(Foto: GEC)
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Patricia del Río

Este domingo vamos todos a marcar síes y noes en el que plantea cuatro reformas para el futuro de nuestro país. Hay mucha desinformación entre los votantes, y no sabemos cómo influirá eso en el resultado final de la consulta. Sin embargo, lo más importante de este evento es que, por fin, los peruanos sienten que su opinión importa, que pueden ejercer su de manera más directa, y no solo escogiendo a autoridades que siempre hacen lo que les da la gana.

En ese sentido, las cuatro preguntas en el referéndum tienen un altísimo carácter simbólico, porque les da voz a todos aquellos peruanos que despiertan y se acuestan llenos de reclamos que nadie escucha. Por ejemplo, por qué hasta ahora nadie nos explica qué hacemos pagando S/40 por un balón de gas doméstico que debería valer S/20. Según el Organismo Peruano de Consumidores y Usuarios (Opecu), más del 70% de los balones de gas que circulan en el mercado se llena con los líquidos del gas de que viene del Cusco (que nos resulta más barato); sin embargo, el precio se calcula tomando en cuenta el GLP que viene del petróleo y que es mucho más caro. ¿Por qué?

Hace poco subió el pasaje del y eso nos sirvió para enterarnos de que la Municipalidad de Lima, a través de Pro Transporte, les ha estado vendiendo a estos buses un combustible 40% más caro que si lo compraran en cualquier grifo. Por supuesto, tremendo abuso lo paga usted, querido vecino, en el precio de su pasaje todos los días. ¿Por qué?

El Estado aplica el Impuesto Selectivo al Consumo a aquellas actividades superfluas y que pueden acarrearle un costo a la sociedad. El cigarro y el alcohol, por ejemplo, están gravados por el ISC. Hace poco el Ejecutivo dio una ley para que este impuesto se aplique a casinos: si quieres desperdiciar tu plata en la ruleta rusa o si tienes riesgo de volverte ludópata, pues que te cueste. ¿Y qué creen? La Comisión de Constitución del Congreso recomendó derogar la ley. ¿Por qué?

Ayer fue el Día de los Bomberos, a quienes desde acá les agradecemos siempre por su dedicación. Resulta que el 90% de las llamadas que reciben los bomberos son falsas. No se ha desarrollado hasta ahora un sistema para multar o sancionar al dueño de todo número desde donde salga una llamada fraudulenta. Tampoco hay ideas para cancelarles las líneas. Ni una sola propuesta para resolver este problema, que ya es una vergüenza. ¿Por qué?

Podríamos formular cientos de preguntas sobre hechos que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos y la respuesta seguiría siendo el silencio. Porque somos un país donde rendir cuentas no se estila, donde las preguntas aterrizan siempre en el agujero negro de la indiferencia. Por eso, un referéndum como el del domingo es útil y necesario: porque les recuerda a los poderosos algo a lo que le tienen pánico: que al final, siempre, son los ciudadanos los dueños del poder. Los que pueden decir sí, no, cambio o fuera.