de reserva; es decir, cuando no funcionan los otros antibióticos, se utilizan estos que son bastante tóxicos, pero que pueden salvarle la vida al paciente porque ya no hay otra alternativa de tratamiento. En el Perú hasta el 2019 se utilizaba este antibiótico. En noviembre de ese año se prohibió su uso como promotor de crecimiento en los animales. En los próximos años probablemente vamos a continuar con este proceso de ir prohibiendo el uso de los diferentes antimicrobianos en la ganadería. Es un proceso a mediano y largo plazo.
“Los pacientes que tienen una infección por un patógeno resistente hacen un mayor gasto”
- ¿Cuándo tendremos un primer reporte sobre la resistencia antimicrobiana?
A partir de este año vamos a generar ya el primer reporte de lo que es el uso de los antimicrobianos [en el país], lo vamos a socializar con la población. Es importante indicar que todo este trabajo necesita también un apoyo tanto financiero como político.
- Para culminar, ¿cuáles serían las recomendaciones que le puede dar a la población en general sobre los peligros que significa automedicarse con antibióticos?
Siempre debemos utilizar estos medicamentos cuando los recete un profesional autorizado. También decirle a la población que este es un problema serio y que va en aumento; probablemente cada año que pase se van a ir notando cada vez más sus efectos a nivel global. Debemos considerar además el costo social y económico que involucra este problema, porque los pacientes que tienen una infección por un patógeno resistente hacen un mayor gasto y hay menos alternativas de tratamiento.
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