En El Comercio continuamos con nuestra serie de entrevistas a personajes relevantes de la ciencia peruana. El extracto presentado a continuación forma parte de la nueva serie de podcast “Mentes Peruanas”, en donde buscaremos conocer lo que hay detrás de los científicos, investigadores y expertos peruanos.
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Es uno de los pocos médicos peruanos capaces de corregir enfermedades en fetos que aún están en el útero materno. Luego de especializarse en EE.UU. y el Reino Unido, el ginecólogo Enrique Gil regresó al Perú en el 2017 y encontró un sistema de salud que no se daba abasto para atender a las embarazadas. Tras el primer año de la pandemia, considera que no se aprovechó tiempo valioso, sobre todo para las gestantes y pacientes de enfermedades crónicas.
— ¿Cómo evalúa el manejo de la pandemia desde el punto de vista de la salud?
Lo básico de la pandemia ha sido siempre identificar cuáles son nuestras debilidades y fortalezas como sistema de salud. En ese sentido, el manejo desde el inicio no ha sido el adecuado, porque nos hemos preocupado por compararnos mucho con otros sistemas de salud, sin entender que la salud es parte de un todo. Tiene que estar integrada totalmente a un sistema que involucra la parte económica, la parte social y la educativa. En ese aspecto, la parte de salud tiene múltiples parámetros.
— ¿Cuáles son estos?
Los relacionados con la edad de las personas y, en la parte que a mí me incumbe, las mujeres embarazadas. Otro aspecto de la salud es la distribución. ¿Cómo está organizado el sistema de salud en el Perú? Sabemos que no es un sistema de salud único, sino que tenemos distintos, como el de las FF.AA., el de la policía, del Minsa, Essalud y del sistema privado. Por lo tanto, todos esos parámetros nos obligaban, antes de realizar cuarentenas de forma absoluta, a analizar qué es lo que lográbamos en estas circunstancias. Allí es donde recalco que por prever un contagio en el manejo de la epidemia, se reforzó la aparición de debilidades en el sistema de salud.
“Nos hemos preocupado en compararnos con otros sistemas de salud sin entender que la salud es parte de un todo”.
— ¿Considera que se debió aprovechar el tiempo de la cuarentena?
Ese tiempo que se ganó en la cuarentena debió aprovecharse para mejorar nuestras debilidades, como la distribución de más plantas de oxígeno, la adquisición de pruebas de detección moleculares y, en la parte etaria, el afianzamiento de los pacientes en riesgo: adultos mayores, embarazadas. Muchas de ellas perdieron sus controles prenatales y evaluaciones ecográficas. También se dejó de hacer evaluaciones de la niñez y de muchos pacientes de enfermedades crónicas como el cáncer, diabetes, etc. Eso no se aprovechó en el tiempo que ganamos en la cuarentena y cuando esta se suspende, recién atacamos esos problemas.
— ¿Qué tanto sigue afectando esta situación a las pacientes embarazadas?
La pandemia sigue afectando a las embarazadas, sobre todo en la parte física y emocional. Y ahí aparece otro problema muy importante para la salud: no se ha valorado adecuadamente la parte de la salud emocional, la salud mental. Al no valorarse eso y en las pacientes que yo veo, la principal forma en que se vieron afectadas fue a través de la suspensión de los controles prenatales. Ya veníamos con un sistema de salud pública en el cual el control de la mujer embarazada venía aplazado por el gran número de citas y la oferta limitada, cuando se suspende la atención presencial no había un plan de contingencia como, por ejemplo, la telesalud, para atender vía electrónica y solucionar las dudas que las embarazadas plantean.
“La única forma de evaluar al feto dentro de la madre es a través de una ecografía. Esas evaluaciones se suspendieron”.
— ¿Y también se afectó su campo de especialización, el de la cirugía fetal?
Así es. La única forma de evaluar al feto dentro de la madre es a través de la ecografía y estas evaluaciones también se suspendieron. Esto fue un grave error, porque si bien un 95% de los embarazos evoluciona de forma normal, un 5% sí tiene problemas y si estos no son notificados por medio de una ecografía, se puede desencadenar un tipo de muerte perinatal, ya estando aún dentro del útero o al nacer. Aunque ahora los sistemas sanitarios han reabierto, no existe una distribución adecuada para satisfacer la demanda de las embarazadas en cuanto a sus atenciones prenatales. Todo esto se resume en: ven al hospital cuando tengas algún signo de emergencia, cuando lo ideal sería tener controles prenatales, combinando lo presencial y el sistema a distancia.
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— ¿Cómo deberían afrontar las nuevas autoridades el reto de este segundo año de pandemia?
Hay tres puntos claves: la detección masiva de la infección, es decir, que el Estado haga este tipo de pruebas de detección masivas moleculares o de antígenos. Esto debe ir de la mano con el segundo punto: la creación de cercos epidemiológicos, para detectar dónde hay personas enfermas y cercarlas. Así no suspenderíamos nuestra economía que tiene una alta tasa de informalidad. Y todo esto se complementa con la vacunación. Es fundamental entender que las embarazadas son un grupo de riesgo y que, por lo tanto, deberían ser vacunadas. Ya existe evidencia de que las vacunas protegen a las embarazadas y que estas transmiten anticuerpos protectores a sus bebes dentro del útero.
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