La búsqueda del “elixir de la eterna juventud” se ha extendido por siglos y continentes. Pero últimamente esa búsqueda se ha centrado en las islas de Okinawa, Japón.En este lugar, en un archipiélago del sur del territorio nipón, los adultos mayores no sólo disfrutan de la mayor esperanza de vida del planeta, sino que la gran mayoría de los años que llegan a vivir los pasan con un estado salud excelente.Allí llama la atención el número de personas que alcanza los 100 años.
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Por cada 100.000 habitantes, Okinawa tiene 68 que superan el siglo de vida, más de tres veces la proporción que se da en algunas poblaciones de Estados Unidos con el mismo tamaño.Incluso para los estándares de Japón los habitantes de Okinawa se destacan: tienen un 40% más de probabilidades de vivir más de 100 años que sus compatriotas de otras zonas del país.
Por eso, no es de extrañar que los científicos hayan pasado décadas intentando descubrir los secretos de la longevidad de los habitantes de este lugar del mundo, tanto en sus genes como en su estilo de vida.Y uno de los factores que más ha llamado la atención de la ciencia recientemente es la alta proporción de carbohidratos con respecto a las proteínas que tiene su dieta, con una abundancia particular de batata como fuente principal de calorías.
“Es todo lo contrario de las dietas populares actuales, que abogan por un consumo elevado de proteínas y bajo de carbohidratos”, señala Samantha Solon-Biet, quien investiga temas nutrición y envejecimiento en la Universidad de Sidney.
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Sin embargo, a pesar de la popularidad de la que han gozado las dietas tipo Atkins o Paleo, existe una evidencia muy limitada de que las dietas altas en proteínas realmente traen beneficios a largo plazo.
Entonces, ¿podría la llamada “proporción de Okinawa”, de 10 carbohidratos por cada proteína, ser el secreto para una vida larga y saludable?Aunque es pronto para sugerir cambios en el estilo de vida basándonos en estas observaciones, los análisis más recientes - que incluyen estudios longitudinales en humanos y ensayos con animales- sugieren que la hipótesis merece una atención seria.Según estos hallazgos, una dieta baja en proteínas y alta en carbohidratos desencadena diversas respuestas fisiológicas que nos protegen de enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer, las afecciones cardiovasculares y el Alzhéimer.Y la “proporciónde Okinawa” podría lograr el equilibrio dietético óptimo para lograr esos efectos.
Gran parte de esta evidencia proviene del Estudio Centenario de Okinawa (OCS, por sus siglas en inglés), que desde 1975 ha estado investigando la salud de la población anciana.El OCS se encarga de evaluar a los habitantes de toda la prefectura de Okinawa, que incluye más de 150 islas. Para 2016, había examinado a 1.000 personas que tenían más de 100 años.Pero, en vez de sufrir un deterioro intenso con la edad, entre los centenarios de Okinawa parecería que muchos de los signos habituales del envejecimiento se manifiestan mucho más tarde, con casi dos tercios de ellos gozando de autonomía y buena salud hasta la edad de 97 años.Este notable “espacio de buena salud” fue evidente en muchas enfermedades asociadas a la edad.Por ejemplo, muchos de estos hombres y mujeres centenarios de Okinawa no mostraban los signos típicos de las afecciones cardiovasculares, sin la acumulación de las placas duras “calcificadas” alrededor de las arterias que pueden producir infartos.Los residentes más antiguos de Okinawa también tienen índices mucho más bajos de cáncer, diabetes y demencia que otras poblaciones de edad avanzada.
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Dados estos resultados, hay pocas dudas de que Okinawa tiene una población excepcional.
Pero,¿qué puede explicar esa extraordinaria longevidad?La buena fortuna genética podría ser un factor importante. Gracias a la geografía de las islas, las poblaciones de Okinawa han pasado grandes tramos de su historia en un aislamiento relativo, lo que puede haberles dado un perfil genético único.Los estudios preliminares sugieren que esto puede incluir una prevalencia reducida de una variante genética (APOE4), que se vincula con un incremento del riesgo de enfermedades cardíacas y Alzhéimer.También es más probable que tengan una variante del gen FOXO3, involucrado en la regulación del metabolismo y el crecimiento celular.Esto está asociado a la baja estatura, pero también parece reducir el riesgo de diversas enfermedades relacionadas con la edad, incluido el cáncer.Aun así, parece poco probable que los buenos genes expliquen por completo la longevidad de los habitantes de Okinawa, por lo que los factores asociados al estilo de vida también resultan dignos de atención.El OCS descubrió que los habitantes de Okinawa tienen menos probabilidades de fumar que el resto de las poblaciones y, como trabajaban principalmente en la agricultura y la pesca, se mantienen físicamente activos.También, gracias a la vida en comunidades de lazos muy estrechos, tienen una vida social que se mantiene en la tercera edad, que se ha demostrado tiene beneficios en la reducción del estrés y el aumento de la expectativa de vida.
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Pero es la dieta de los habitantes de Okinawa la que quizá pueda explicar el envejecimiento saludable.
A diferencia del resto de Asia, el alimento básico en Okinawa no es el arroz sino la batata, introducida allí por primera vez a principios del siglo XVII a través del comercio con los Países Bajos.Los locales también comen una gran cantidad de vegetales verdes y amarillos, como el melón amargo, y varios productos derivados de la soya.A pesar de que sí comen cerdo, pescado y otras carnes, éstas suelen ser un pequeño componente de su consumo, que se basa principalmente en alimentos de origen vegetal.Por lo tanto, la dieta tradicional de Okinawa es rica en vitaminas y minerales, incluidos los antioxidantes, pero también es baja en calorías.Especialmente en el pasado, antes de que la comida rápida entrara en las islas, en Okinawa se ingería en promedio un 11% menos de calorías que lo que se considera el consumo normal recomendado para un adulto.Por esta razón, algunos científicos creen que los habitantes de Okinawa ofrecen más evidencias de las virtudes que tiene una dieta restringida en calorías.
Desde la década de 1930, algunos médicos y científicos han argumentado que limitar de manera continua la cantidad de energía que consume una persona puede tener muchos beneficios que van más allá de la pérdida de peso. Y uno de ellos es la desaceleración del proceso de envejecimiento.Uno de los experimentos más convincentes se realizó con un grupo de monos Rhesus, que consumió un 30% menos de calorías que el mono promedio y mostró una sorprendente reducción de 63% en muertes por enfermedades relacionadas con la edad durante un período de 20 años.También lucían más jóvenes: tenían menos arrugas y su pelaje conservaba el brillo juvenil en lugar de tornarse gris.Debido a dificultades prácticas aún no se han completado ensayos clínicos a largo plazo en seres humanos, que podrían probar los efectos sobre la longevidad.Sin embargo, un experimento reciente de dos años, financiado por el Instituto Nacional del Envejecimiento de EE.UU., fue muy sugerente: la dieta mostró que los participantes que tenían un consumo de calorías restringido gozaban de una mejor salud cardiovascular, incluida menor presión arterial y colesterol.
No queda claro por qué una dieta restringida en calorías sería tan beneficiosa, pero hay varias teorías.Una posibilidad es que la restricción calórica altera la señal de energía de la célula, de modo tal que el cuerpo dedica más recursos a la conservación y el mantenimiento, como la reparación del ADN, en lugar de al crecimiento y la reproducción, lo que limita el “estrés oxidativo” que puede causar daño celular.
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Entonces, ¿deberíamos todos adoptar la dieta de Okinawa? No precisamente.Karen Ryan, una nutricionista de la Universidad de California, señaló que existe evidencia de que un consumo reducido de proteínas puede limitar el daño corporal hasta los 65 años, pero luego de allí el cuerpo más bien se beneficiaría con un aumento en la ingestión de proteínas.“Se espera que la nutrición óptima varíe a lo largo de nuestra vida”, dijo.
Y también vale la pena mencionar un estudio, que encontró que los méritos relativos de las proteínas o los carbohidratos en realidad parecen depender de cuál sea la fuente de la proteína: una dieta alta en proteínas de origen vegetal parece ser mejor que una dieta rica en carne o lácteos, por ejemplo.Por lo tanto, los habitantes de Okinawa podrían vivir más tiempo porque tienen una dieta de (mayormente) frutas y verduras, y no por la proporción de altos carbohidratos y escasas proteínas.En última instancia, señala Ryan, la salud de los habitantes de Okinawa se debe probablemente a una confluencia afortunada de muchos factores.“Y las interacciones específicas entre estos factores también son importantes”, concluyó.Es posible que necesitemos muchos años más de investigación para comprender la importancia de cada uno de esos ingredientes, antes de que finalmente encontremos una receta infalible del “elixir de la juventud”.
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