Desde el 2019, CARE Perú –en alianza con la Fundación Pepsico– pusieron en marcha la iniciativa “Ella alimenta al mundo” en zonas rurales de tres regiones de nuestro país: Piura, Lima e Ica. A la fecha, según detalla Diego Pinto, comunicador del Programa de Empoderamiento Económico de la Mujer, Seguridad Alimentaria y Nutrición en CARE Perú, impactaron en 54.000 personas y esperan llevar el proyecto a departamentos de la sierra. Así también, son finalistas del Premio Creatividad Empresarial, organizado por la UPC.
— ¿Qué fines persigue el proyecto?
El objetivo es contribuir al empoderamiento económico de las mujeres rurales y sus familias a través del fortalecimiento de los sistemas alimentarios, el mejoramiento de las prácticas en nutrición y, sobre todo, a través de políticas públicas que beneficien y promuevan la participación de las mujeres en el sector rural.
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— ¿Qué datos resultaron claves para poner en marcha la iniciativa?
El 47% de personas que trabajan en la agricultura son mujeres. [...] Sin embargo, solamente el 10% de ellas tiene la titularidad de la tierra. Son situaciones que van generando barreras.
— ¿Qué actividades en específico han desarrollado?
Tenemos diferentes estrategias. En el caso del incremento de los ingresos familiares, tenemos actividades de capacitación técnico-productiva en habilidades empresariales . [...] Una de las cosas a las cuales también nos adelantamos es al tema de la capacitación en gestión de suelos, uso de fertilizantes y agroecología. La agricultura orgánica no solamente es una alternativa, [sino] el camino que necesitamos para poder trabajar de manera preventiva en varias crisis alimentarias como las que estamos viviendo ahora. Las mujeres tienen un rol importante [en ello]
— ¿En cuántas familias impactaron hasta la fecha?
Son 4.000 mujeres con las que estamos trabajando, pero en total hemos llegado a impactar a 54.000 personas de manera directa, [entre ellas] mujeres y hombres agricultores, autoridades locales, trabajadores de establecimientos de salud, [entre otros].
— ¿Qué reflexiones podrías extraer de este proyecto?
Uno de los grandes aportes es que [queremos] cambiar las reglas de juego en las relaciones de género dentro de la agricultura para devolver a las mujeres el lugar e importancia que han tenido siempre.
— ¿Tienen proyecciones de expandirse?
Estamos entrando en una etapa de cierre y transferencia. En una segunda etapa, pensando en el próximo año, nos gustaría llevar este modelo que hemos validado a la sierra, [quizás] a Huancayo o Huancavelica que tienen experiencias muy interesantes sobre el desarrollo de productos como la quinua.
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