El matrimonio del príncipe Carlos y Lady Diana estuvo condenado al fracaso desde el principio, porque el primogénito de Isabel II de Inglaterra estaba enamorado de otra mujer, Camilla Parker Bowles. Y es precisamente en lo que se centran los primeros episodios de la cuarta temporada de “The Crown”.
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La serie de Netflix creada y escrita por Peter Morgan empieza mostrando como nació el amor entre el príncipe Carlos y Camilla Shand. A pesar de los deseos de ambos, la norma establecía que el heredero al trono debía casarse con una mujer virgen, descartando cualquier posibilidad para la pareja.
Lord Mountbatten y la Reina Madre intervinieron para que Carlos se fuera con la Royal Navy en enero de 1973 y Camilla acelerara sus planes de matrimonio con Andrew Parker Bowles. Sin embargo, eso no impidió que los enamorados continuaran frecuentándose.
DIANA SPENCER ERA “LA INDICADA”
Aunque Lady Diana, a quién el príncipe Carlos conoció gracias Lady Sarah Spencer, era la indicada para la familia real por su ingenuidad y su virginidad, el futuro monarca solo tenía ojos para Camilla, un amor imposible al que no estaba dispuesto a renunciar.
Diana Spencer, la hija menor del conde John Spencer y Frances Ruth Burke Roche, descendiente del Barón de Fermoy, era 12 años menor que el príncipe y después de 12 citas y un precipitado compromiso, se convirtió en la Princesa de Gales.
Incluso antes de la boda real, Diana descubrió, gracias a una pulsera, que Carlos no la quería y que seguía viendo a Camilla Parker Bowles. A pesar de eso, ella tuvo que continuar con los planes y mantener la imagen de matrimonio perfecto.
LA PULSERA DE LA DISCORDIA
En el tercer episodio de la cuarta temporada de “The Crown”, mientras los regalos de boda empezaron a llegar al palacio de Buckingham, Lady Di encontró un ramo de flores con una tarjeta que decía: “para Gladys de Fred”.
Aunque hasta ese momento, esos nombres no significaban nada para ella, un almuerzo con Camilla Parker Bowles le aclaró el panorama. La amiga especial del príncipe le reveló que esos eran los apodos cariñosos que utilizaban entre ellos.
Todo empeoró cuando la joven entró al despacho del secretario personal del príncipe, Michael Colborne, y se encontró en su escritorio el boceto de una pulsera con las iniciales G y F. Obviamente ató cabos y comprendió todo.
Su prometido le explicó que la pulsera de la discordia no era más que un obsequio de despedida, pero eso no dejó de atormentar a Lady Diana. Eso sumado a la presión por la boda desencadenó varios episodios de bulimia en la joven princesa.
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Nuevo tráiler de la cuarta temporada de “The Crown”
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