Un 17 de junio de 1956 la mujer peruana por fin pudo ser parte de un acto político que por siglos le fue vetado: el sufragio. Para que puedas hacer algo tan simple y natural como votar en época de elecciones, muchas mujeres tuvieron que luchar arduamente contra un gobierno y una sociedad que las consideraba mentalmente inferiores e insuficientes para participar de la política en el país. A 66 años del acontecimiento, nos remontamos a los hechos que marcaron por siempre la historia de la lucha femenina para obtener el derecho al sufragio en el Perú.
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En 1920, el entonces presidente Augusto B. Leguía proclamaba el derecho al sufragio para todo ciudadano en ejercicio que supiera leer y escribir. Y aunque nunca se hizo distinción de sexos, se debía sobreentender que el término “ciudadano” hacía referencia únicamente al hombre, dejando a la mujer en el olvido.
Diez años después, la participación política de la mujer fue puesta en discusión por primera vez en la Asamblea General de 1930. ¿El resultado? Rechazado. Tres años después, cuando Luis Sánchez Cerro asumió la presidencia, una nueva constitución confirmó quiénes eran los únicos considerados ciudadanos: los hombres.
¿Por qué se creía que la mujer no debía sufragar?
Aunque curiosamente la mujer había sido reconocida ciudadana en esa misma Constitución de 1933 únicamente para las elecciones municipales, no se puso en práctica hasta años después del reconocimiento del voto universal. ¿La razón? La misma: la mujer no estaba a la altura del hombre.
La historiadora Roisida Aguilar en “El sufragio de la mujer: Debate en el Congreso Constituyente de 1931-1932″ explica esta problemática en seis argumentos que deslegitimaban la capacidad de la mujer para participar de la vida política: su naturaleza sentimental sólo daba cabida para cumplir el rol de madre, el poder político sembraría caos en la familia, la mujer casada estaba bajo la potestad del hombre, su falta de educación las limitaba a actividades específicas fuera de lo político, eran de sugestionables a la religión, sus manos puras no debían ser manchadas por la política y además, no cumplían con los requisitos referentes al trabajo profesional y el cultivo del intelecto.
Las mujeres que marcaron el camino
Muchos colectivos y organizaciones de mujeres se crearon para luchar contra la desigualdad política y social que se daba de forma sistémica. Hubo cientos de heroínas sin nombre, pero también algunas que al día de hoy se convirtieron en precursoras y símbolos feministas como Flora Tristán, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera, entre otras. Su legado marcó el camino para que mujeres como María Jesús Alvarado y organizaciones como Evolución Femenina obtuvieran el primer logro de la mujer para su inclusión en el espacio político: las sociedades de beneficencia pública.
Ninguna de estas icónicas mujeres se quedó sentada a esperar a que los hombres cambien las reglas a su favor. Ellas mismas fueron su propio agente de cambio para hacer valer sus derechos y lograr la equidad, pues de acuerdo a la historiadora Roisida Aguilar, “era necesario revolucionar el Código Civil ya que representaba la opresión de la mujer, porque queriendo proteger a la mujer, la oprimía. Era necesario que la mujer ingresara a la vida política para que ella misma cambiara el Código Civil en su favor”.
La meta: lograr el voto universal
A inicios del siglo XX, la lucha femenina contra la desigualdad política se expandió a nivel global. En países de Sudamérica como Ecuador, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Argentina y Colombia ya se estaba contemplando el derecho al voto para la mujer. Y no fue hasta los últimos años de la presidencia de Manuel Odría que se reconocería el derecho al voto universal de la mujer peruana un 7 de septiembre de 1955 mediante la Ley N° 12391.
Aunque con restricciones propias de la época (como el requisito de saber leer y escribir que mermó significativamente a la población votante), esto supuso un hito en la lucha de la mujer peruana por la igualdad. Con orgullo y convicción, 513,327 mujeres (33,7% del total de electores según datos de la ONPE) acudieron a las ánforas por primera vez para elegir al presidente, vicepresidente, diputados y senadores, a solo 6 meses de promulgada la ley.
Además, no solo cumplieron el rol de electoras, sino también de miembros de mesa y lo más resaltante: candidatas. ¿El resultado? 1 senadora y 8 diputadas. En total, 9 fueron las mujeres que hicieron historia al ser elegidas para representarnos en el ámbito político por primera vez.
“...hasta las 8 de la mañana yo era la señora María Colina de Gotuzzo, madre de familia, de esa hora hacia delante, sabe Dios hasta qué hora porque no sabía a qué hora iba a terminar, era congresista”, dijo una vez María Colina de Gotuzzo, ex diputada por la Libertad, en una entrevista.
Sin duda, la participación de la mujer en la política creció a base de esfuerzo y dedicación de miles de peruanas a lo largo de los años. Sin embargo, el logro del derecho al voto significa que ganamos la batalla, mas no la guerra. Hoy más que nunca, la lucha por lograr la equidad de género se mantiene constante.