La teta ha tomado las redes. Durante la Semana Mundial de la Lactancia Materna miles de mujeres alrededor del mundo han publicado fotos dando de lactar con el fin de incentivar a madres o futuras madres a que se informen sobre los beneficios de la leche materna, pero también los retos que significa dar de lactar para que puedan tomar la decisión que mejor les convenga.
Uno pensaría que es obvio que la leche materna es increíble, pero lo cierto es que en los últimos veinte años se ha investigado más sobre la disfunción eréctil que sobre la leche materna. Por más de veinte años la teta ha sido menospreciada; se ha vendido como una pieza que puede ser juzgada por su tamaño y forma, pero no como una hermosa y poderosa fuente de alimento. No es sorpresa, entonces, que tantas madres tiren la toalla a los meses, a las semanas o a las horas y guarden en un baúl lleno de pena todas las ganas que tenían de dar de lactar.
Y es que los mitos abundan. Te dicen que, si tus senos son chicos, no puedes dar de lactar; que, si son muy grandes, pobre bebé porque se va a ahogar. Que, si tu pezón se ve raro mejor ni intentes; que si el niño llora y llora es porque tu leche es agua; que si el extractor no saca estás jodida; que si no comes cacao no va a salir más; que si andas cansada no puedes producir; que no hay leche, pues; que a tu amiga se le cae la leche y a ti no.
Pero la única mala leche de esta historia son esos comentarios que no sirven para nada. La realidad es otra: somos mamíferas, somos animales, la naturaleza –si es que queremos- va a estar siempre de nuestro lado. El tamaño de tus senos no importa. La forma de tu pezón, tampoco. Los recién nacidos lloran por hambre, por sueño, por frío o porque quieren cerca a la única persona que, literalmente, conocen en este mundo. El extractor nunca va a sacar lo mismo que saca tu hijo; no está comprobado que haya comida que te haga producir más leche (solo nutren a la madre), no importa qué tan cansada estés y si tú amiga mancha sus polos, mándale unas buenas felicitaciones.
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La información es oro. Es ella la que hará que confíes en ti. Pero hay otro tema que se debe de compartir a gritos: dar de lactar no es fácil. A veces los bebés no enganchan y duele por más que no debería de hacerlo. O quizás el bebé engancha perfecto, pero ahí estás tú, sacando la teta cada una, dos o tres horas. Y no. No puedes calcular la hora, porque cuando tu bebé tiene hambre no hay más que hacer. Dar de lactar es maravilloso, pero para más de una (como a mí) puede llegar a ser esclavizante los primeros meses.
Tu vida desaparece en un dos por tres. Tu libertad se desvanece frente a tus ojos, así como tu masa muscular, tu energía y las preciadas horas que dormías de largo. Te vas a la peluquería y sientes que te fuiste de vacaciones a Cancún y luego regresas corriendo, preocupada si tu bebé sufre de hambre o no. Y si dejaste un biberón, llegarás a casa para conectarte a tu nuevo mejor amigo: el extractor, que delata su existencia con ese sonido atroz que hace mientras te jala los pezones como si fuesen de chicle.
Mi hija va a cumplir un año y le sigo dando teta porque así lo decidí, pero ya estoy contando los días para terminar con esta etapa. Es maravilloso, pero para mí, ya estuvo bueno. No faltan quienes creen que estoy dando poco tiempo, y, obviamente, no faltan quienes dicen que es demasiado. Y ese es el punto más importante de todos: a nadie debería de importarle.
Tu bebé es tu bebé y tu teta tuya. Si la sacas, bien. Si la guardas, también. Dar de lactar puede llegar a ser tan intenso que más de una mujer se agobia, pero sigue probando solo por el que dirán.
Y la verdad, querida, es que tu salud mental es lo más importante. Lo digo cada vez que puedo: la leche es poderosa, pero más lo es una madre sin estrés. Más poderosa es una madre feliz, capaz de darle mimos a su bebito para crear un vínculo que no se puede romper.
La teta invadió las redes, sí, pero también la información, la tribu y la frase que tan bien se siente escuchar: “Te entiendo”. Que dure lo que dure, entonces. Y no te sientas mal. Cada bebé elige a su madre y la ama incondicionalmente y eso no es un mito. Infórmate, prepárate y elige tus batallas. Tu bebé te va a amar igual.
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