Hay oportunidades que nos cambian la vida para siempre, la de Amelia se presentó en el año 2017. Sus amigas del barrio le contaron que estaban convocando a mujeres emprendedoras de Pucusana para ayudarlas a hacer realidad sus ideas de negocio y ella no dudó en aceptar el reto.
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Toda la vida había soñado con tener un negocio propio, más aún después de casarse y tener hijos, para estar más tiempo en casa con ellos. Emprendedora ya era, había vendido gaseosas y marcianos en la puerta de su casa, pero le faltaba dar el siguiente paso: abrir la bodega que tanto anhelaba.
El programa “Destapando Mi Emprendimiento” (DME), impulsado por Arca Continental Lindley, convocó en esa oportunidad a 50 mujeres de Pucusana para capacitarlas. Al finalizar los cursos, diez de ellas accedieron a un capital semilla de 1500 soles para hacer realidad sus negocios y Amelia fue una de las seleccionadas.
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Con ese dinero compró su primer mostrador y empezó la historia de su bodega Angieale. Siguió capacitándose y creciendo. Hace una año la llegada de la pandemia la sorprendió -como a todos-, pero a través del programa pudo encontrar soluciones para seguir con su negocio. Protocolos de bioseguridad, atención por delivery y otras ideas que fue implementando para adaptarse.
El momento de enseñar
Como parte del programa ahora Amelia también ayuda a otras mujeres a salir adelante con sus emprendimientos. En base a su propia experiencia, apoya a sus amigas a empezar con sus negocios, les da ideas para el delivery, les aconseja.
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Además, es parte de la comunidad de DME, en el que se encuentran todas las mujeres que han pasado por las ediciones anteriores del programa, desde donde comparte sus experiencias y atiende las necesidades de las demás participantes.
Así como ella, se calcula que más del 80 % de las emprendedoras participantes del programa DME ha ayudado a otro ciudadano de Pucusana en su emprendimiento o desarrollo personal como producto de los conocimientos adquiridos.
“No vas a ver al toque tu ganancia, pero poco a poco vas a ver lo que estás sembrando”, comenta que siempre les dice a sus amigas. Y es que la paciencia, esa cualidad fundamental de los emprendedores, se forja con el paso de los años y se aprende con el consejo de los que ya hicieron el camino, como Amelia.