No le tiembla la mano a Ricardo Gareca. Nunca le tembló. No han sido pocas las ocasiones en que apostó por planteamientos o jugadores inesperados con éxito. Su discurso es congruente con lo que cree y con lo que ve. Por eso el relevo del jueves de Farfán por un Cueva exhausto en lugar de Ruidíaz tenía sentido. Gareca creyó que, con Jefferson en punta y Raúl un poco más retrasado, el equipo de contragolpe podría consolidar la ventaja. No resultó. Por esos imponderables que tiene el fútbol Paraguay encontró el empate dos minutos después cuando Perú mandaba en el campo y arreció como un vendaval en busca del triunfo. Lo más lógico hubiese sido reforzar el medio campo tratando de contener las embestidas guaraníes. Gareca, fiel a su idiosincrasia, pensó que la mejor defensa era el ataque y fue por la victoria. No resultó como esperaba, pero la declaración de principios estaba hecha. Como en aquella derrota dolorosa en Santiago cuando tras el empate del Oreja, hizo ingresar a Da silva para ganarlo y lo perdimos, Ricardo no se traiciona. Esa vez nos tocó caer. El jueves fue empate, pero muchas más han sido las veces que tuvimos recompensa. Los puntos están en el arco de enfrente. Nuestra manera histórica de jugar también.
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La justa correspondencia entre lo que piensa y lo que hace le sirve a Ricardo para no ligarse emocionalmente a la hora de tomar decisiones. Es imposible que no haya visto que Cueva y Farfán le van a servir en tanto estén bien físicamente. Más allá de la jerarquía, lo que le han dado a la Selección y el vínculo afectivo que nos generan, sus presentes no son óptimos. Tiene jugadores en el plantel para suplirlos. El caso de los laterales es más grave. El habitualmente cumplidor Advíncula tuvo una actuación discreta y por el otro extremo Miguel Trauco, más allá del servicio exquisito para el empate final, evidenció falta de ritmo competitivo. Ninguno, salvo que Gareca lo vea de otra forma, tiene reemplazante a su altura. Corzo, una buena alternativa por derecha acaba de salir de una lesión y Marcos López la posibilidad por izquierda parece todavía bisoño para estas batallas. Es urgente que Miguel y Lucho levanten su nivel y sería ideal blindarlos mejor con volantes que los auxilien. Brasil nunca perdona y por eso hay que corregir pronto. La otra charla imperativa de Gareca es con Zambrano. Una expulsión absurda en estos partidos es inadmisible.
Donde también ha habido congruencia en la mayoría de los casos es en respetar el momento del jugador. El funcionamiento de Aquino, Tapia y Yotún como tridente medular enciende ilusiones. Yotún maneja con naturalidad asombrosa su labor en el desdoble. Los centrales son sólidos. Gállese inspira confianza y más arriba Carrillo la lleva atada el pie dormida y obediente. Ya no es solo él. André es ahora cualquiera de nosotros, materializando los goles que tanto soñamos. El toque peruano puede ser tan hermoso como la metáfora más noble. Este equipo ha sabido honrarlo. Con esa propuesta ha hilvanado 9 partidos sin derrotas en las eliminatorias.
Se viene Brasil y Ricardo no va a cambiar de libreto. Con cautela, pero vamos a salir a buscarlo. Seguro vamos a buscarlo. Qué así sea.
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