Para ser maestro hay que tener vocación. Y cuando hablamos de vocación nos referimos a esa pasión que nos impulsa a querer enseñar, guiar e inspirar a los más pequeños a conocer sobre el mundo que los rodea. Este es el caso de Yanira Ccencho, una joven maestra de primaria cuya pasión por la educación y su cultura andina la llevó a embarcarse en el proyecto “Musquriy”, un espacio dedicado a revalorar la cultura andina a través de la enseñanza del quechua en TikTok. En el Día del Maestro, te contamos su historia.
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El amor de Yanira por la enseñanza no nació en las aulas, sino en el seno de una familia. Originaria del valle del Sondondo en Lucanas, Ayacucho, Yanira Ccencho tuvo que migrar a Lima cuando apenas era una adolescente. Y aunque contaba con el apoyo económico de sus padres para prepararse para la universidad (en una carrera totalmente diferente a la de ahora), quería ser un poco más independiente, por lo que empezó su vida laboral como niñera. Y fue allí, en el seno de un hogar, cuando por primera vez, la llamaron “maestra”.
“Cuidaba de dos niños por las tardes. Más que limpiar o lavar ropa, les enseñaba a hacer sus tareas. Recuerdo que la señora de la casa me decía que le enseñe a sus hijos todo lo que sabía. Les enseñaba a dibujar, escribir, caligrafía. Ahí me di cuenta de que tenía esa vocación. Cuando venían sus familiares, no me presentaba como la niñera o alguien que limpia o lava, sino como la profesora de sus hijos. Eso me motivó a ser educadora”, cuenta.
Por primera vez, Yanira había descubierto su pasión: enseñar a niños. Dejó de lado la otra carrera y postuló a la Beca18 del Pronabec bajo la modalidad “Vocación de Maestro”. Logró ser aceptada y estudió Educación Primaria en la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Enseñar a niños es un descubrimiento. Vas con cosas que ellos deben aprender, pero también es un momento de exploración, cada niño es un mundo”, revela Yanira.
Revalorizando el quechua
Al crecer bajo el cuidado de sus abuelos (sus padres trabajaban en la capital), Yanira aprendió quechua de su abuela, lengua que probablemente no habría aprendido de haber emigrado del pueblo a temprana edad. Al llegar a la universidad, profundizó su conocimiento del quechua de forma autodidacta y descubrió los innumerables beneficios que aporta a la revaloración de su cultura. “Al tener la oportunidad de estudiar esto, sabía que tenía que aprovecharla. Me dio la fortaleza para querer hacer algo por mi comunidad y por la educación”, afirma.
Ahora, dedica gran parte de su tiempo a impartir clases y talleres de quechua a los niños de su pueblo como una forma de retribuir a su comunidad. “Cuando hablo del quechua en mi comunidad, hay una buena acogida. Nadie les había explicado por qué era tan importante. Siempre nos decían que nos van a criticar si lo hablábamos en la ciudad”, afirma. Aunque siempre escuchó que otros decían que el quechua no servía ni sumaba en la formación académica, ahora eso está cambiando. Hasta los docentes que necesitan trabajar en zonas andinas necesitan una constancia del dominio de lenguas originarias. Por eso, Yanira considera importante que el quechua tenga nuevos espacios para su aprendizaje.
“Como es una lengua antigua, dicen que debe quedarse ahí y no molestar. Y solo nos acordamos de su importancia en julio cuando decimos que somos pluriculturales y multilingües, pero más allá no da. Por eso es necesario que el quechua esté presente en espacios virtuales y tenga más recursos para su enseñanza. Son retos que todavía se deben afrontar. Por eso me estoy sumando a ese camino, para lograr visibilizar la lengua”, revela.
“Musquriy”, su proyecto educativo en TikTok
Aunque Yanira recibió una gran acogida por parte de su comunidad, sintió que ya era hora de llegar a más personas. Dada la situación de pandemia, vio en la virtualidad la mejor forma para que más personas conozcan y aprendan sobre el quechua. “Dije ‘¿porqué no publico un videito hablando en quechua?’. Así empezó todo. Me puse mi sombrerito, comencé a enseñar tanto para compartir cosas nuevas como para corregir ideas erróneas y erradicar estigmas del quechua. Esa es mi lucha en TikTok”, revela.
Además, Yanira está convencida de que es importante contar con referentes que impulsen la visibilización de la riqueza multicultural. Uno de sus modelos a seguir -e inspiración para abrir su canal- fue Solischa, la influencer y antropóloga cusqueña que muestra las costumbres y tradiciones de su comunidad a través de redes sociales. “Ella muy orgullosa mostraba cómo trabajan la chacra mientras hablaba quechua. Ella nos hizo ver que lo nuestro no está mal, que no hay que esconderlo y que no tiene por qué avergonzarnos. Siento que personas así en los espacios digitales ayudan a fortalecer y preservar nuestra lengua”, agrega.
Musquriy (‘empieza a soñar’ en castellano), es el nombre de su proyecto educativo en redes sociales. Es un espacio dedicado a la enseñanza de quechua a niños, niñas y adolescentes de forma alegre y divertida. Y aunque solo lleva poco más de un año en TikTok, cuenta ya con casi 100 mil seguidores (tanto del Perú como del extranjero) que van desde niños, padres de familia, adolescentes e incluso jóvenes curiosos de aprender quechua. Su canal cuenta con una gran cantidad de vídeos (o recursos didácticos como los llama) sobre canciones, palabras cotidianas e incluso curiosidades propias de la cultura andina.
Su contenido es tan dinámico y directo que aunque está enfocado a enseñar niños, muchos de los que lo consumen son jóvenes que recuerdan con nostalgia la herencia quechua de sus antepasados. “Muchos de los que me escriben son los nietos. Aquellos cuyas abuelas les hablaban, cantaban o incluso enseñaban palabras en quechua. Son los nietos quienes lo tratan de recuperar, lo quieren aprender”, revela.
Otros sueños
Actualmente, Yanira forma parte del equipo de valorización del patrimonio y oportunidades de desarrollo audiovisual del proyecto “Patrimonio del valle del Sondondo” del Instituto Francés de Estudios Andinos. Desde la educación, Yanira se dedica a fomentar la preservación de su valle natal a través de programación de actividades en los colegios de la zona.“Ahora estamos pensando en hacer un cancionero en quechua. Los niños de la comunidad recopilarán las canciones heredadas por los abuelos. Es un trabajo independiente, pero cuenta con la ayuda de las autoridades y la comunidad”, afirma.
Además del cancionero, Yanira tiene en mente crear una biblioteca municipal o itinerante para difundir la cultura de la lectura en los pueblos aledaños a su comunidad. Con la determinación que la caracteriza nos cuenta: “Ese es mi sueño. Crear proyectos enfocados en incluir el quechua en la educación”.