Un reciente informe de la contraloría reveló que algunos médicos trabajan en clínicas privadas durante sus turnos en hospitales públicos, dejando nuevamente en evidencia el deficiente estado de la salud pública en el Perú. Si bien la legislación garantiza el acceso universal a la salud, la inadecuada gestión pública genera significativas brechas en la disponibilidad y calidad de los servicios de salud. Frente a ello, las asociaciones público-privadas (APP) surgen como una alternativa eficiente. No obstante, ha pasado una década desde la última adjudicación de la concesión de equipos y servicios asistenciales en el Instituto Nacional de Salud del Niño (Minsa) en el 2014.
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Retos del sistema de salud
En el Perú, la calidad de los servicios sanitarios difiere según sistema. Por ejemplo, los establecimientos de salud de alta complejidad (nivel III) del sector privado registran un rendimiento de camas hospitalarias de 4,4 egresos de pacientes por cama hospitalaria cada mes. Dicha cifra supera largamente (63%) los egresos por cama de los hospitales de Essalud (2,7) y de los gobiernos subnacionales y del Minsa (2,9). Al margen de la complejidad de los casos atendidos, los datos evidencian la posibilidad de un uso más eficiente de los recursos.
Otro aspecto crítico es la limitada disponibilidad de medicamentos. Según la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), un tercio de los medicamentos e insumos del país tienen un stock para menos de dos meses, lo que podría interrumpir el tratamiento de los pacientes. Además, el promedio nacional esconde notables diferencias regionales. Mientras que en Tacna el 21% de medicamentos e insumos cuenta con stock limitado, en Madre de Dios la cifra asciende a 48%.
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Las deficiencias en la calidad del servicio llevan a la población a buscar otras alternativas de atención. Los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) señalan un incremento significativo en el uso de farmacias para la atención de salud en los últimos 18 años, especialmente para los asegurados del sector público. El porcentaje de pacientes que buscaron atención en farmacias se triplicó entre los afiliados a Essalud, de 8% en el 2004 a 23% en el 2022, y se quintuplicó entre los afiliados Minsa-SIS, de 6% a 32% en el mismo período. Entre los afiliados al sector privado, la cifra apenas pasó de 4% a 9%.
Las APP como alternativa
En este contexto, las APP han demostrado ser una alternativa para mejorar la atención pública en salud. Por ejemplo, los hospitales Alberto Barton del Callao y Guillermo Kaelin de Villa María del Triunfo, concesionados desde el 2010 a IBT Group bajo la gestión hospitalaria integral, se encuentran entre los más productivos de Lima en términos de atención de pacientes por hora de trabajo médico. Además, según Pro Inversión, ambos establecimientos de salud lideran las encuestas de satisfacción en la capital debido a las mejoras implementadas tanto en acceso a servicios como en eficiencia y calidad.
"Las deficiencias en la calidad del servicio llevan a la población a buscar otras alternativas de atención"
Asimismo, desde el 2010, se concesionó a la empresa Salog la logística de almacenamiento y distribución de medicamentos y materiales médicos de Essalud en Lima y Callao. Según un estudio de la Universidad de Berkeley, ello redujo los inventarios totales en 28%, lo que, entre otras cosas, significa un ahorro anual de casi S/100 millones para Essalud. Además, según una investigación de Videnza Consultores, los programas Farmacia Vecina (compra de medicinas en boticas privadas) y Padomi Delivery (entrega de medicinas a domicilio a adultos mayores) evitan que los afiliados a Essalud gasten S/150 y S/260 más por receta, respectivamente, en comparación con la alternativa de comprar sus medicamentos a precios de mercado.
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Para Luis del Carpio, director de la Dirección Especial de Proyectos de Pro Inversión, el buen desempeño de las APP en salud se debe a que los contratos de concesión permiten alinear los objetivos del sector privado con los de la población. Según el director, la empresa concesionaria tiene los incentivos para operar de la manera más eficiente los servicios de salud en beneficio de la población. Ello no aplica necesariamente a las instituciones de salud bajo la gestión pública, lo que explicaría parte de las fallas en la provisión de servicios de calidad. En ese contexto, aunque con retrasos, se continúa avanzando en la concesión de los proyectos hospitalarios de Essalud en Piura y Chimbote.
Mejoras en la gestión pública y la gran reforma pendiente
Es necesario seguir mejorando la capacidad de gestión en las entidades públicas. Para Rogerio Marcondes, gerente general de Salog, es posible optimizar el proceso de compras en Essalud, ya que se cuenta con amplia información sobre la demanda de medicamentos en la capital. No obstante, es usual que se generen algunos desbalances en la oferta de medicinas debido a fallas en la planificación de compras y operación de la logística integrada.
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Para Daniel Querub, gerente general de IBT Group, urge una política integral de salud que permita alinear los esfuerzos de las distintas instituciones del sector y que no dependa del vaivén político. Mejorar la coordinación y articulación entre los diferentes subsistemas de salud y niveles de gobierno es fundamental para garantizar una atención integral y accesible para toda la población. Resulta prioritario establecer una línea de autoridad clara entre el rector nacional (Minsa) y los rectores regionales en salud, como parte de la gran reforma en salud aún pendiente.
Según Querub, también es importante enfocar los esfuerzos del sector en el primer nivel de atención, ya que podría resolver el 70%-80% de atenciones, así como redoblar los esfuerzos en la prevención puesto que significaría importantes ahorros para el gasto en salud del Estado. No obstante, según Videnza Consultores, en el 2019, el 68% de los recursos de la red de establecimientos de salud a cargo del Minsa en Lima se destinaban al tercer nivel de atención, lo que explica las grandes brechas de atención que existen actualmente. Este cambio de enfoque es clave para lograr los objetivos de política en el sector.
Por último, cabe preguntarse por qué si las experiencias de APP en salud en el Perú han sido exitosas no hemos avanzado más en extender sus beneficios para más peruanos.
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