Como muchos otros negocios gastronómicos en el país, el restaurante de comida criolla José Antonio ha tenido que echar mano a su creatividad y aplicar diversas estrategias para seguir activos en el mercado, luego de la complicada coyuntura provocada por la pandemia y las prolongadas cuarentenas.
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Es así que con el reinicio de las operaciones, primero vía delivery, la empresa no solo incluyó en su oferta sus clásicos lomo saltado, arroz con pollo y ají de gallina, también sacó un as bajo la manga: el pollo a la brasa, bajo la recordada marca La Granja del Abuelo.
“Hemos vuelto a dar vida a esta marca de la familia y estamos sumamente felices por ello. La acogida del público ha sido muy buena, nuestros clientes la recordaban y extrañaban”, afirma Vanessa Graña Baró, propietaria de José Antonio.
El regreso de La Granja del Abuelo -que hace nueve años, aproximadamente, cerró su único local en las intersecciones de las avenidas El Ejército y Salaverry, para dar paso al desarrollo de un strip center del grupo Brescia- no es casual, responde a la importante demanda y receptividad de los peruanos hacia este plato bandera por su sabor y precio asequible.
“Los restaurantes de comida criolla tenemos un reto mayor frente a los ‘fastfood’ y pollerías, ya que estos tienen un menor precio de venta y ahora la gente desea gastar lo menos posible”, señala.
Respecto a la posibilidad de que la marca se independice, Graña revela que tener un local nuevamente es totalmente factible.
DURO COMIENZO
Vanessa Graña recuerda que cuando el Gobierno dio la orden del aislamiento social obligatorio tuvieron que correr hacia sus dos locales [en San Isidro y San Borja] para sacar toda la comida y dársela a sus colaboradores, para posteriormente limpiarlos y cerrar puertas.
“Todo este proceso fue complicado, pero lo más duro fue mantener a nuestros colaboradores con sus mismos sueldos y sin tener que mandarlos a suspensión perfecta, y felizmente lo logramos con los propios recursos de la empresa”, enfatiza.
Asegura que durante los meses que dejaron de operar se perdió mucho dinero, cifras que prefiere no revelar; y que el reinicio no fue fácil porque tuvieron que implementar el sistema de delivery, algo totalmente nuevo, así como desarrollar un aplicativo.
El restaurante José Antonio –fundado hace 48 años por Rafael Graña Elizalde y Aurora Jesús Baró Palleja– está operando en salón desde el 20 de julio pasado con una carta más reducida al igual que sus ventas, que solo representan alrededor del 25% de lo registrado en el 2019. ”La gente está asistiendo a nuestros locales, pero hay muchos que aún tienen miedo y son renuentes”, precisa Vanessa Graña.
Confiesa que la expectativa es lograr mantenerse en pie este 2020 (llegar a un punto de equilibrio); mientras que a mediados del próximo año ya se podría dar una recuperación.
Summun premió a José Antonio como el mejor restaurante de comida criolla y como la marca con el mejor lomo saltado, incluso poseen este galardón en Latinoamérica por Latin Trade, entre otros.