A veces las mejores ideas surgen por casualidad. Es lo que le ocurrió a la diseñadora de vestuarios argentina Goga Dodero cuando una amiga le regaló un bolso hecho con sachets de leche (como se conoce en Argentina a la bolsa de plástico en la que vienen los productos lácteos más económicos).
Tras tomar conciencia de que podían tener otros usos, a Goga le empezó a dar pena tirar estos envases y comenzó a conservarlos con la idea de reciclarlos para crear algo… pero ¿qué?
La idea le vino una noche de frío y lluvia cuando acampaba con su marido y sus dos hijos pequeños.
“Pensé en lo duro que debe ser un día así para la gente que duerme en la calle. Y de pronto se me ocurrió que se podría usar los sachets de leche para hacer material impermeable”, contó a BBC Mundo.
Poco tiempo después una conocida suya que trabaja como voluntaria llevando alimentos y ropa a personas en situación de calle le comentó que uno de los grandes inconvenientes que afecta a estas personas es la humedad.
“En Buenos Aires hay tanta humedad que incluso si no llueve las personas que duermen a la intemperie amanecen con la ropa mojada”, le contó.
Goga ideó una solución: fabricar bolsas de dormir aislantes hechas con los envases de leche.
La idea prendió como pólvora. En agosto de 2012 ella, su madre y una amiga se reunieron para confeccionar las primeras dos bolsas. Utilizaron 76 sachets para cada una.
Así nació oficialmente La Sachetera, un emprendimiento que poco después sumaría a decenas de personas dispuestas a brindar su tiempo para coser y sellar bolsas de dormir para los más necesitados.
A un año de su creación, La Sachetera ya ha ayudado a cerca de 200 personas en situación de calle que ahora duermen más protegidas del frío y la humedad gracias a esta iniciativa.
¡A COPIARSE! A diferencia de iniciativas privadas, que buscan evitar el plagio, La Sachetera incentiva a todo el mundo a copiar el proyecto.
Goga incluso publicó un video en la página de internet You Tube en el que enseña de forma muy sencilla cómo crear las bolsas de dormir.
Así, se fueron armando grupos de trabajo en distintas partes de Argentina y hoy La Sachetera tiene “sucursales” en provincias como Córdoba, Mendoza y hasta en la patagónica Chubut, en el sur.
Es que si bien muchos imaginan que un país sudamericano como Argentina es cálido, lo cierto es que en invierno el frío y la humedad son crudos, y hasta pueden producir la muerte.
Según la ONG Médicos del Mundo solamente en la capital argentina hay más de 16.000 personas que sobreviven en las calles. Muchos duermen en paradores (refugios), pero otros pasan la noche al aire libre.
Varias organizaciones de voluntarios contribuyen con las autoridades para paliar este problema ofreciendo alimento y abrigo a quienes no tienen hogar.
Calles que no callan es uno de los muchos grupos que ayudan a los más pobres. Todas las semanas atienden a unos 170 hombres en situación de calle en una parroquia en Martínez, un barrio de la provincia de Buenos Aires.
Claudia Wright, una de las voluntarias, contó a BBC Mundo que en julio La Sachetera les donó 40 bolsas de dormir para distribuir entre los más necesitados.
“Estaban encantados. Un hombre me dijo que hasta ahora siempre amanecía con su frazada ensopada por el rocío y gracias a la bolsa logró aislarse de la humedad y el frío”, dijo.
CÍRCULO VIRTUOSO Wright destacó que la tarea de La Sachetera es doblemente positiva porque no sólo ayuda a quienes menos tienen sino que además lo hace reciclando un producto que de otra forma terminaría en la basura, sumando a la contaminación del medio ambiente.
Este círculo virtuoso es el que seguramente inspiró a muchas escuelas, clubes y barrios privados a organizar colectas de sachets para donar a este emprendimiento.
Gracias a su página en Facebook, La Sachetera continúa sumando adeptos. Más de 5.600 personas siguen las actividades del grupo y se enteran del trabajo de las voluntarias que todas las semanas coordinan encuentros de unas tres horas, en las que mujeres, hombres y niños cosen y sellan las bolsas.
Con el éxito de la iniciativa también empezaron a surgir nuevas ideas de productos solidarios hechos con envases de leche: desde aislantes para techos o pisos hasta bolsas reusables para cargar comida (que usan las familias que reciben donaciones).
Más allá del enorme beneficio práctico que aportan estos objetos fabricados por La Sachetera, quienes están en contacto con las personas que los reciben, como Wright, resaltan lo significativo que es para alguien que vive en situación de calle que otro piense en ellos.
“Solamente que se los tenga en cuenta les devuelve algo de la dignidad que perdieron”, afirmó.
Goga Dodero asegura que eso que se da también se recibe.
“Te cambia la vida ayudar a otro. Te ilumina, empieza a cambiar tu mirada y tu sentir en la Tierra. Miras todo con ojos diferentes y transitas un camino de amor enorme”, describió.
La filántropa, que mezcla su tarea solidaria con su trabajo como diseñadora de vestuario, admite que desde que creó La Sachetera ya no tiene tiempo de ocio, pero no lo lamenta. Todo lo contrario.
“Te das cuenta de todo lo que se puede hacer con el tiempo libre y te da una felicidad muy grande poder contribuir con otros”, aseguró.