Editorial El Comercio

Ayer se inició la Conferencia Anual de Ejecutivos () en Urubamba, Cusco. Como cada año, allí se darán cita, durante tres días, empresarios, autoridades, altos funcionarios y líderes de opinión para reflexionar en torno de los principales retos que enfrenta el país en materia económica. Y vaya que hay muchísimo por hacer en este frente, con cifras que dan pocos motivos para ilusionarse y con proyecciones aún menos auspiciosas.

Veamos primero el contexto en el que este evento se llevará a cabo. Hace apenas algunas semanas, el ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, reconoció que el Perú (aunque es cierto que desde hacía meses varios expertos ya daban por sentado este escenario), que en el 2022 la pobreza , y que los pronósticos para este año apuntan a que . Que el hambre se ha convertido en una preocupación para un gran número de peruanos, y que la tasa de empleo adecuado, tal y como advertía el economista Gustavo Yamada en una columna publicada , prácticamente no se ha movido en el último año. Todo esto, por no hablar de las proyecciones de crecimiento del PBI para este año, que el Banco Central de Reserva ha corregido del 2,2% que estimaba en junio, al 0,9% que anunció en setiembre.

Con estas cifras resulta muy difícil ver el futuro económico del país con algo cercano al optimismo. Peor aún si uno percibe que la conflictividad social, los embates de la naturaleza y la inseguridad ciudadana no solo no van a desaparecer el próximo año, sino que incluso podrían golpearnos más de lo que ya nos han golpeado este 2023.

Sin embargo, CADE Ejecutivos de este año todavía puede albergar espacios para la esperanza. Para comenzar, porque después de dos años tenemos un gobierno que no ve a los empresarios como enemigos. Recordemos que el expresidente no solo no mostraba la menor intención de tender puentes con ellos, sino que su administración era una máquina de formulación de medidas o propuestas –como las contenidas en la célebre Agenda 19 o la convocatoria de una asamblea constituyente– que resultaban tremendamente perjudiciales para nuestra economía. Hoy, con el Ejecutivo de , la tónica ha cambiado y esa es una ventana de oportunidad que no se debería desaprovechar.

Desde el Gobierno, no obstante, se ha visto poco para remontar la difícil situación económica. Como , es cierto que este año habría sido complicado para cualquier administración, pero la actual no puede escatimar su cuota de responsabilidad por las pobres cifras de crecimiento que se esperan y por las bajas expectativas de los empresarios en el futuro. Estas no pueden ser minimizadas si tomamos en cuenta que más del 80% de la inversión en el país proviene del sector privado.

El Congreso, por su parte, también ha hecho lo suyo con proyectos de ley peligrosos como el de preparar un de los fondos de las AFP o la ley de industrias que repite muchas de las políticas fallidas del siglo pasado.

Pero, más allá del Estado, el empresariado también tiene que hacer lo suyo. Invirtiendo, creando empleos de calidad, pero también luchando contra episodios puntuales de corrupción que tanto han mellado la imagen que sus integrantes proyectan de cara a la ciudadanía, y que han socavado la confianza en las instituciones, las autoridades y la democracia misma. Cabe mencionar solamente el caso de y del esquema de corrupción que ella ayudó a trazar durante la administración de Castillo. Esas son las situaciones que el gremio debe denunciar y combatir activamente.

Ayer, Gonzalo Galdós, presidente de IPAE, anunció que “CADE será un punto de inflexión que ayude a que la economía se recupere y que también se recupere la confianza entre el Estado y los empresarios”. Para que ello sea realidad, sin embargo, hace falta un compromiso de las autoridades del Ejecutivo, de los legisladores y también de los empresarios. El contexto es ciertamente poco auspicioso, pero todavía da amplios márgenes para remontar las expectativas. Como dijo ayer también el presidente de CADE, Juan Fernando Correa, “jamás tendremos resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo”. Es hora de comprometerse en serio.

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