AGENCIA MATERIA

Los 100 millones de euros que se han invertido hasta la fecha para conservar los 300 últimos ejemplares del felino más amenazado del mundo, el lince ibérico, serán dinero tirado a la basura si no se cambian los actuales planes de gestión de la especie, según un grupo internacional de científicos. El equipo, liderado por Miguel Araújo, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), advierte de que la especie se extinguirá en los próximos 50 años porque las políticas de conservación no tienen en cuenta los efectos del cambio climático.

“Nuestros modelos muestran que el cambio climático provocará un rápido y brusco declive del lince ibérico y probablemente extinguirá la especie en 50 años, pese a los actuales esfuerzos para su conservación. Las únicas dos poblaciones que quedan no serán capaces de expandirse ni de adaptarse a tiempo a los cambios”, alerta en un comunicado Araújo, profesor visitante en la Universidad de Copenhague (Dinamarca). “Afortunadamente, no es demasiado tarde para mejorar las perspectivas para el amenazado lince, si los planes de gestión empiezan a tener en cuenta el cambio climático”, subraya.

El censo de 2011 en Andalucía contó 312 ejemplares en libertad, recluidos en sus últimos reductos del planeta: Doñana y Sierra Morena. En el mundo hay más linces ibéricos disecados o convertidos en alfombras que vivos. Como explican los investigadores en su estudio, que se publica hoy en la revista Nature Climate Change, los individuos que quedan están amenazados por la caza furtiva, los atropellos, la pérdida de su hábitat y la falta de su alimento fundamental: el conejo. Los planes de gestión, por lo tanto, se centran en mejorar su hábitat, llenar el campo de conejos y minimizar el resto de amenazas.

Sin embargo, esto no es suficiente, según el grupo de científicos, que incluye investigadores de las universidades de Stony Brook (EE.UU.) y Adelaida (Australia). El estudio propone “un programa de reintroducción cuidadosamente planeado, que tenga en cuenta los efectos del cambio climático, la abundancia de presas [el conejo] y la conectividad del hábitat” para “evitar la extinción del lince este siglo”.

Las autoridades españolas planean liberar linces, nacidos en centros de cría en cautividad, en el sur del país, pero los autores del estudio advierten de que las zonas más adecuadas para la reintroducción están en la mitad norte de la península Ibérica. Estas áreas, argumentan, podrían ofrecer tanto conejos como un hábitat continuo, incluso con el cambio climático. Así, calculan, la población de linces ibéricos podría llegar a 2090 con 900 ejemplares.