Hay melodías que van de la mano con el ejercicio, canciones que han formado parte de la banda sonora de películas que han sido éxito de taquilla en el mundo entero y que nos transportan a jornadas de sudor y esfuerzo físico.
Gonna Fly Now y Eye of the Tiger de Rocky, la apertura de Carros de Fuego por Vangelis, Wild Thing de la Pelota Mágica, o Maniac y What a Feeling de Flashdance.
Son ritmos que estimulan y que hacen mover al cuerpo hasta límites insospechados y, como han confirmado numerosos estudios, reflejan el efecto positivo de la música a la hora de hacer ejercicios.
Una de las investigaciones más recientes, liderada por el profesor Lee Bartelt, fundador y director del Centro de Investigación de Música y Salud de la Universidad de Toronto, confirmó que una persona puede llegar a aumentar hasta en un 70% la duración del ejercicio.
“Cuando tienes una música con un ritmo energético se detona un elemento emocional que te hace sentir mejor. Puede ser un estímulo de endorfinas”, dijo el profesor Bartelt.
También se produce un efecto neurológico por el ritmo. “La pregunta es que si esta estimulación hace que uno se mueva más fácil, logre zancadas más largas o si los músculos se muevan más intensamente”, dijo al periódico canadiense The Globe and Mail.
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La mayoría de las clases en los gimnasios se basan en un ritmo determinado de música.
Para el preparador físico Juan Francisco Marco, profesor del centro de ciencia deportiva, entrenamiento y fitness Alto Rendimiento, en España, la música es positiva porque “permite aumentar el nivel de entrenamiento, reduce el índice de esfuerzo percibido, favorece al metabolismo y sirve como elemento motivador”.
Sin embargo, advierte, hay factores que hay que tener en cuenta para que estos beneficios no se transformen en desventajas.
Fatiga
La música permite incrementar el volumen del ejercicio que se está realizando, en especial los aeróbicos. El problema surge cuando uno no tiene una percepción constante del nivel de esfuerzo al que se está sometiendo el cuerpo.
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La música suele desconcentrar a las personas que se percantan muy tarde del nivel de cansancio de su cuerpo.
“Si lo que haces, digamos entre comillas, es engañar al cerebro con la música, ya que al ser un estímulo agradable el cerebro lo registra como algo preferente, no se percibe la señal que puede mandar el músculo cuando se siente cansado”, explicó Marco.
“Aquí es donde puede venir el peligro, porque esto afecta a todo tipo de deportistas, desde los de élites hasta los casuales. El riesgo es que se pueden sufrir desmayos, se pueden producir hipoglucemias o deshidratación”.
“Una persona que no tiene una base de entrenamiento o una planificación correcta cuando se pone a escuchar música lo que puede pasar es que en un momento determinado pueda sentir un golpe de calor, una bajada de tensión o algo más”, dijo.
Falta de ritmo
Tanto las ventajas como desventajas de escuchar música van relacionadas unas con otras, lo que varía es el balance que se necesita para sacar el mayor provecho.
Es por eso que uno de los elementos donde la línea es más fina es en el ritmo y el efecto que puede tener.
“Dependiendo de la intensidad del ejercicio se debe buscar un ritmo u otro. Por ejemplo, para los trabajos de fondo es recomendable una música moderada. Para los de mayor intensidad ya se puede optar por un rock, una música tecno o algo más”.
“Realmente puede alterar el entrenamiento. Si tienes una música un poco acelerada en una carrera de fondo te puede romper el ritmo de carrera y a nivel psicológico te puede llegar a saturar y bloquear”.
“Es igual que si a un ejercicio de alta intensidad le pones una ritmo lento, música clásica o un house la tendencia es a relajarte y no consigues el mayor rendimiento o los beneficios que estabas buscando”, dijo el especialista en entrenamiento físico español.
Cuidado con el oído
El ritmo de la música es algo que el organismo interioriza, que no hace falta compartir.
Es por eso que un individuo rinde más cuando escucha su música preferida antes que el ritmo en una sesión de ejercicios en grupo.
Otro factor es el volumen, que puede ser perjudicial sin ofrecer un beneficio físico real.
“Hay que llevar un volumen de música adecuado ya que no por escuchar la música más alta vas a conseguir más motivación”, alertó Marco.
También es evidente que hay un factor que hay que agregar cuando el ejercicio se realiza al aire libre, donde es necesario estar pendientes de lo que te rodea -huecos, personas, autos, bicicletas, etc.- y que la música puede actuar como un elemento de distracción.
La recomendación de Marco es que si prefieres hacer ejercicio con música no te reprimas, pero hay que tener en cuenta que escuchar la canción favorita de uno no debe ser el foco principal de la actividad física.
“Si tienes programado salir a correr una hora, la idea es que cumplas esa hora. Te puedes ayudar con música, pero sólo para que ese tiempo sea más alegre, más agradable y sientas menos fatiga”, expresó.
“No porque te sientas mejor vas a tratar de seguir, porque es allí cuando pueden venir los problemas.”