La ola de derecha parece haber comenzado en América Latina, como advirtió Michael Reid en El Comercio hace unos meses. Y es que, no es novedad que se elija a un bando distinto al del gobierno.
A diferencia del Perú, en Argentina el presidente electo toma las riendas casi de inmediato. Los argentinos que votaron por Milei llegan al final del año con las promesas electorales bajo el brazo, las definiciones del primer gabinete y el equipo de transición ya trabajando.
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La reacción de los mercados el último martes, primer día de operación después del triunfo del libertario, era de esperarse. Por un lado, el valor de las acciones de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street mostró un fuerte impulso. Y, por el otro, el precio del dólar blue creció 11,63% ese mismo día versus su precio del viernes previo a la elección. Resultados, como el mismo Milei, eufóricos.
Es un hecho que los mercados y el peso seguirán expectantes a los primeros pasos del nuevo mandatario, así como también toda América Latina, cuyo mapa político es –por lo menos– curioso.
Lula y Petro tienen todo el gobierno (y sus propios escándalos) por delante, y las próximas elecciones de Chile se realizarán en noviembre del 2025. El presidente Boric tiene enfrente al plebiscito que será, según él mismo, el último intento de reforma Constitucional. Yendo un poco más al norte, México se prepara para su jornada electoral en junio del 2024, en la que se elegirá a la primera presidenta mujer en su historia.
Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez se encuentran en carrera, y Sheinbaum, de Morena (partido de López Obrador), es hasta ahora la favorita. Ecuador, por año y medio, será presidido por el derechista Noboa, el mandatario más joven de la Nación vecina en su historia.
El vecindario está movido. ¿Y el Perú? Tenemos más preguntas que certezas en el campo político. El 2026 se mantiene como nuestro posible próximo año electoral, aunque el 2022 nos recordó que lo impredecible es parte de nuestra agenda política. No tener claridad sobre el gobierno actual hace más volátil el escenario del 2026, y por ello es urgente afilar nuestra mirada local, poner atención a lo que está pasando en las regiones, y también mirar lo que pasa más allá de nuestras cuatro paredes.