PEDRO CANELO @jovennostalgico
Maestro:
He encontrado un libro perdido en el que aparece uno de sus mejores poemas. Una composición genial y oportuna. Versos extraviados que también tienen el sabor del pecado. Usted, maestro, tuvo un amor fugaz y prohibido, un coqueteo con aves de paso. Si el fútbol en el Perú muchas veces es la metáfora de los corazones rotos, le recuerdo que existen estas páginas en las que el final sí pudo ser feliz. Este capítulo, maestro de la zurda, es suyo. Y quizá de nadie más.
César Cueto logró dos títulos internacionales como jugador. Con la selección dio la vuelta olímpica en la Copa América de 1975 y con clubes no, no se apresure. No fue con Alianza Lima, sino con Sporting Cristal. Un campeonato histórico en la Copa Marlboro de 1988 que comenzó con la simplicidad de una anécdota. En tiempos en los que se castigaba a perpetuidad el cambio de camisetas, el ‘Poeta de la Zurda’ dio el play de honor. No tiene que pedir perdón porque fue muy feliz.
La fidelidad, así duela, sigue un curioso e inevitable proceso de extinción. Nolberto Solano y Juan Reynoso en la “U”, Flavio Maestri en Alianza y César Cueto en Cristal. Eso sí, el mejor volante que hemos tenido en los últimos 25 años nunca firmó por los del Rímac. Se vistió de celeste solo en dos encuentros, ambos en la cancha de fútbol americano del estadio de Los Gigantes de Nueva York. Allí, Sporting Cristal empató 1-1 con el poderoso Benfica de Portugal (en penales con superlativa actuación del ‘Gato’ Purizaga) y goleó 4-0 al Barcelona de Guayaquil.
RESPONDE EL MAESTRO
Ese once dirigido por Miguel Company logró el único título internacional de esta institución es sus más de 50 años de historia. La celebración fue excesiva, con una montaña humana alrededor de Company y con César Cueto -sí, Cueto- como capitán cervecero, quien levantó la enorme y pesada copa que sigue decorando la vitrina principal en la sede bajopontina en La Florida.
¿Por qué uno de los mayores símbolos aliancistas jugó por Sporting Cristal (y campeonó con ellos)? Responda, Maestro.
“Había llegado lesionado de Colombia, había estado jugando en el Cúcuta y en el Pereira. Tuve una lesión en los ligamentos y decidí volver. Me quedé 8 meses fuera de las canchas. Estaba alejado y me llamó Miguel Company para invitarme (ambos nacieron en el Rímac). Acepté porque él es mi amigo y porque necesitaba volver a jugar. Fue una bonita experiencia, pero nunca firmé contrato. Después me fui y al año siguiente me retiré en Alianza”, dijo Cueto.
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(Foto: El Comercio)
Amigos del ‘Poeta’ y del mismo club han contado más de una vez que debido a la accidentada y aún extraña salida de Company del club no hubo forma de retener a Cueto en Cristal. Era con Company o con Company. El reemplazo fue Alberto Gallardo. Cristal fue campeón nacional ese año y César Cueto nunca más volvió.
En esas noches neoyorquinas del 88, hubo poesía. Benfica estaba entre los cinco mejores equipos de Europa con el brasileño Mozer como figura mayor. Este celebró con risa de sobrado su gol de tiro libre. Pero Cueto quiso alterar el orden. En ese partido fue un auténtico poeta maldito. Impredecible y letal: pase gol a César Loyola y empate. En la definición por penales, Cueto falló el penal, pero el sorprendente Purizaga le prestó versos para cerrar el poemario.
Contra el Barcelona -que venía de eliminar al Nacional de Medellín de Higuita y Leonel Álvarez y que campeonó en la Libertadores del año siguiente- fue todo más sencillo. Al Sporting le cayó muy bien la cancha sintética, era como jugar fulbito en espacios grandes y dispersos. Fue el escenario ideal para los desbordes de Percy Olivares, los goles de César Loyola, el cerebro de Francesco Manassero (hoy agremiado máximo), el arte de Antón (hoy cantante de salsa) y para el maestro Cueto que hizo de estos versos casi inéditos un poema incomprendido para no olvidar.
[Archivo El Comercio]