En tiempos de confusión, nada como una mente despejada que interprete adecuadamente los hechos y nos oriente a todos. Y eso es precisamente lo que ha hecho en estos días la ministra Ana Jara, a propósito del creciente desencuentro entre la opinión pública y Nadine Heredia por su excesivo protagonismo en el gobierno. Lo que ocurre, nos ha explicado la ministra, es que la primera dama es una mujer con una performance para la que el Perú no está preparado. En otras palabras, el problema somos nosotros.
OK. Vale. Acusemos recibo de la crítica y anunciemos propósito de enmienda: tenemos que cambiar y la preparación que requerimos es tanto física como intelectual. Por eso, a partir de mañana mismo, a trotar todos tempranito y veinte planchas antes de ducharse. Y no estaría mal incorporar también a la rutina ese ejercicio de yoga en el que uno junta las manos delante pecho, como quien aplaude y aplaude y aplaude... En lo que toca al plano intelectual, por otra parte, conviene darle una revisadita a Sartre (por aquello de “el infierno son los otros”), subrayar con resaltador amarillo las obras completas de Esther Vilar y conseguirse una buena traducción de Eurípides, que siempre colocó en el centro de sus dramas a una fémina de polendas. ¡Aguante, señora Heredia, que en unos mesecitos estamos listos para usted!