Las personas actuamos de una manera determinada debido a diversos factores, como nuestras creencias, valores o emociones. Sin embargo, un fuerte factor que influye en la manera en la que nos comportamos es que siempre nuestros actos tienen una consecuencia, ya sea positiva o negativa. Diversos experimentos sociales de Stanford, Milgram o Asch, se han desarrollado para intentar dar respuesta a ello.
En las redes sociales, por ejemplo, muchas personas actúan de manera que no actuarían cara a cara. No obstante, estos experimentos demuestran que las redes sociales u otras simulaciones pueden crear un entorno en donde algunos comportamientos que sobrepasan los límites aceptados a nivel social, pero que fuera de ellas no sobrepasarían.
Los experimentos sociales del comportamiento humano
En total, son tres experimentos que describen los actos de las personas para evitar tener consecuencias.
- Experimento de Asch: En este experimento, Solomon Asch le pidió a un grupo de estudiantes que participaran en una supuesta prueba de visión. Todos eran del mismo grupo, menos uno, quien tenía que decidir cuál de las líneas presentadas era la más larga. Como las personas que se conocen daban una respuesta errónea, la persona que elegía se vio influenciada y contestó lo mismo a pesar de no pensar igual. Con esto, Asch demostró el poder de la conformidad en los grupos.
- Obediencia a la autoridad, de Milgram: Este experimento consistió en meter al sujeto experimental en un laboratorio y tenía que seguir las indicaciones del investigador, las cuales correspondían a generar descargas eléctricas a otro sujeto si este respondía mal a unas preguntas. Se concluyó que casi todos los experimentales siguieron las indicaciones, aunque sus actos podrían implicar un peligro para la otra persona, ya que se realizó en tiempos de nazis y del Holocausto.
- Experimento de la cárcel de Stanford: En una cárcel ficticia, se reunió a presos con guardias para convivir ahí, tanto fue el descontrol de la situación que se tuvo que cancelar. Aquí lo que se buscaba era observar cómo reaccionaban las personas ante un ambiente extremo.
El mundo sin consecuencias de nuestros actos
Todos actuamos dependiendo a las simulaciones a las que nos enfrentemos, es decir, las personas actuarán de manera diferente por tratar de ‘esconderse detrás de una máscara’, o transgredir límites personales por seguir la opinión del grupo. Esto dependerá de la presión de un grupo y cómo la viva cada uno. A veces, la necesidad de pertenencia o de evitar un conflicto, ser aceptado, la personalidad y miedo a las consecuencias nos llevan a cambiar nuestros actos.
Sin consecuencias, las personas seríamos más libres de opinar, hablar, trabajar como queramos. Habría libertad en realizar las cosas. Asimismo, las consecuencias son necesarias para aprender de nuestros errores y saber levantarnos de una mala decisión.
Por ello, antes de pensar en un mundo sin consecuencias, es importante tener un autoconcepto claro sobre nosotros mismos, tener criterio propio y ser asertivos. Si eso se tiene bien presente, las opiniones no cambiarán y no nos enfrentaremos a las consecuencias que estos actos tienen. Haciendo esto priorizamos nuestra opinión sobre la del resto, definitivamente habrán críticas, pero no debemos cuestionarnos nuestros valores y en lo que realmente creemos.
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