Quién es Athenasius Schneider, el conservador obispo kazajo que consideró el último encuentro del Papa un “supermercado de religiones”

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En dicho encuentro, al que asistieron unos 80 líderes musulmanes, cristianos, judíos, budistas, taoístas y de otros credos en busca de soluciones para los principales problemas que aquejan al planeta, Francisco ofreció el discurso de cierre donde aseguró que este tipo de conferencias tienen “un valor aún más precioso durante un período tan difícil, al que, además de la pandemia, se agrega el peso de la locura insensata de la guerra”.

Ya en la catedral, Francisco reforzó su llamado a estrechar los lazos con otras religiones asegurando que “necesitas a los demás, incluso a los que profesan un credo diferente. Solo juntos podemos hacer algo bueno”.

Este mensaje de cooperación y entendimiento entre distintas religiones ha sido una constante durante el reinado de Francisco, quien en el 2019 llegó a firmar el histórico “Documento sobre la Fraternidad Humana” junto al gran imán de la universidad al-Azhar de El Cairo, donde entre otros aspectos se resaltaba que todas las religiones son “queridas por Dios”.

Esta postura del Sumo Pontífice -sumada a la de otros temas como el divorcio, las segundas nupcias o la homosexualidad-, sin embargo, han encontrado gran resistencia en el ala más conservadora del catolicismo, desde donde se han calificado como ambigüedades doctrinales.

Y uno de sus críticos más acérrimos estuvo junto a Francisco durante casi todo el evento. El obispo auxiliar de Astana (antiguo nombre de la capital kazaja), Athenasius Schneider, fue coanfitrión de la visita papal, acompañó la silla de ruedas del Sumo Pontífice y fungió como traductor de los dignatarios que se acercaron a saludar a Francisco.

Sin embargo, al mismo tiempo consideró que el Papa debería abstenerse de participar de este tipo de eventos a futuro pues “podría dar la impresión de un ‘supermercado de las religiones’ y esto no es correcto porque solo hay una religión verdadera, que es la católica”.

CRÍTICO RECURRENTE

Nacido en 1961 en la ciudad de Tokmok, actual Kirguistán pero por entonces parte de la Unión Soviética, luego de que sus padres -originarios de Odesa, Ucrania- fueran liberados del gulag de Krasnokamsk, Schneider fue educado como miembro de la iglesia clandestina rusa y migró junto a su familia a Estonia.

A los 12 años, luego de realizar su Primera Comunión, la familia Schneider se trasladó nuevamente, esta vez hacia Alemania Oriental. Para 1982, viviendo en Austria, Schneider decidió unirse a la orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz de Coimbra.

Fue ordenado sacerdote ocho años más tarde y pasó varios años en Brasil antes de volver a Asia Central, para luego empezar a enseñar patrística en Kazajistán desde 1999.

En el 2006 fue consagrado obispo y dos años más tarde comenzó a ejercer como obispo auxiliar en Astana. Schneider es considerado como parte del ala más tradicional y conservadora de la Iglesia Católica, lo que le ha llevado a criticar en más de una ocasión a los miembros de la iglesia que se han rendido ante el “cruel mundo pagano” y los poderes que posee el papado dentro de la estructura eclesiástica.

Schneider, por ejemplo, considera al divorcio y las segundas nupcias como pecados mortales de adulterio. Esta postura es diametralmente opuesta a la del actual papa, quien en el 2016 publicó Amoris Laetitia, su segunda exhortación apostólica y la que generó un debate dentro de la Iglesia Católica por su llamado a que el sacerdocio acoja en el seno de la iglesia a los divorciados que se han vuelto a casar.

Aunque Francisco dejó a potestas de los sacerdotes la decisión de que este grupo reciba la comunión, la postura es considerada histórica dentro de una religión donde el tema no era ni siquiera discutido en el pasado.

En el 2018, también exigió al papa Francisco a “ser implacables y transparentes en la limpieza de la Iglesia de males” luego de que el arzobispo Carlo Maria Viganó publicara una carta donde advertía al Vaticano sobre la conducta sexual del ex arzobispo de Washington, Theodore McCarrick.

El religioso terminó siendo expulsado por Francisco en el 2019 tras comprobarse que había cometido abusos sexuales contra menores y adultos.

RELACIÓN CON OTRAS RELIGIONES

Uno de los temas que mayor crítica ha generado por parte de Schneider ha sido la apertura de la Iglesia Católica hacia otras religiones.

El ala conservadora del catolicismo se ha opuesto a ciertos aspectos alcanzados durante el Concilio Vaticano II de 1962 que alentó al diálogo con otras religiones. En el 2020, Schneider declaró que dicho concilio introdujo declaraciones erróneas que nunca antes habían sido enseñadas por el magisterio de la Iglesia y lo responsabilizó de la crisis de fe que vive el catolicismo desde el siglo XX.

Un año antes, en el 2019, junto a los cardenales Raymond Burke y Janis Pujats, había publicado una Declaración de Verdades donde se establece que “la religión nacida de la fe en Jesucristo” es la “única religión querida positivamente por Dios”, en respuesta al Documento sobre la Fraternidad Humana suscrito a inicios de ese año por el papa Francisco y el gran imán de al-Azhar.

Ese mismo año, denunció errores teológicos de Francisco durante el Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, donde se concluyó que los hombres casados ordenados diáconos permanentes en la región amazónica puedan llegar a ser sacerdotes “en situaciones extremas y con condiciones”; además, se abrió la posibilidad de ordenar a las mujeres como diáconos.

En su denuncia, Schneider instó al clero que rechacen la propuesta y lo expresaran rezando una década del rosario y ayunaran semanalmente por 40 días.

Las constantes críticas de Schneider hacia Francisco fueron argumentadas durante su último pronunciamiento tras la visita a Kazajistán. El conservador explicó que los obispos “no somos empleados del papa” (...) Somos hermanos. Tenemos que hablar con respecto cuando reconocemos algo como un peligro para toda la Iglesia. Esto es una ayuda”.

En ese sentido, Schneider no considera sus pronunciamientos como críticas sino como “consejos respetuosos y fraternales” que brindan “una ayuda real a la Iglesia”.