Los entrenadores suelen construir su suerte en base a un once. Un once que camina solo y que el hincha recita de memoria. En el 2021, Carlos Bustos lo tuvo. La barra no criticaba por entonces el hecho de defender con cinco, y a veces con todos. El shock que produjo en el aliancismo sentirse en Segunda por un tiempo breve, les hizo valorar a un técnico cuya prioridad principal era cuidar el cero. No habían hecho pretemporada, se repetían a sí mismos para digerir ese estilo especulativo, pero eficaz.
El 2022 trajo consigo una valla, evidentemente, más alta. Eran los campeones vigentes, y ahora debían jugar como tales. Bustos ganó más opciones con los refuerzos, pero también se quedó sin excusas. No pudo con la Libertadores, como tampoco pueden los demás clubes peruanos, con la diferencia que los íntimos fueron heridos con saña. Acabaron el Apertura de la mejor manera posible, pero a varios pasos del Melgar y el Sport Huancayo.
Por fortuna, el Clausura llegó rápido para pulir lagunas y dar un golpe en la mesa. Y es lo que ha sucedido en los dos últimos fines de semana. Triunfo en la ardiente Piura, con goles de Benavente y Lavandeira, fiesta en Matute con goles de Benavente, Lavandeira y Barcos. Un tridente que organiza parrillas con diligencia tiene que entenderse en la cancha. Es así.
Matute ha sido un festín de domingo: por las anotaciones, cada una más exquisita que la otra; y por la comida. Si algo extrañaba el hincha aliancista era el bitute. Aquel ritual de pisar el Alejandro Villanueva temprano para devorar una carapulcra con sopa seca o un arroz con pollo y luego sentarte a esperar el partido, con la panza feliz. La oferta de este domingo se amplió para el deleite de la hinchada: hamburguesas, butifarras, choripanes, pollo a la brasa y hasta makis. Faltaba su ‘cebichongo’ nada más.
En la cancha, Bustos, que difícilmente podrá contentar a todos, acertó con la alineación. Básicamente, porque tomó decisiones. Sentó a Míguez, uno de los consentidos de la gente, para regresar a la zaga al mejor defensa de los ‘íntimos’ en las últimas dos temporadas: Yordi Vílchez. Que Vílchez pueda jugar en todas las posiciones de la defensa es una cosa, pero que lo muevas de la zona donde mejor luce para no tener que sentar a Ramos o a Míguez es otra muy distinta. En el descuento del Sport Boys, obra y gracia de Guevgueozián, ese delantero impronunciable para Ramón Quiroga y cualquier otro mortal, Ramos marcó con la vista a Jostin Alarcón y, pasivamente, lo dejó centrar, confirmando, una vez más, que no merece la titularidad.
Regresó a la banda izquierda el ‘Richie’ Lagos, un Yotún en potencia que algún día jugará en el mediocampo. No tiene la dinámica que se necesita para recorrer la banda en menos de quince segundos, pero sabe asociarse y tiene la capacidad para lanzar centros venenosos. En el gol de los ‘chalacos’ perdió de vista a Guevgueozián. Aun así es lo mejor que tiene Bustos por allí.
En la banda derecha, Peruzzi ha hecho lo que todo extranjero debe hacer cuando llega a un nuevo país: jugar. Jugar para afianzarse, jugar para acallar habladurías, jugar para ganarse bien el sueldo. No es un Dani Alves. Tampoco un velocista como Advíncula. Pero conoce el puesto y se nota en cada acción. Tiene eso que se llama fundamentos. Criterio para salir jugando, criterio para cerrar su zona, criterio para cuidar sus espaldas. Y al menos lanza centros decentes. No acabó el partido como ante Grau. Hay expectativa sobre lo que pueda dar cuando esté en plenitud.
El primer gol, el de Benavente, nació a raíz de un centro de Peruzzi. Luego Aldair Rodríguez sorprendió al público con una sutileza y después Benavente definió como dicta el manual. A propósito del ‘Chaval’, se le pelaron los cables inexplicablemente. Ser expulsado por mandar a volar al árbitro debe ser de las tonterías más grandes del fútbol. No ajustaste a ningún rival ni tampoco evitaste un contragolpe mortal. Simplemente, hiciste aspavientos de divo. Cuando vuelva, que aprenda a sus casi 30 años. Pero que vuelva, porque es fundamental.
Ballón y Concha en lo suyo. En esa fusión de quite y entrega limpia. Concha debe seguir trabajando en su movilidad y control. Más arriba, Lavandeira ratificó que se puede confiar en él. Inteligente como pocos, toca y pica. Sabe cuándo enganchar, cuándo patear, cuándo asistir. Incluso desde el suelo, como en el tercer gol. De Barcos, ¿qué se puede decir que no se haya dicho? Es una mente maestra que trota la cancha. Y que aún tiene cuerda en el torneo local para sacar sus pasitos prohibidos, como los que le hizo a Revoredo y Bolívar para habilitar a Lavandeira en el segundo tanto. Saravia, por cierto, cada vez mejor. Urgía uno como él para que Ángelo Campos no se relaje.
Seis puntos y la punta del Clausura. Una victoria con uno menos durante media hora no es poca cosa. Debut de ‘Caballito’ Hurtado, un hijo de la casa que no se llena la boca prometiendo cosas que no cumplirá . Bustos se acerca a un once que le dé un respiro y le regale una sonrisa al hincha aliancista que hoy revivió su domingo favorito: una ‘bajada’ sabrosa con mazamorra morada de postre, una goleada, y unas ‘chelitas’ para olvidarnos de que mañana será lunes, el inclemente lunes.
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