Dos rugidos antes de empezar la película, uno cuando termina. Y como desde el principio se trataba de conseguir el impactante ‘efecto trueno’, los técnicos expropiaron el poderoso rugido de un tigre anónimo y lo incorporaron en la garganta de ‘Leo el león’, la mascota estrella del séptimo arte. Esa que aparece circundada por el lema ‘ars gratia artis’ (‘el arte por el arte’) desde 1924 cuando los estudios de Samuel Goldwyn se fusionaron con los de Louis B. Mayer y la Metro Pictures de Marcus Loew para crear el conglomerado más poderoso de la industria cinematográfica. Fueron nueve leones diferentes y un solo bramido. Pero ninguno como el estruendoso alarido con el que Jeff Bezos acaba de sacudir al mundo.
Como parte de su plan para destronar a Netflix y Disney, hasta ahora imperiales en su gobierno streaming, el gigante del comercio electrónico —que ya tiene el servicio de transmisión de video Prime, la transmisora de videojuegos Twitch y hace una década lanzó su propio estudio para producir películas, sin éxito— decidió dejar de aventurarse por negocios similares, hacer un solo movimiento bancario y lanzarse directamente sobre el tesoro: acaba de pagar 8.450 millones de dólares por el catálogo de la Metro Goldwyn Mayer (MGM), incluyendo los derechos de la biblioteca de cine y televisión del estudio Golden Age.
De glamour y cartón
Considerando que semejante catálogo incluye más de 4 mil películas y 17 mil programas de televisión, se trata de una operación cuya audacia no tiene precedentes. Una operación que, por cierto, va más allá de toda proeza financiera —solo la franquicia por 24 películas de James Bond ha generado la friolera de 16,3 mil millones de dólares en ventas globales—: ser propietario de clásicos absolutos como “Cantando bajo la lluvia”, “Lo que el viento se llevó”, “El mago de Oz”, “2001: Odisea del espacio”, “El cuento de la criada” o “Fargo” resulta casi tan insólito como disponer de joyas de la cultura pop como “Rocky”, “El silencio de los inocentes”, “Poltergeist”, “Moonstruck”, “Legally Blonde” o “The Pink Panther”.
Es más, Amazon ahora tiene la libre disposición sobre obras tan etéreas como invaluables. Por ejemplo, sobre el glamour mudo de Greta Garbo, John Gilbert, William Haines, Joan Crawford, Norma Shearer o Buster Keaton. O de esos pasajes históricos e inmemoriales que llegaron con la sonoridad de los años treinta corporeizados en Clark Gable, Jean Harlow, Robert Montgomery, Spencer Tracy, Myrna Loy, Jeanette MacDonald y Nelson Eddy. Pionera del technicolor, MGM filmó “The Uninvited Guest”, “The Big Parade” y “Ben – Hur”. Y también lanzó “The Viking” (1928), la primera función completa a todo color con una partitura sincronizada y efectos de sonido.
MGM fue la que puso en vitrina a los desopilantes Laurel y Hardy. Fue la que popularizó los pasos de Fred Astaire y le puso un ecran gigantesco a la voz de Frank Sinatra. Y cuando la televisión empezó a menguar la asistencia al cine, ‘la metro’ contraatacó con una serie de musicales que ya son clásicos atemporales: “Un americano en París”, “Cantando bajo la lluvia” y “Siete novias para siete hermanos”. Para cuando el cinemascope llegó a Hollywood, respondió con “My Fair Lady”, “Camelot” y “Gigi”. Luego se metió a la televisión con “The MGM Parade” y, haciéndose de la compañía Hanna-Barbera Productions, lideró el mundo de los cartones con Tom y Jerry como puntas de lanza.
Millones y estrellas
Acaso el gran suceso de la MGM sería “Ben-Hur” y sus cuatro horas de épica pura en technicolor. Once premios de la Academia, incluyendo el de mejor película, fue un hito que se mantuvo hasta que “Titanic” lo igualó en 1997 y “El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey” en 2003. Luego el estudio declinaría financieramente –con algunos paréntesis exitosos como “Doctor Zhivago”—, tanto que ni la soberbia, impecable e implacable imagen de Sean Connery serviría para reverdecer sus viejos esplendores. La casa iba de tumbo en tumbo gasta que finalmente Amazon —también propietario del diario The Washington Post, la firma espacial Blue Horizon y la cadena de supermercados Whole Foods— desembolsó mucho más de los 6 mil millones en los que había sido tasado.
El acceso a esas películas y programas supone un golpe en la línea de flotación no solo de Netflix sino de otras plataformas como HBO Max, Paramount y Disney +. Así, se estima que los actuales 200 millones de sunoscriptores con los que cuenta Amazon Prime se disparen apenas el catálogo de la MGM entre en circulación. Inesperado final para ese legendario conglomerado cinematográfico que, en su momento, se preciaba de tener “más estrellas que el firmamento” —Louis B. Mayer, dixit—. Ahora es Bezos, el hombre más rico del mundo, capaz de bajarlas de su pedestal y subirlas al ciberespacio con solo abrir su billetera.
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