“Desde sus inicios, La Tarumba ha buscado rescatar el valor del circo como tradición peruana. Recordemos que acá celebramos nuestras fiestas de independencia, todos los meses de julio, con la llegada de varios circos. Tanto nacionales como extranjeros. El circo es una tradición peruana”, reflexiona Estela Paredes (68), cofundadora y directora de La Tarumba, uno de los circos más representativos del país. Tras dos años de pausa debido a la pandemia, la magia circense regresa a su público con una propuesta nostálgica: un viaje a los orígenes del circo, donde todo inició. En el marco del Día Mundial del Circo, conversamos con la actriz y bailarina que recuerda sus mejores años sobre el escenario, la importancia detrás de este arte milenario y revela algunos detalles sobre el regreso del espectáculo.
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Más allá de los vestuarios, las luces y las asombrosas piruetas, el circo “es una promesa de formación”. En tiempos de incertidumbre, como los que atravesamos, las propuestas artísticas responden a necesidades emocionales de la población, sobre todo de los más jóvenes. De ahí que La Tarumba, además de su línea artística, cuente con una rama pedagógica que trabaja junto a niños y jóvenes en las habilidades blandas como su capacidad de adaptación, resiliencia o trabajo en equipo. Aptitudes que Estela adoptó durante sus años de preparación en el Circo Ruso y el Circo Nikulin de Moscú en los años noventa. Sus años como actriz de teatro y bailarina clásica, y sus estudios circenses, contribuyeron al despegue de La Tarumba, proyecto que inició junto al también actor, Fernando Zevallos en 1984. Durante veintidós años, Estela formó parte del espectáculo hasta que decidió dejar la nariz roja de lado para dedicarse a la dirección de la empresa que, hoy, se ha convertido en uno de los espectáculos líderes del país.
—Iniciaste La Tarumba con el anhelo de traer cultura y arte en épocas complicadas. Casi cuarenta años después, en medio de una crisis mundial desatada por el coronavirus, la idea parece más vigente que nunca. ¿Crees que se ha logrado el cometido?
Creo que sí. Después de los años setenta, en el Perú ya no existían propuestas artísticas. Ni circos, ni operas o zarzuelas. Con Fernando decidimos abrir el circo con la misión de rescatar la cultura peruana y atender a esa población que estaba perdiéndose, los jóvenes. Hoy, con la pandemia y el confinamiento, la situación es similar. La propuesta hoy en día tiene mucha más validez, el circo trabaja habilidades emocionales que ya sabemos lo importante que son después de todo lo que hemos vividos los últimos años. Te ayuda a ser perseverante, paciente...a medir riesgos, por ejemplo. Es una bendición.
—Antes de dirigir La Tarumba, fuiste parte del espéctaculo durante dos décadas. ¿Extrañas el escenario?
Ya no. Estoy por cumplir setenta años (risas). Pero lo hice por mucho tiempo. Cuando estuve fuera, estudié varias disciplinas circenses, entre ellas los malabares, pero me quedé con ser payaso. Mi personaje se llamaba Toneka y era una mujer fuerte, así como somos las peruanas. Toneka hacía de todo si le tocaba: movía la olla mientras arrullaba al niño y si podía; también lavaba la ropa. Pero no era una mujer sacrificada ah, no. Era una mujer que lo podía todo. Con Toneka siempre buscábamos el chiste que haga reflexionar, eso es lo que hace un buen payaso. Es decir, dejar el escenario fue lo más difícil y doloroso que he hecho en mi vida, pero a estas alturas ya no podría regresar. El circo demanda una fuerza física que ya no tengo, obviamente (risas). Tiene mucho que ver con la rapidez y la precisión del movimiento...
—Y con perder el miedo a tomar riesgos...
Claro. Imagínate, para un número de tres minutos hay meses detrás de preparación porque siempre estás entre la vida y la muerte. Siempre está ese riesgo. En el circo siempre decimos: “Tus músculos tienen que ser tan rápidos como tu cerebro y visceversa”. Y es verdad. El circo tiene que ver con la necesidad de siempre querer alcanzar la perfección, el movimiento preciso. Por eso entrenamos tanto.
—Después de dos años, vuelven a la carpa bicolor. ¿Cuáles son las expectativas?
Muchas. Tenemos grandes expectativas, estamos muy preparados. La pandemia nos hizo reconectarnos con artistas peruanos que viven fuera y son algunos de ellos los que vienen a nuestro espectáculo. Estamos preparando algo con muchas ganas. Durante la pandemia, creamos veinte espectaculos creo (risas). Teníamos muchas ideas.
—¿Nos puedes adelantar algo de lo que veremos los próximos meses?
Estamos optando por algo que habla del origen del circo, de lo eterno que es el circo. El circo ha sobrevivido a todo, a crisis, enfermedades, guerras, desastres. Queremos hablar de eso. Hablamos de la escencia, del origen, de lo más interno y profundo de este arte. Esperemos que nuestro reeencuentro en junio con el público sea tan rico como lo estamos imaginando.
EL DATO
El espectáculo de La Tarumba regresa este mes de junio. La preventa se llevará a cabo desde el mes de mayo. Además, las inscripciones para los talleres de adolescentes entre 13 y 16 años aún se encuentran abiertas. Puedes encontrar más información en www.latarumba.com