El Tribunal Constitucional, el Congreso y el Ejecutivo nos están llevando a un retroceso que nuestro país no se merece, considera Mendoza. Critica que la presidenta no se pronuncie sobre temas trascendentales como la Junta Nacional de Justicia o lo sucedido con la Sunedu. Además, sostiene que el actual Congreso es el más dañino de la historia.
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Escribió usted en un ‘tweet’ el fin de semana que según el PBI desestacionalizado del Banco Central de Reserva (BCR), nuestra recesión empezó el último trimestre de 2022. Como en el tercer trimestre de este año el PBI debe caer, tendríamos la recesión más prolongada desde el fujishock de 1990. ¿Se pudo evitar la situación? ¿Qué tanto está en manos del MEF y qué tanto se debe a que el 2023 es un mal año?
Tu pregunta tiene varias aristas. En primer lugar, en el 2020 y 2021 tuvimos una pandemia y la política macroeconómica, tanto la monetaria desde el BCR como la fiscal desde el Ministerio de Economía y Finanzas, fue la más expansiva de la historia contemporánea. El BCR bajó su tasa de interés como nunca, la puso en 0,25% al año en soles y el MEF llegó a tener un déficit de casi 9% del Producto Bruto Interno (PBI) en el 2020. Por lo tanto, independientemente de lo que podría pasar después, la política macroeconómica tenía que ser necesariamente contractiva en los siguientes años […] El BCR tuvo que elevar sustantivamente su tasa de interés, del 0,25% de julio del 2021 a casi 7,75% a principios de este año […] Según mis cálculos, la tasa de interés del BCR real estaba en -2,8% al tercer trimestre de 2021 y se puso como en 4,12% en agosto pasado. Eso naturalmente es una política monetaria contractiva, porque por un lado encarece el crédito, encarece las otras tasas de interés, y por otro lado contrae el volumen de crédito. El ritmo de crecimiento del crédito ha pasado del 6% hace un año a 1% en septiembre pasado. La política monetaria ha sido contractiva. Eso explica el enfriamiento, la recesión que tiene actualmente la economía peruana. Desde el lado fiscal, igual. El déficit fiscal en el 2020 ha sido enorme, de casi 9% del PBI. La deuda pública había subido de 27% a 35% del PBI. En los siguientes años, esa postura expansiva tenía que necesariamente modificarse, y el déficit fiscal fue efectivamente bajando al 2,6% en el 2021 y 1,6% en el 2022. Entonces la política fiscal también fue contractiva. Esos dos factores seguramente explican el inicio de la recesión, que según las cifras del BCR empezó en el último trimestre del año pasado y sobre eso se cuelgan los episodios de violencia en el sur y los episodios climatológicos que han hecho caer abruptamente, en especial, a las exportaciones agroindustriales. Es una recesión que hubiera sido seguramente más suave de haber sido provocada solamente por este retorno del BCR y el retorno del MEF a una política contractiva. Un pie de página: las políticas macroeconómicas no pueden ser siempre expansivas porque no hay recursos para eso. Las buenas políticas macroeconómicas son súper expansivas en los tiempos complicados, como fue el 2008 - 2009 o como fue la pandemia. Y, después, para restablecer los recursos gastados en esos episodios complicados hay que hacer necesariamente políticas macroeconómicas contractivas. Pero, sobre esas políticas macroeconómicas contractivas se montó toda la violencia del primer trimestre y el Yaku. Todo eso en conjunto ha provocado la recesión más prolongada desde 1991.
¿No había manera de evitar la recesión?
Está de por medio que hemos tenido un presidente como Castillo. No podemos evitar eso. Está de por medio que tenemos una presidencia de la señora Dina Boluarte, que no sabe y no opina de nada.
No se ha pronunciado sobre la recesión.
Claro, todo eso influye también. Por ejemplo, el hecho de tener haber tenido a Castillo por un tiempo naturalmente frenó las inversiones y las inversiones no pueden recuperarse fácilmente. La inestabilidad que todavía se respira está apagando todavía las inversiones. No creo que haya culpables en la política macroeconómica propiamente dicha, sino creo que es el entorno que tiene que ver con el país, con las instituciones, lo que ha agravado este problema recesivo. Y eso nos hace pensar que la salida de esta recesión, que se inició en el último trimestre del año pasado pero no sabemos cuándo va a terminar, puede demorar. La respuesta fácil y facilista posiblemente es porqué no bajamos la tasa de interés rápido y porqué no subimos el gasto público. Respecto a la tasa de interés, no es tan fácil porque la inflación todavía no ha sido derrotada. Y mientras la inflación no haya sido plenamente derrotada, es un poco arriesgado bajar la tasa de interés. Y lo que puede hacer la política fiscal es elevar la demanda por un semestre, como una pastilla para un dolor de cabeza, porque el crecimiento económico no viene de la política macroeconómica necesariamente. El crecimiento económico tiene que ver con la inversión, con la minería, con la agroexportación.
En ese sentido, ¿es oportuno que se haya aprobado el crédito suplementario por un poco más de S/5 mil millones para dinamizar el presupuesto público de lo que queda del año?
Sí, creo que está bien, pero no creo que eso haga mucha diferencia porque la magnitud y la duración de esta recesión es –más la duración que la magnitud– relativamente grande y lo que puede hacer el MEF es empujar el gasto público por un semestre. No puede empujar el gasto por 20 semestres, porque eso es matemáticamente imposible. [El crédito suplementario] seguramente hará que los números no sean tan negativos o que sean ligeramente positivos, pero es un analgésico para el problema. Los problemas de fondo están en cómo restablecer el crecimiento económico de largo plazo y para eso hay que voltear a factores más potentes y duraderos. Chavimochic ojalá se dé. El gobierno dice que ya va, pero de esos “ya va” tenemos varios. Como Majes, que estaba casi listo hace no sé cuántos años y no lo vemos. Quizá hay que voltear otra vez –aunque a muchos no les gusta– a la minería, que es lo que tenemos. La minería no está produciendo su potencial y creo que allí se pueden hacer avances importantes, agilizando algunos trámites, restableciendo la paz social que la minería necesita.
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Compartirá panel en CADE Ejecutivos 2023 con el ministro de Economía. Se conversará sobre propuestas para el desarrollo del Perú. ¿Diría que los temas mencionados como Majes Siguas, Chavimochic y la minería son las señales concretas para impulsar la confianza y la inversión privada? O, ¿hay alguna otra cosa que se deba tener en el radar?
Me parece que es mucho más difícil que eso. Hay un elemento que está pasando un poco desapercibido y que tiene que ver con el hecho de que los países crecen por mucho tiempo sostenidamente cuando el capital físico y el capital humano avanza. Esos son los factores que finalmente hacen que un país avance, y en algunos casos se vuelva un país desarrollado. Y ahí tenemos varios problemas. El capital humano depende de las habilidades, de los conocimientos que tengan los trabajadores, y eso tiene que ver esencialmente con la educación. Un brazo importante es la educación universitaria que ha sido golpeada duramente por este retorno de facto de la Asamblea Nacional de Rectores, y ahora estamos escuchando cosas increíbles como que ya el licenciamiento va a ser de por vida. Hemos matado a la educación universitaria. La presidenta Dina Boluarte no sabe ni opina, no ha dicho una coma, una frase en contra de la liquidación de la única reforma importante de las últimas décadas. Y, por el lado del capital físico tampoco vamos bien, porque el excéntrico alcalde [de Lima Metropolitana] que tenemos ha decidido no respetar el artículo 62 de la Constitución, que dice con absoluta claridad y en castellano que los contratos no se pueden modificar ni por ley y él quería modificarlo con una resolución. Me ha sorprendido también que los empresarios, quienes deberían haber sido los principales afectados por esto, o el Ministerio de Economía, que debería haber saltado al cielo por esto, lo han visto pasar y el alcalde sigue con sus arrebatos para romper un contrato que no se puede hacer ni por ley. Y además, el crecimiento a largo plazo depende del Estado de Derecho y allí tampoco estamos bien. Uno de los elementos del Estado de Derecho es el respeto a las instituciones. La Junta Nacional de Justicia –quizá la institución más poderosa del país, quizá la más importante del país, porque es la encargada de supervisar a los jueces, a los fiscales, nombrarlos, sacarlos–, está amenazada por el Congreso. Más o menos que nos volveríamos una república bananera si eso se produce. O, la división de poderes entre el Ejecutivo y el Congreso. El tema de la cuestión de confianza […] Un miembro del Tribunal Constitucional lo ha dicho con todas sus letras: El Congreso solo puede cerrarse si el Congreso lo quiere. Desapareció la división de poderes. Y además, hace un tiempo también el Tribunal Constitucional puso en duda el artículo, posiblemente el más importante en términos macroeconómicos de la Constitución, el artículo 79, que dice con absoluta claridad y en castellano que el Congreso no tiene iniciativa de gasto […] O el hecho de que tradicionalmente el Gobierno, cuando el Congreso da una ley que no parece apropiada, observa esa ley y cuando no le hacen caso a su observación, se queja ante el Tribunal Constitucional. Eso ha pasado a la historia. Este gobierno casi no se queja y no ha ido nunca al TC. Pareciera un equilibrio, como decían los abuelitos, como si se hubiesen juntado el hambre y la necesidad, y ambos se alimentan mutuamente con el afán de sobrevivir.
Hasta el 2026.
Sí, por eso que la recuperación propiamente dicha no puede darse en un ambiente institucional como este.
Fueron al TC por el tema del Fonavi, los S/42 mil millones.
Y ahí fue que el TC se pronunció, dando esta idea rara –sospecho que no han leído o no han entendido lo que dice ese capítulo 79 de la Constitución–,de que el gasto público se definía como el gasto del presupuesto público. Al parecer no se han enterado que los gastos de las instituciones como EsSalud o Petroperú, no están en el presupuesto. El TC, el Congreso, el Ejecutivo están pateando en la misma dirección y creo que nos están llevando a un retroceso que este país no se merece.
Es una dirección equivocada.
Claro que sí, porque estamos afectando en términos macroeconómicos el crecimiento económico a largo plazo, porque los países crecen con educación, con capital humano y con capital físico. Quiero subrayar este hecho que los empresarios no hayan saltado al techo por lo que hace nuestro excéntrico alcalde.
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¿Será que el MEF no tiene tanto margen de negociación? ¿Es eso es lo que se percibe desde afuera? Más allá del ministro, sino al MEF como institución.
En mi experiencia en el Ministerio de Economía y Finanzas aprendí que si un ministro de Economía se dedicase como en los libros de texto al gasto público y a la tributación, sería un trabajo a tiempo parcial y relativamente fácil de hacer. El ministro de Economía, por sus funciones, es un ministro que se cruza naturalmente con las actividades de sus colegas de Energía y Minas, de Producción, de Salud, etcétera. Muchos emprendimientos no avanzan si el ministro de Economía no da su voz ante el presidente o a la presidenta, ante el presidente del Consejo de Ministros o sus colegas. Tengo la impresión que esa fortaleza que tradicionalmente tenía el MEF se perdió totalmente durante la presidencia de Castillo, porque los ministros que pasaron por allí prácticamente optaron por no hacerse bolas y hacer el trabajo de tiempo parcial. Ahí tenemos un problema que tiene que ver con el Gobierno, con el debilitamiento – lamentablemente hay que decirlo así– de la institución llamada Ministerio de Economía y Finanzas. No por culpa del actual ministro, evidentemente, sino es una cosa que apareció con el gobierno de Castillo cuando los ministros de Economía no sabían ni opinaban sobre lo que hacía el resto de sus colegas y se ha fortalecido ahora con la presidencia de Dina [Boluarte], que es una presidencia muy particular porque no se mete en nada.
Se recuerda al señor Graham como un arquero.
Claro, en esos términos, en la búsqueda del 0 a 0, no podemos avanzar. Se agradece la defensa, pero en este caso se necesita un liderazgo para empujar e impulsar a la presidenta a ver si se ocupa de la presidencia, porque una presidenta que no opina sobre los temas trascendentales como la Junta Nacional de Justicia, como la Sunedu o esta posibilidad de que iban a nombrar automáticamente a los profesores, es una presidenta muy extraña.
Ha dicho en más de una oportunidad que Castillo es lo peor que le que le pasó al país. En la situación que tenemos hoy, ¿podemos seguir responsabilizándolo de los temas económicos o esto ya es parte de la gestión actual?
Hay algo que voy a decir que puede ser discutible. Está clarísimo que el presidente más inepto en la historia del Perú es Castillo, y seguramente si lo dejábamos iba a ser también el presidente más corrupto de la historia del Perú, no tuvo tiempo. Pero a pesar de todo eso, los daños que hizo Castillo son reversibles. Castillo copó el Estado con unos inútiles, con gente que no merecía [el puesto]. Los sacas y resuelves el problema. En ese sentido, lo de Castillo era más o menos fácil de revertir, pero cómo haces con Sunedu, con la Junta Nacional de Justicia, con la separación de poderes. ¿Cómo haces con una fiscal que no quiere mostrar su grado universitario? ¿Cuánto se restablecerá el Sunedu? Cuando en algún momento haya un congreso de gente pensante, de gente que no esté defendiendo intereses grupales o personales.
¿Ve el Congreso el sentido de urgencia de que los temas políticos terminan afectando nuestra estabilidad política y por lo tanto, también nuestra economía?
En mis tiempos, el Ejecutivo se peleaba con el Congreso. Cada vez que el Congreso sacaba una ley o un proyecto de ley, el gobierno en su conjunto y el ministro de Economía se peleaban con el Congreso criticando los proyectos de ley que eran increíbles, la ONP, el control de la tasa de interés, etcétera. Pero ahora, como están en una alianza no escrita, yo creo que en términos históricos este Congreso es el más dañino de la historia. El Congreso anterior también hacía daño, pero estos daños son solapas, silenciosos, la ciudadanía no se da mucha cuenta y evidentemente no están interesados en cambiar la situación para que en una próxima elección elijamos a quien se deba elegir. Están en otra. No creo que estén preocupados porque si lo estuviesen, estarían pensando en esas reformas institucionales constitucionales que podrían mejorar nuestro estatus actual, donde el presidente elegido puede ser vacado al año siguiente. Eso no va a cambiar en el 2026 al paso que vamos.
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¿Cómo debería ser el rol del MEF en el 2024? Tiene un panorama en contra, El Niño incluido. El presupuesto público 2024 ha sido enviado al Congreso y deberá ser aprobado, pero contiene proyecciones que no son las que tenemos hoy. ¿Qué se necesita en el MEF en este momento?
Tienen varios problemas. Los están enfrentando con herramientas fáciles como los bonos. Eso es, digamos, bien ocioso, muy sencillo. Yo creo que necesitamos cosas más creativas.
¿Ocioso pero útil?
[…] En pandemia [los bonos] se justificaban. Había gente en su casa, empresas que no trabajaban, gente que se quedó sin recursos, los bonos estaban claramente justificados. Ahora no tenemos eso. Para que el numerito sea 5 décimas mejor estamos haciendo políticas que no son sostenibles.
No deberíamos, entonces, discutir bonos.
Yo no creo. Cuando estaba en el ministerio, el Fondo Monetario Internacional mandó un informe sugiriéndonos dar bonos cuando ya la pandemia estaba terminando y dije exactamente lo que hoy estoy diciendo. No me parece que a la gente hay que regalarle recursos, creo que hay que generar empleo para que se la ganen. Y sobre el presupuesto, ahí van a tener un problema porque el presupuesto de la República del 2024 se hizo con las proyecciones macroeconómicas que el MEF tenía en abril o mayo. Hay que reconocer que todo el mundo se equivocó allí, eran proyecciones muy optimistas. Los ingresos tributarios en lo que va del año han caído en 13% en términos reales. El sostén del presupuesto, que son los ingresos que el MEF proyectó, deben haber cambiado. Así que no sé qué van a hacer con el presupuesto, claramente debe estar desfinanciado. El presupuesto ya salió de manos del Ejecutivo, ahora está en el Congreso y en noviembre tienen que aprobarlo. El ministro tiene que restablecer, creo que lo está haciendo poco a poco, el poder que naturalmente tiene un ministerio de Economía.
¿Le da la sensación de que el ministro Contreras está haciendo lo posible por restaurar esta fortaleza en el MEF?
[Sí], me da esa sensación. Pero además, un ministro de Economía tiene que preocuparse también de la educación, porque a la larga el crecimiento económico viene de la educación. Yo no he escuchado a ministros de Economía pronunciarse contra la reforma anti-Sunedu, por ejemplo. Incluso cuando el Tribunal Constitucional sacó esa resolución extraña, no escuché al ministro de Economía de ese entonces saltar al cielo para que respeten sus fueros. Es esta convivencia Congreso- Ejecutivo, en parte TC, es la que más o menos te dice “no te molesto y no me molestes”. Es un equilibrio precario, es un equilibrio mediocre.
¿Es un gobierno mudo?
Dina no sabe ni opina ¿Le has escuchado alguna vez opinar a la Presidenta sobre algún asunto trascendental del país? Es una presidenta muy extraña. Y por eso la hipótesis de que el hambre y la necesidad se han juntado, es la hipótesis consistente con los hechos.
¿Demoró mucho el MEF en admitir la recesión? ¿Ha afectado esto a la economía?
En el Ministerio de Economía y Finanzas y en el Banco Central de Reserva hay una tecnocracia bien competente. Si yo he podido ver que en el último trimestre del año pasado el PBI ya se cayó, ellos deben haberlo visto mucho antes. Supongo que esperarían una recuperación rápida, casi automática, solo así se entiende esta proyección que se les ha caído. Es una recesión, por los múltiples factores explicativos, difícil de combatir […] Ahora la probabilidad de que El Niño sea fuerte está aumentando. Si ese es el caso, los bonos no ayudan, hay que pensar en otras cosas.
¿Es decir, gastar recursos?
Infraestructura, haz lo que tengas que hacer con El Niño, pero no vayas por la vía fácil de los bonos.
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El próximo año se estima que habrá un crecimiento, pero mucho de la cifra del 2024 tendrá que ver con que el avance del 2023, que va a ser muy débil. Lo mínimo que se espera es un 2% para el 2024. ¿Qué deberíamos estar haciendo desde este momento para impulsar esta cifra?
Lo del Niño está por verse. Da la impresión, por lo que dicen los expertos, que la probabilidad de que sea fuerte está aumentando. En ese caso, estamos en otro escenario. Incluso habría que actualizar las proyecciones cuando se confirme.
A la baja.
Claro, En cuanto se confirme lo de El Niño fuerte. Lo de la violencia posiblemente ya no se dé. Y la política económica, como ya lo dije al principio de la entrevista, fue recontra expansiva en el 2020 y el 2021. Estamos recuperando fuerzas. La deuda pública, que estaba en 26%, subió a 34% y ahora estamos procurando hacer que esa deuda retorne a un rango de 30%. Mucha gente no valora mucho el valor de la responsabilidad fiscal. En concreto, cuando el MEF emite bonos o cuando los privados se prestan en el exterior, hay una cosa que se llama prima de riesgo. Es más o menos lo que el gobierno peruano tiene que ofrecer por encima de lo que ofrece el gobierno norteamericano por sus bonos. Eso está como en 1,8%, que es un número espectacular, porque el de Ecuador está en 10%, el de Argentina está como en 40%, el de Venezuela está como en 200%. Cuando nos prestamos como Estado o cuando el sector privado se presta, puede obtener crédito abundante y relativamente barato. Esa es la virtud de tener una deuda pública relativamente baja.
¿El déficit de este año se sobrepasará un poco?
Es posible, debe terminar en 2,8 más o menos, el límite de la regla fiscal. A veces no importa mucho eso si es que estás gastando en algo que valga la pena. Creo que la puntería tiene que estar ahora en El Niño, aunque ya es un poco tarde, en lugar de buscar medidas sencillas, no como las que se están tomando.
¿Y gastar en El Niño justificaría romper con la regla?
Claro, pero si gastamos en El Niño y además damos bonos, evidentemente vas a volarte la regla [fiscal]. La gracia es hacerle espacio fiscal al Niño, que es lo prioritario, lo urgente. Y más aún si El Niño va a ser fuerte.
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Ha dicho usted que el presupuesto público 2024 nacería desfinanciado. ¿Qué hacer en este momento?
Formalmente el gasto que aparece en el presupuesto es un límite máximo de gasto. En la práctica podrías bajar tu techo presupuestal dado que tus ingresos han bajado. Conceptualmente es así, legalmente es así. En la práctica eso va a ser un poco complicado. Posiblemente tengan que hacer un ajuste en la Ley de Presupuesto, es lo más probable.
¿Qué tipo de ajuste?
Tú habías presupuestado un gasto de X soles, suponiendo que tu recaudación iba a ser S/10. Si no va a haber diez soles […] esos S/10 ya no sustentan tu techo de gasto. Entonces, tienes dos opciones o bien lo que no conseguiste con los ingresos tributarios lo consigues endeudándote –en ese caso hay que subir el techo del del fiscal– o reduces el techo presupuestal. Es una situación compleja […] [Lo del crédito suplementario] es gasto nuevo, pero al parecer respaldado en los recursos que este año han sido relativamente altos.
¿Y la segunda alternativa?
[…] En la práctica casi todo va a estar sujeto al pronóstico de El Niño, porque si es fuerte, incluso hay que hacer una reorganización de ese gasto que no estaba pensado en El Niño. Va a ser una discusión compleja, muy interesante, de la Ley de Presupuesto. Hace tiempo que no pasaba eso.
¿El proyecto debería quedar con el mismo monto asignado?
Depende. Imagina que El Niño es fuerte. [O te endeudas] o reorganizas el gasto para hacerle espacio a El Niño. La primera cosa que un ministro de Economía busca es reorganizar los gastos que no son muy importantes o que están muy atrasados y hacerle espacio a lo relevante.
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