No es difícil entender por qué Cuba es un destino tan popular para los turistas extranjeros.
La música, los puros, el buen ron y las playas paradisíacas han atraído visitantes a la isla desde mucho antes de la llegada al poder de la Revolución Cubana.
Si se añade la imagen de los carros clásicos atravesando las calles de uno de los últimos bastiones comunistas del mundo, Cuba tiene un carácter único en el mercado internacional del turismo: ese sello de “autenticidad” que tanto busca el turista promedio en la actualidad.
A pesar del proceso de “deshielo” diplomático entre los gobiernos de Raúl Castro y Barack Obama que comenzó en diciembre, Washington mantiene su prohibión oficial de que los ciudadanos estadounidenses viajen a la isla.
Aun así, algunos turistas de EE.UU. ignoran esa veda.
“A mí no me importa si ellos creen que estoy infringiendo la ley”, confiesa David, un músico del estado de Illinois que realiza su segundo viaje a Cuba sin los permisos necesarios.
“Siempre la he considerado una regla arbitraria y ridícula”, insiste.
Y cada vez más compatriotas suyos piensan lo mismo. Especialmente desde que vieron a su presidente sentarse junto a Raúl Castro en Panamá el 11 de abril, se sienten más legitimados para visitar la isla.
A muchos de ellos les parece injusto -y hasta ilógico- prohibir los viajes a un país con el que las relaciones tienden a ser cada vez más cercanas.
Visas
Tradicionalmente, los estadounidenses que han visitado Cuba de forma ilegal han llegado vía México, Canadá o Bahamas.
Pero desde diciembre ha sido mucho más fácil conseguir una visa oficial en alguna de las 12 categorías que les permiten la entrada, desde intercambios culturales y científicos hasta eventos deportivos o musicales.
Además, muchos simplemente han perdido el miedo a que el gobierno estadounidense los vaya a multar por visitar Cuba sin autorización previa.
Se han abierto nuevas rutas de vuelos chárter a La Habana desde Nueva Orleans y Nueva York, y empresas reconocidas como AirBnB y MasterCard han anunciado sus planes de iniciar operaciones en la isla comunista.
El resultado es un auge sin precedentes en la demanda de vuelos y hospedaje en Cuba.
Un operador en Nueva York reportó un aumento de casi 250% tan sólo en marzo, según informa la agencia de noticias Associated Press (AP).
Es una tendencia que confirma Mayra Crespo, una agente de la empresa de turismo Marimar Tours, en California.
“La palabra más adecuada es 'esperanza'”, le dice Mayra a BBC Mundo mientras guía a un amplio grupo de aficionados de los autos clásicos estadounidenses en La Habana.
“Nunca he visto semejante nivel de interés en Cuba. Y aquí nos están esperando con los brazos abiertos. Mi trabajo es ser el puente entre los dos pueblos”.
Mayra, una cubano-estadounidense que abandonó la isla cuando era niña, afirma que ella y sus colegas están perfectamente preparados para aprovechar el aumento del turismo en Cuba.
“Mi generación no tiene la misma ira ni el mismo odio que tenían nuestros padres (hacia el gobierno de La Habana). Al contrario, quiero ayudar a Cuba, ser parte de la solución”.
¿Suficiente infraestructura?
Sin embargo, la pregunta clave en este momento es si la anticuada infraestructura turística en Cuba puede hacer frente a semejante aumento en la cantidad de visitantes.
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Este año no solo se espera un incremento del número de visitantes estadounidenses de unos 600.000 (muchos de ellos cubano-estadounidenses visitando familiares) a cerca de un millón, sino que además los turistas de otras partes del mundo podrían duplicarse en el mismo periodo.
Hay una notoria demanda de europeos y canadienses que quieren ver Cuba “antes de que lleguen los estadounidenses”.
El gobierno de La Habana dice que se está preparando para ese auge con una expansión del aeropuerto de La Habana y la construcción de nuevos hoteles de lujo, tanto en la capital como en ciudades balnearias como Varadero.
“Todos tenemos que prepararnos, poco a poco”, dice Alfredo Lachos, el director general del Iberostar Parque Central, un hotel de cinco estrellas en La Habana Vieja.
“Nuestra empresa lleva años preparándose para una expansión como esta. Creo que estamos listos”.
“No hay habitación”
No obstante, es cada vez más difícil encontrar habitaciones en los hotel o mesas en restaurantes populares, especialmente durante la temporada alta.
“No hay habitación en la posada”, bromea Lucy Davies, directiva de Cubania Travel, firma que se especializa en vacaciones con bicicleta en Cuba.
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“Si todavía no has reservado hotel, lo más probable es que te quedés sin techo”, advierte.
Lo que está claro es que si los hoteles estatales no consiguen manejar este aumento de turistas, hay miles de personas dispuestas a cubrir la demanda.
El número de “casas particulares” –hogares particulares que ofrecen habitación y desayuno– se ha incremento exponencialmente desde que Raúl Castro relajó las restricciones para los negocios privados en 2008.
También la llegada del exitoso sitio web AirBnB, que permite rentar y compartir apartamentos, podría ayudar a aliviar la demanda.
Sin embargo, este portal da por sentado que el dueño de casa tiene un acceso habitual al internet, algo que muchas veces no ocurre en la isla.
Durante décadas, Cuba ha sido un país de emigrantes.
Quizás a partir de ahora el flujo de personas saliendo de la isla por razones económicas esté a punto de ser reemplazado por una ola de turistas que la visitan por ocio.