Alemania se ha convertido en el primer país que puede jactarse de tener un edificio realmente verde: una estructura de cuatro pisos y 15 apartamentos que se calienta y refrigera gracias a la acción de microalgas.
Se trata de un edificio recientemente inaugurado en la ciudad de Hamburgo, en el norte del país, que cuenta con fachadas biorreactivas, compuestas por paneles de vidrio repletos de microalgas (no mayores que una bacteria), que se cultivan a base de luz, agua, nutrientes y dióxido de carbono.
Los 129 paneles de 2,5 0,7 metros cada uno pueden moverse para posicionarse frente al sol, permitir que las algas se desarrollen y que éstas a su vez aporten a la estructura combustible, calor y aislamiento del ruido exterior.
SISTEMA AUTOMATIZADO La casa BIQ (Bio Intelligent Quotient), tal y como se conoce el proyecto, es la primera iniciativa de estas características en el mundo y ya está en pleno funcionamiento en Hamburgo.
Funciona gracias a un centro de gestión de energía donde se recolectan las algas y el calor solar en un ciclo cerrado que almacena este calor y lo utiliza para generar agua caliente.
Según explicó a BBC Mundo Jan Wurm, líder de investigación en Europa de Arup, firma que diseñó el edificio, las algas viven y circulan, teniendo dos funciones: primero generar biomasa que podría usarse como fuente de energía, ya que puede extraerse y transformarse en biogás; y, segundo, acumulando el sol que no es absorbido por las algas.
El agua se calienta y podemos extraer el calor con un intercambiador de calor, apuntó.
Las algas utilizadas no fueron genéticamente modificadas, sino extraídas de un río cercano y cultivadas en laboratorio.
Una vez dentro de los paneles, se les proporciona dióxido de carbono y los nutrientes necesarios para funcionar en un sistema completamente automatizado.
TODO SE APROVECHA Cada tanque se ubica en el exterior del edificio de modo que pueda orientarse hacia el sol como si fuera un panel solar. A medida que las algas crecen, sobre todo en verano, éstas aportan sombra al edificio enfriándolo y a su vez aislándolo del ruido exterior.
El calor excedente de los tanques también se aprovecha, ya que se transfiere a una solución de agua salina bajo el edificio con el fin de usarlo posteriormente.
Por otra parte, cuando las algas se desarrollan mucho se extrae el excedente para ser convertido en biogás y generar calor durante el invierno. Todo esto sin usar combustibles fósiles.
La innovadora fachada es el resultado de tres años de investigación y desarrollo de las firmas Colt International, SSC Ltd y Arup, y contó con financiación del gobierno alemán.
El concepto de usar algas en edificios no es nuevo y, según Wurm, lleva circulando desde hace una década. Pero sólo recientemente tres firmas decidieron unir esfuerzos para poner en práctica esta tecnología.
TECNOLOGÍA COSTOSA Con este proyecto hemos dado el primer paso para mostrar la visibilidad técnica de la tecnología, ahora queda mejorar el marketing ecológico.
Otro obstáculo a superar es el costo. La construcción del BIQ requirió una inversión de US$6,5 millones aportados por la Internationale Bauausstellung (IBA), una institución del gobierno alemán dirigida al desarrollo arquitectónico y urbanístico.
No obstante, Wurm cree que los costos disminuirán a medida que se extienda el uso de fachadas biorreactivas.
Usar procesos bioquímicos en la fachada de un edificio para generar sombra y energía es un concepto muy innovador. Podría ser una solución para generar energía de forma sostenible en zonas urbanas, así que es bueno ver que se está probando en un escenario real.