Caterina Notargiovani
Treinta y uno de diciembre: el pasado. Primero de enero: el futuro. Aun sabiendo que en la realidad es imposible trazar esa línea, todos los años pasas raya. Evalúas, planificas, pides deseos y te prometes cambios. ¿Por qué tendemos a sentir que todo comienza de nuevo el primer día del año?
«Posiblemente no sucede nada en el exterior, pero interiormente sí ocurren muchos cambios, porque es una oportunidad para darte cuenta de que muchas de las cosas que has vivido han dependido plenamente de ti y de las decisiones que tomaste», dice la magíster en psicología, Lorena Bouroncle.
En lo personal, Lorena suele analizar las cosas que no quiere más en su vida, pero enfocándose en sus propias acciones y no en las de los demás. Así, dice, se toma conciencia y se puede decidir un cambio real. «Me evalúo como persona, como un ser que es consciente de que estamos en esta tierra para volver a nuestra esencia creadora, a nuestra fuente, a Dios, o como cada quien quiera llamarlo», relata.
Pero a la vez señala que conviene ubicar este autoanálisis en un contexto, preguntándose también por el bien común, la tierra y el resto de los seres vivos. «Como ves, todo comienza y termina en nosotros mismos y en la responsabilidad que deseemos asumir».
Si estás evaluando tu vida y lo que buscas es un cambio que te haga más feliz, Lorena recomienda que te concentres en lo que tienes, en lugar de lo que no tienes. Y que no pierdas tiempo en lamentos, que comiences a ‘hacer’ y a ‘pensar en ser útil a los demás’.
Vivimos en tiempos en los que hablamos mucho y hacemos poco, acota. Por eso, una frase de su madre es la que más recurrente entre sus expresiones: «Hechos son amores y no buenas razones».
Lorena mantiene una tradición que no se anima a calificar de ritual de fin de año, pero que se le parece mucho: «Me gusta hacer una limpieza exhaustiva de mi casa, sacar todo lo que está viejo, roto o en desuso (si no has usado algo en dos años, de hecho no lo usarás más), pongo flores naturales, no necesariamente amarillas, cuido que no falte sal, arroz, lentejas, maíz y trigo. Y antes de la medianoche dejo todos los basureros limpios».
Y para explicarse mejor, menciona a la “Ley Universal del Vacío”: «El universo no reconoce el vacío. De donde saquemos algo, otra cosa vendrá inmediatamente a ocupar ese lugar. Así que hay que darle espacio a lo nuevo»