El gol, sin duda, es lo más importante de un encuentro de fútbol. Basta con revisar las frases románticas y hasta filosóficas que le han dedicado, en su momento, varios de sus principales protagonistas durante la historia. “Un partido sin goles es como un domingo sin sol”, señaló Alfredo Di Stéfano, potente delantero argentino nacionalizado español que hizo historia con el Real Madrid en la década del sesenta. Alessandro Del Piero, inolvidable atacante italiano y campeón del Mundo en el 2006 con la ‘Azzurra’ que destilaba magia con sus botines, fue mucho más allá con su concepto: “Por hacer un gol haría un pacto con el diablo”.
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El gol, también, se ha encargado de marcar carreras. El mismísimo Carlos ‘el Pibe’ Valderrama, dijo alguna vez que nunca pudo cerrar ese ansiado contrato millonario porque le faltaba justamente eso, gol. Inflar las redes siempre estará más cotizado que dar un buen pase o no dejar pasar ni las moscas en tu portería. Sin embargo, un día como hoy, hace 28 años, en la ciudad de La Plata, vencer al golero rival adquirió un nuevo significado: hacer temblar la tierra.
Era el mítico estadio Juan Carmelo Zerillo, conocido como ‘El Bosque’. Estudiantes de La Plata y Gimnasia y Esgrima La Plata jugaban una nueva edición del clásico de la cuidad. Este enfrentamiento, que se daba por la fecha 7 del Torneo Clausura de 1992, como se sabe, es uno de las rivalidades más antiguas y encarnizadas del mundo del fútbol. Por ello, la cancha estaba repleta de gente y no cabía un alfiler. Los registros de aquella época indicaron que el trámite se daba de forma pareja. Como todo clásico, se jugaba con el cuchillo entre los dientes para ganar cada dividida. No había opciones claras de gol. Pero, todo eso cambiaría en el segundo tiempo.
El reloj marcaba los 9 minutos de la parte complementaria. Juan Bava, árbitro del encuentro, sancionó una falta a favor del ‘Lobo’ a 35 metros del arco custodiado por Marcelo Yorno. Se armó una especie de discusión entre los mismos futbolistas de Gimnasia, todos querían ejecutar aquella falta con aroma de gol. Al final, fue el uruguayo José Perdomo quien se adueñó el esférico y acomodó el mismo sobre el césped. Entonces, el charrúa sacó un disparo que tuvo la combinación que es casi indetenible para los goleros en las pelotas paradas: precisión y potencia juntas. El guardameta solo atinó a mirar como la pelota atravesaba su arco.
Así fue la carrera de José Perdomo | |
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Peñarol (URU) | 1983-1989 |
Genoa (ITA) | 1989-1990 |
Coventry City (ING) | 1990 |
Real Betis (ESP) | 1990-1991 |
Gimnasia y Esgrima La Plata (ARG) | 1991-1992 |
Peñarol (URU) | 1993-1994 |
En la cancha, la celebración fue emotiva, pero en las tribunas fue alucinante. En la parte de atrás del arco contrario a donde se produjo el tanto, los hinchas de Gimnasia estallaron en júbilo al unísono. Fue una avalancha de gente desconocida infundiéndose entre abrazos y gritos al cielo. ¿Pero qué provocó esto? a 600 metros de donde se jugaba dicho duelo, mientras fanáticos desaforados gritaban el gol a todo pulmón, este movimiento se registraba en la estación sismológica del Observatorio de La Plata de la UNLP. Así de loco, así de increíble.
Tan solo 24 horas después de la victoria de Gimnasia, un buen grupo de periodistas llegaron hasta la dependencia universitaria para saber qué fue exactamente lo que había sucedido al momento del gol. El partido finalizó con una victoria por 1-0 del cuadro loca, pero la noticia estaba por otro lado. “Al ser un partido con muchas personas estaban cantando al unísono se produjeron esas vibraciones. Esto también tiene que ver con la época, porque los estadios antes eran de madera y ahora son de cemento”, fue la versión la doctora en Geofísica, Nora Sabbione. Además, detalló que nunca se dieron a conocer las bandas de lo que registró el sismógrafo porque no se trató de un objeto de estudio para la facultad de Ciencia
Con el pasar de los años, aquella situación poco clara se transformó en un mito que fue de boca en boca en todo el mundo. Sabbione también manifestó que el hecho fue más periodístico que notorio. El sismo que provocó el tanto tripero no se puede medir en escala Ritcher , ya que se trataba evento artificial. “Esas señales tuvieron características distintas a las de un terremoto de original natural”, señaló la doctora.
Más allá de si fue verdad o no aquel supuesto sismo, el gol del terremoto es considerado como una de las historias más famosas del fútbol mundial. En Argentina, todavía se sigue y se seguirá contando de generación en generación.
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