Un entorno persistente de baja confianza empresarial y alta incertidumbre se materializó finalmente en un retroceso a doble dígito de la inversión privada en el comienzo del 2023. Las consecuencias más inmediatas de este resultado se verán reflejadas en un menor dinamismo del empleo formal. De no revertir este bajo desempeño, las perspectivas de recuperación de las condiciones de vida de la población seguirán siendo limitadas.
- Radiografía -
La caída de la inversión privada durante el primer trimestre del 2023 se explicó por la fuerte contracción en la ejecución de proyectos no mineros. Esto explica alrededor del 80% de la caída de la inversión privada a inicios del 2023, motivado por el menor dinamismo en el gasto de autoconstrucción. El dato desagregado de los despachos de cemento a nivel regional confirma que el estallido social y las anomalías climáticas provocaron una paralización generalizada de obras privadas de construcción en el norte (-18%), centro (-6,0%) y sur (-27%).
El desplome de la inversión no minera fue acentuado por la ausencia de proyectos que sustituyan la gran envergadura de Quellaveco en el sector minero, cuyo monto invertido se redujo 74% en términos reales respecto al primer trimestre del 2022 ante la consolidación de su fase de producción a inicios de este año.
Por el contrario, las inversiones en concesiones de transporte –como la Ampliación del Aeropuerto Jorge Chávez, el Terminal Portuario Muelle Sur del Callao y la Línea 2 del Metro de Lima – exhibieron un crecimiento real anual de 31% entre enero y marzo del 2023, según Ositran. Sin embargo, su aporte al crecimiento de la inversión privada fue insuficiente para contrarrestar la menor ejecución en el resto de sectores.
- Retroceso minero -
Pese a que los precios de los metales se ubican todavía en niveles históricamente altos, la inversión minera continúa afectada por la débil capacidad del Estado para un mayor aprovechamiento del potencial geológico del país. Prueba de ello es que la inversión en el sector apenas representó cerca del 2% del PBI en el último año, mientras que en el último super ciclo de precios de los minerales alcanzó casi el 5% del PBI, con un promedio anual de US$ 7.500 millones entre el 2011 y 2015.
Según el Instituto Fraser, el atractivo del Perú para la inversión minera ha disminuido durante cuatro años consecutivos, debido a factores como la inestabilidad política e incertidumbre regulatoria. Ello explica en parte el retraso de una parte importante de la cartera de inversiones mineras, que impediría aprovechar un incremento de 20% en la producción de cobre hacia el 2030, equivalente a más de US$ 3.000 millones de exportaciones, S/2.900 millones de ingresos fiscales y 250 mil empleos adicionales cada año.
- Panorama y riesgos -
Los últimos indicadores anticipan otro trimestre negativo para la inversión privada. En abril, el consumo de cemento cayó 17% según Capeco, mientras que las importaciones de bienes de capital se redujeron 15% en términos reales, según calcula el IPE. Con estos resultados, el IPE estima que la inversión privada volvería a caer más de 10% en el comienzo del segundo trimestre del 2023.
Si bien en los últimos meses las expectativas empresariales – indicador altamente correlacionado con la inversión privada – se recuperaron gradualmente, esta mejora se ha concentrado en los rubros vinculados al consumo y no a la inversión. Ello, sumado a condiciones de financiamiento aún restrictivas, llevaría a que la inversión privada acumule seis trimestres en negativo al cierre del 2023.
Tal como en episodios previos, la menor inversión afecta a la generación de empleos formales en el sector privado, principalmente en rubros como la construcción, que acumula 12 meses de caídas consecutivas. De persistir estos resultados negativos, las perspectivas de un mayor crecimiento serán poco favorables y las oportunidades de recuperación de las condiciones de vida de las personas más vulnerables continuarán postergándose.
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