Gerard Piqué. Salía al lado de Tarzán Puyol en la foto del equipo y en el Panini. Allí, la figurita 566 del otro álbum familiar que ve con nostalgia, lo mostraba como un portento barbudo de 192 centímetros, 85 kilos y solo 23 años. Una promesa. A esa edad y con ese físico se puede ser cientos de cosas -exitoso ejecutivo, joven padre de familia, modelo Calvin Klein-, pero él, back centro criado en La Masía, eligió el camino destinado para muy pocos: salir campeón del mundo con su selección. En el álbum que tengo aquí a mi lado, hoy colección de mi hijo, está escrito que Gerard Piqué fue sobre todo eso, antes de todo esto que el planeta dice de él. Su importancia futbolística es esa, al lado de una notable generación de españoles cuyos apellidos se quedaron grabados, como tatuajes -Cesc Fábregas, Andrés Iniestas, Iker Casillas, el Niño Torres-, y por eso mismo es tendencia desde hace horas, otra vez, en los diarios deportivos. ¡¡Piqué anuncia su retirada del fútbol!!, titula Marca, sin que le importen las reglas de la ortografía. “Leyenda”, tuitea Mundo Deportivo, sin palabras. “La foto habla por sí sola”, pone a pie de página el sitio oficial de la Copa del Mundo en español, con Piqué arrodillando besando el trofeo.
Tiene 35 años. En 35 más recién podría ser llamado viejo. Todo lo que le queda por vivir.
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Treinta títulos con el Barcelona, su club de niño a pesar de apellidarse como el estadio del enemigo -Piqué Bernabéu-, que se despliegan en 8 Ligas, 3 Champions League, 6 Supercopas de España, 3 Supercopas de Europa, 3 Mundiales de Clubes y 7 Copas del Rey, ni siquiera abren el debate sobre su importante en la llamada Edad de Oro del Barza. Entrenó con Ronaldinho, Henry, Xavi, Deco, Figo, Suárez, Neymar y Messi. Seguramente se comió terribles huachas. Su fuerte era el anticipo y su potente juego aéreo, porque para las carretillas lo tenía a Puyol. “Es un ejemplo de capitán, lo tiene que saber la gente”, dijo hace poco Xavi, que lo conoció cuando no usaba Prestobarba, en una descripción justa que resumía lo que sus compañeros dicen siempre de él, pero también como una suerte de escudo ante la ola de críticas, golpes bajos y titulares en la prensa rosa de su país tras el rompimiento de su relación con la maravillosa intérprete y estrella colombiana Shakira. La separación, los detalles, la infidelidad, los hilos de las almohadas, fueron un martirio para ambas carreras en las últimas semanas. Cerca de 30′900,000 resultados (en 0.81 segundos) aparecen cuando uno coloca en el buscador Google “Piqué” y “Shakira”. Mucho.
“Vosotros, culés, me lo habéis dado todo, y ahora que los sueños de ese niño se han cumplido quiero deciros que es el momento de cerrar este círculo. Siempre he dicho que después del Barça no habría otro equipo, y así será. Este sábado será mi último partido en el Camp Nou”, dijo el defensa catalán en el clip en sus redes sociales, donde anuncia su retiro del fútbol a los 35 años. “Hace semanas y meses que muchos hablan de mí y hasta ahora no he dicho nada, pero ahora quiero ser yo quien os hable de mí”, insistió. En una hora, el video tenía 4.5M de reproducciones. Así se miden las emociones hoy, como si fueran un playlist.
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Piqué se va, pasa a ser un ex futbolista millonario con sueños de presidente del Barcelona y, visto a kilómetros, su influencia en el Perú es más que notable: un título mundial. En octubre del 2021, la gran tendencia de Twitch fue el Mundial de Globos organizado por el célebre streamer Ibai Llanos y el español Gerard Piqué, dos locos de redes sociales que se juntaron para armar alboroto. “Puede que sea una gilipollez”, dijo el defensor sobre la discusión en todo el mundo: ¿por qué nos moviliza tanto jugar en la sala de la casa con un globo con el único objetivo de que no caiga? La respuesta quizá esté la simpleza de las cosas. En la inocencia. La que queda. Ibai y Piqué vieron allí un negocio: se inscribieron representantes de 32 selecciones nacionales y personalidades del deporte y el Internet. Como era de esperarse, en este torneo había un peruano. Un muchacho entusiasta llamado Francesco de la Cruz, de 18 años, con mucho tiempo libre y un requisito indispensable hoy: megas en el celular. “He faltado a clases por venir”, dijo en la transmisión en la final, tras vencer a Jan Spieb, el representante de Alemania. Y celebramos esa coqueta holgazanería.
No conquistamos la Luna porque no queremos. Y aunque Piqué tenga asuntos más graves que resolver, le debemos esta pequeña, breve alegría.
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