Quienes tuvimos la suerte de subirnos a uno de sus autos y sentarnos a su lado alguna vez, no en un rally necesariamente, sino más bien en alguna carretera de varios carriles, podemos decir que Kike Pérez jamás dejó ser un piloto. Uno que convivía en un sano equilibrio entre el fragor de la velocidad y las reglas de tránsito. Bromista y mordaz, ese hombre enorme de no más de metro sesenta, ha fallecido esta mañana. Eso dicen las noticias.
Pero Kike Pérez vivirá en sus 41 años, haciendo televisión ininterrumpida sobre lo que más le apasionaba: el automovilismo y el boxeo. Un respiro entre tanto programa de análisis futbolero. Desde 1981, cuando se emitió el primer programa de Auto TV, lo único que cambió fueron las casas televisoras que lo acogieron y el numerito que lo bautizaba. Kike Pérez instruyó a varias generaciones sobre dos deportes que destilan adrenalina.
Su afición empezó por los años sesenta, cuando compitió por primera vez en el circuito de Piura. Pero más pronto que tarde se haría notar en el circuito: en 1964 ganó las Seis Horas Peruana junto a Percy Fox, imponiéndose a pilotos de siete países. En 1969 quedó en un meritorio tercer lugar en Caminos del Inca. Hasta que en algún momento su vida se cruzó con Nicanor Gonzales, piloto y accionista de América TV, quien le propuso llevar toda su sabiduría a la pantalla grande.
Desde entonces la vida de Kike Pérez se columpió entre el Dakar y los Grand Prix como el Madison Square Garden. Desde Ayrton Senna, el célebre piloto brasileño, hasta la pelea entre Ray ‘Boom Boom’ Mancini y ‘Romerito’, pasando por Tyson y llegando a Kina Malpartida. Fue el gran narrador de una porción de la historia. Filudo e implacable cuando debía serlo, pero siempre encantador. Pisa fondo, querido Kike. Tu recuerdo te sobrevivirá.
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