Por: Eliezer Benedetti
En los libros de la historia del fútbol está escrito el nombre de Hakan Sukur por ser el autor del gol más rápido en la Copa del Mundo. El delantero turco nunca olvidará cuando en Corea-Japón 2002 abrió el marcador a los 11 segundos del pitido inicial en el partido por el tercer lugar entre Turquía y Corea del Sur. Sukur encaminó a la victoria de su selección por 3-2 y se convirtió en el héroe de un país, pero actualmente el mismo estado le persigue. De ser leyenda del fútbol turco pasó a ser chofer de Uber y vender libros en Washington, Estados Unidos.
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¿Por qué el cambio radical? Sukur era considerado el máximo ídolo de Turquía. Sus 51 goles con la selección, que lo convierten en el máximo goleador histórico, lo siguen respaldando. Además, en el Galatasaray también dejó huella. Anotó 297 tantos con el club turco. Sin embargo, su vida dio un giro rotundo al colgar las botas.
En una entrevista con el medio alemán “Welt am Sonntag”, Sukur contó cómo sucedieron los hechos. En el 2011, tres años después de retirarse del fútbol con el Galatasaray, se sumergió en la política e integró el partido AKP, que lidera el actual presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. A partir de los escándalos de corrupción que involucraron al régimen, el exfutbolista de 48 años renunció al partido en el 2013. “Entonces comenzaron las hostilidades”, señala.
La vida de Sukur se convirtió en un infierno, como él lo describe en la entrevista. Cuenta que recibió varias amenazas y acusaciones de parte del Gobierno Turco, que también comprometieron a su familia. “La boutique de mi esposa fue apedreada, mis hijos fueron acosados en la calle. Recibí amenazas después de cada declaración que hice". Esta situación le obligó abandonar el país en el 2015.
Irse de Turquía no mejoró su situación. Su padre fue encarcelado y le confiscaron todos sus bienes. Sin embargo, su progenitor pudo librarse y tener arresto domiciliario tras diagnosticarle un cáncer. En el 2016, el exfutbolista fue acusado de participar en el fallido golpe de Estado de aquel año, que supuestamente inició el predicador islámico Fetullah Gülen.
“Soy enemigo del gobierno, no del estado ni de la nación turca. Amo nuestra bandera y nuestro país”, expresó. La novela de Sukur continuó al siguiente año, siendo excluido del club por el que rodó el balón durante 13 años. Le quitaron todo, como él cuenta. “Estoy empezando a trabajar ahora. No me queda nada en ninguna parte del mundo. Erdogan me quitó todo. Mi derecho a la libertad, el derecho a explicarme, a expresarme, el derecho al trabajo”.
Actualmente, el exfutbolista se gana la vida vendiendo libros y conduciendo Uber en Washington. Es lo que le ha tocado vivir por defender sus ideales.
Las polémicas de Özil y Gündogan
Así como Sukur se arriesgó denunciando al partido AKP, el turco pide a las estrellas del deporte rey no quedarse callados. “Estamos siendo atacados con fuerza en los medios de comunicación turcos por esto. Quieren lograr que otros atletas que consideran abrir la boca se sientan intimidados”, explica.
Asimismo, a propósito de las polémicas de los internacionales germanos Ilkay Gundogan y Mesut Özil por la foto tomada junto al presidente turco Erdogan en el 2018, Sukur se refirió a ellos dejándoles un mensaje. “No creo que la foto sea genial, deberían honrar al país para el que juegan. Recomendaría que Mesut e Ilkay también se unan al AKP. Luego verán qué es realmente esta fiesta”.
El exfutbolista turco no dudó en enviar un mensaje a Erdogan al final de la entrevista. Sin temor a nada dijo: “regrese a la democracia, la justicia y los derechos humanos. Sea alguien que esté interesado en los problemas de las personas. Conviértase en el presidente que Turquía necesita”.