En la esfera dominada por nombres masculinos que es la industria tecnológica, se destaca una figura femenina pionera en el corazón de Apple. Shaan Pruden, licenciada en ciencias de la computación por la Universidad de Victoria, se enamoró de la informática en 1984, cuando el revolucionario Macintosh hizo su debut. Ese amor a primera vista marcó el comienzo de una fascinante carrera que cambiaría la cara de la tecnología tal como la conocemos.
Tras cuatro años como analista de sistemas en el Instituto de Tecnología del Sur de Alberta, Pruden encontró su camino hacia Apple en 1989. Su papel inicial, resolviendo las consultas de los clientes empresariales sobre los productos de la empresa, pronto se transformó en algo más significativo. Con una tenacidad inquebrantable y una visión audaz, Pruden se convirtió en la “Directora Senior de Gestión de Asociaciones y Relaciones con Desarrolladores Mundiales”, un título que resonaría en los pasillos de Cupertino y más allá.
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La relación de Pruden con el legendario Steve Jobs fue crucial en su viaje en Apple. Enfrentando los desafíos juntos, ella se convirtió en una defensora apasionada del poder de las aplicaciones, reconociendo su importancia fundamental en el ecosistema de Apple. Su momento culminante llegó en 2018, cuando subió al escenario durante una keynote para presentar las “capacidades creativas del nuevo iPad Pro”. Este hito no solo fue un testimonio de su experiencia, sino también un recordatorio poderoso de que las mujeres pueden liderar en un mundo tecnológico dominado por hombres.
Bajo el liderazgo visionario de Pruden, Apple lanzó iniciativas innovadoras como la Apple Developer Academy, un proyecto que ha graduado a casi 5,000 estudiantes y ha abierto las puertas de la educación tecnológica a diversas comunidades. Además, su influencia en la App Store ha resultado en el desarrollo de más de 103,000 aplicaciones y la creación de más de 10 start-ups, contribuyendo significativamente al ecosistema emprendedor.
La historia de Shaan Pruden no es solo la historia de una mujer excepcional en la tecnología, sino también un testimonio conmovedor del poder de la perseverancia y la pasión. Su legado es un faro de inspiración para las generaciones futuras, un recordatorio de que el talento no tiene género y de que las barreras pueden ser derribadas por aquellos con la determinación y el ingenio para hacerlo. En un mundo que evoluciona hacia la diversidad y la inclusión, Shaan Pruden ha dejado una huella indeleble en el paisaje tecnológico de Apple y más allá.
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