La vuelta de Sam Altman como director ejecutivo de la firma tecnológica estadounidense OpenAI, creadora de la plataforma de inteligencia artificial (IA) ChatGPT, es síntoma del momento de tensiones profundas existentes en el corazón de la comunidad de esa nueva tecnología.
La junta que despidió a Altman fue reemplazada casi por completo tras una rebelión de los empleados que exigieron su renuncia, consolidando la posición del ejecutivo al frente de la empresa.
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El único superviviente en la junta de esta nueva era es Adam D’Angelo, director ejecutivo del sitio de preguntas y respuestas Quora.
A él se unirán el excodirector ejecutivo de Salesforce, Bret Taylor, y el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos y presidente de la Universidad de Harvard, Larry Summers.
Altman encontrará en Summers a un economista experimentado y una figura muy conocida en Washington, que ha hablado tanto de los peligros como de las oportunidades de ChatGPT para las “clases cognitivas”.
“ChatGPT reemplazará lo que hacen los médicos, escuchar síntomas y hacer diagnósticos, antes de cambiar lo que hacen las enfermeras”, había señalado Summers a Bloomberg News a principios de este año.
Ni Altman ni el cofundador de OpenAI Greg Brockman quien renunció como presidente de la compañía tras el cese de Altman, regresarán a la junta, que pronto podría tener hasta seis miembros adicionales, según el diario The Wall Street Journal.
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“Me encanta OpenAI, y todo lo que hice en los últimos días ha estado al servicio de mantener unido a este equipo y su misión”, escribió Altman en una publicación en la red social X el martes por la noche.
Disputas sobre la salida
La saga de cinco días comenzó el viernes, cuando Altman fue abruptamente despedido por razones que aún no están claras.
Según un comunicado, la cúpula directiva decidió cesarle porque “no fue consistentemente sincero en sus comunicaciones con la junta”, aunque no se dieron más detalles.
La junta se resistió firmemente los intentos de traerlo de regreso, nombrando a dos nuevos directores ejecutivos durante el fin de semana, antes de que tres de sus cuatro miembros restantes fueran despedidos el martes para allanar el camino para la dramática vuelta de Altman.
Algunos medios de comunicación informaron que había preocupaciones de que OpenAI se estuviera alejando rápidamente de su misión declarada de “construir inteligencia artificial general segura y beneficiosa para el beneficio de la humanidad”, con fines de lucro.
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Sin embargo, el CEO interino de OpenAI, Emmett Shear, sostuvo en una publicación en redes sociales que le habían asegurado que “la junta no destituyó a Sam por ningún desacuerdo específico sobre seguridad”, sin dar más detalles sobre por los motivos oficiales.
Temores sobre la gobernanza de la IA
El retorno de Altman reafirma su posición como líder en el campo de rápida evolución de la IA generativa.
Pero el acuerdo también resalta el creciente poder que la gigante Microsoft ejerce ahora sobre el futuro de OpenAI.
Durante sus cinco días como director cesado, Altman ocupó brevemente un puesto en Microsoft, que ha invertido miles de millones de dólares en OpenAI y ayudó a lanzar ChatGPT, el robot conversacional cuyo éxito desató una carrera global multimillonaria en investigación y desarrollo de la tecnología.
En una publicación de X que confirma su regreso, Altman citó el “apoyo de Satya” en su decisión de regresar a OpenAI, una referencia al director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella.
“Estoy deseando volver a OpenaAI y aprovechar nuestra sólida asociación con Msft”, añadió Altman, en aparente referencia a Microsoft.
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Si bien ChatGPT de OpenAI es el modelo de lenguaje grande más conocido, muchas de las otras grandes empresas tecnológicas, incluidas Meta, la matriz de Google y Facebook, han invertido mucho en la tecnología de IA, lo que genera preocupaciones sobre su gobernanza.
A principios de mes, gobiernos y empresas tecnológicas occidentales acordaron un nuevo régimen de pruebas de seguridad para disipar las preocupaciones sobre el ritmo al que crece la IA y la falta de salvaguardias globales para poder controlarla.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo en una conferencia en Londres que el mundo estaba “poniendose al día” en los esfuerzos por regular la IA, que presetaba “posibles consecuencias negativas a largo plazo” en todas las áreas, desde el empleo hasta la cultura.
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